Páginas

CINES DE MI PUEBLO: Remembranza de una época - Wilfredo Zaraza

 

Ponencia: CINES DE MI PUEBLO: Remembranza de una época.

 

II      Encuentro       de    Historiadores,  Cronistas e Investigadores de Tucupido, Mayo 2010.

Wilfredo Zaraza

 

Con la llegada de la electricidad a Tucupido en 1945, llega también la magia del cine. Señala Berroeta A. (2005), que: un oriental oriundo de la Isla de Margarita llamado Julián Ramón Campos, cariñosamente conocido como Campito, alquiló un inmenso patio frente a la plaza Bolívar, específicamente en la parte Sureste en la calle Gabante entre Ribas y Roscio; Cine Nueva Esparta, donde se aglomeraba gran cantidad de gente para oír los últimos acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial ya en sus postrimerías, pues el Señor Campos, poseía el único receptor radiofónico en la población, allí se oía, “Panorama Universal”, “A Gozar Muchachos” con la animación del musiú La Cavaleríe.

En esta sala de Cine, si es que se podía llamar así, se comienza a ver Tim Mccoy, personaje vaquero, el Llanero Solitario con su amigo Toro, Gary Cooper o Burt Lancaster, Tyrone Power, personajes que hacían las delicias de jóvenes y adultos despertando el interés de comentar aquellas aventuras de valientes héroes.

En los más pequeños despertaba la inquietud de imitarlos en sus arriesgadas hazañas, muchas veces exponiendo su frágil humanidad a sufrir aporreos al tratar de subir en el burro o el caballo como lo hacía el llanero solitario, otras veces al pelar el bejuco tratando de emular a Johnny Weissmuller el famoso Tarzán, siempre acompañado de Jane, su mascota Chita y su hijo Boy.

Al llegar el invierno entraba en receso el cine, pues los torrenciales aguaceros impedían el disfrute de la sana diversión de la cinematografía a cielo abierto. Sin embargo había una alternativa para los que podían pagar un poco más, en el patio techado, aunque realmente no ofrecía ninguna seguridad ante los chaparrones de invierno. Fue tan prospero el negocio del cine que inmediatamente surgió otra empresa de proyección audio visual, regentada por Vicente Morales, quien monta un cine corralón frente a la Plaza Bolívar en el extremo sur, por supuesto un poco más confortable que el del Señor Campos. Aquí se dieron a conocer grandes artistas del séptimo arte a blanco y negro y posteriormente en technicolor.

Corría la década de los Cuarenta, época donde el cine mexicano y argentino encontró su máximo auge, surgiendo brillantes estrellas como Luis Aguilar, Jorge Negrete, Pedro Infante, Fernando Fernández, las hermanas Dolly, la Tongolele, María Félix, los hermanos Soler, Libertad Lamarque, Pedro López, Mario Moreno, Luis Sandrini, entre otros.

La señora Amalia Molfese de Panzarelli también instaló su famoso cine corralón; Cine Ribas, éste un poco más grande, ubicado en la calle Ribas entre Ricaurte y Sucre, generalmente con obligado intermedio el cual aprovechaban los visitantes para disfrutar de una cerveza o refresco, allí también frecuentaba el poeta Roque Peñalver, en su época de adolescente para ofrecer al público las ricas pasas, frunas y chiclets.

Poco a poco el pueblo fue adaptándose a los cambios propios de la modernidad, jugando un papel determinante en este aspecto el auge petrolero. Así, aparecen también las rockcolas, y aquellas inolvidables rancheras interpretadas por las nacientes estrellas de la época de oro del cine mexicano. Fue así como en 1948 se presenta en Tucupido un personaje que se había dado a conocer a través de la canción y de las películas mexicanas: Pedro Infante, todo un ídolo esperado por la gente que lo veía en el cine Ribas, Nueva Esparta o América.

Dice la tradición oral que muchos aprovecharon el alboroto de la llegada del famoso artista, para colearse y disfrutar gratuitamente el espectáculo de la estrella del cine mexicano. Llegó a bordo de una camioneta Pickup marca Studebaker, propiedad de José Ángel García y conducida por Eleazar Higuera Chávez mejor conocido por los pascuenses como “pata ‘e loro”.

Ante la falta de un músico que le acompañara, consigue a un extraordinario guitarrista e intérprete de la canción ranchera que lo sorprende por la destreza con que tocaba y cantaba ese género musical: Germán Milano, tucupidense que acompañó esa noche en el escenario a Pedro Infante. Dice Don Germán que el artista mexicano le invitó para que se anexara en su gira y posterior traslado a la República de México como parte de su equipo de músicos, oferta que no aceptó, pues don Germán expresa que su corazón estaba ocupado por el amor de una bella dama tucupidense, y que gracias a ese amor quizá no falleció en México, pues, como es conocido pocos años después el famoso artista perecía en un trágico accidente aéreo.

Se recuerda una canción interpretada por Pedro infante esa noche titulada El Corrío de la Independencia. Sin lugar a dudas, Pedro Infante es el artista de mayor renombre que ha visitado este suelo llanero en todos los tiempos y el Cine América fue el escenario de tan inolvidable espectáculo.

Siempre se recuerda a Doña Francisca Josefa Pinacel de Morales, sentada a la entrada del cine América chequeando los tickets y pendiente de que nadie se coleara, aunque nunca faltaba algún zagaletón que burlara la vigilancia. Cuando alguno lograba pasar en un descuido, y era visto ya entrando en la oscuridad, llamaban al policía de guardia destacado en el cine y linterna en mano iba en busca del intruso, el cual al ser localizado lo sacaban en medio de la pita de los asistentes.

Es importante señalar que en los libros de registro de la Junta de Administración Municipal, está asentada en acta la petición que hiciera Doña Amalia Morfesse de Panzarelli solicitando un número de policías para el resguardo del cine y el mantenimiento del orden público, petición que fue aprobada y se mantuvo hasta el cierre definitivo del cine en Tucupido.

Son muchas las anécdotas que nos ha dejado el cine en Tucupido, muchas parejas se enamoraron y se casaron tras haberse conocido en el cine. El castigo más severo que podían recibir los jóvenes de la época era cuando sus padres les decía: “no vas para el cine este fin de semana”. Muchos momentos agradables se vivieron, pero grandes sustos también, pues, en tiempo de recluta la policía esperaba la última función para atrapar a los jóvenes con edad de prestar servicio militar. Cuando los muchachos iban emocionados contando las hazañas de la película, allá en la parte baja de la calle Roscio con Gabante estaban los policías escondidos y de repente se oía: ¡quieto, contra la pared!, ante esa alerta todo el mundo salía en carrera, y por supuesto el más sonso era atrapado. Muchos prestaron el servicio militar forzosamente de esta manera.

Se recuerda también a los adolescentes que prestaban el servicio de limpieza de calzado (Limpiabotas), afanados trabajando para reunir el costo de la entrada. Así mismo, se observaban después de la función pegando gritos y arrojándose patadas unos a otro imitando a Bruce Lee o Jackie Chan.

Para 1948, Don Alejandro Rodríguez, inicia la construcción de lo que sería una moderna sala de cine, a la altura de las mejores del país: El Teatro Ribas, inaugurado en 1950, con dos niveles confortables, modernos asientos, gigantescos ventiladores, extraordinaria acústica y con una gran capacidad para albergar muchos espectadores.

Para ese entonces, ya había cesado en sus funciones el cine Ribas y Nueva Esparta, quedando por muchos años el cine América y el Teatro Ribas ofreciendo los estrenos cinematográficos al público tucupidense.

Disfrutar de las canciones del Bolerista Ranchero Javier Solís, era característico en el público, que día a día visitaban las salas de cine de Tucupido. Fueron muchos los visitantes fieles como Don José de los Santos Soto, conocido por los tucupidenses como Zamuro. También eran consecuentes el Señor Antonio D´Angelo cariñosamente conocido como Mantequilla e Ignacio Velásquez, quienes se instalaban en la Plaza Bolívar y en medio de chistes y cuentos esperaban la segunda función del Teatro Ribas, siempre con un toque picaresco, pues, la segunda función era sólo para adultos.

Los que no tenían para pagar la entrada, recurrían a la mata de mango ubicada paralelamente al cine América, ubicada en el patio de una vieja casona donde funcionó un próspero negocio propiedad del Señor Domingo Loponte y su Esposa Doña Rufa de Loponte, allí donde actualmente funciona la empresa Cantv, la cual se floreaba de público sobre sus ramas a la hora de la función, todos estaban concentrados hasta que uno de ellos exclamaba ¡viene la policía! Y comenzaban a caer como mango maduro, para salir en carrera por la calle Gabante o la calle Ribas, eso era común, sobre todo los fines de semana cuando se proyectaban los estrenos del momento.

Entre las películas que se recuerdan están: Tarzán de los Monos (1932), Dos tipos de cuidado (1952), El Alazán y el rosillo (1964), Escuela para solteras (1965), Alma llanera (1965), Juan Colorado (1965), El hijo de Gabino Barrera 1965), Los dos rivales (1966), Alazán y Enamorado (1966), La venganza de Gabino Barrera (1967), El ojo de vidrio (1967), La captura de Gabino Barrera (1967), Lucio Vázquez (1968), El As de oro (1968), El Caballo Bayo (1969), Emiliano Zapata (1970), La yegua colorada (1972).

Gran algarabía y alboroto se formaba cuando en la parte más emocionante de la película ¡zuaz! se reventaba la cinta cinematográfica, o el rollo como le llamaba la gente, estruendo, silbidos y el golpe de la sillas ponían a correr al señor Juan Durant, conocido por todos como Juan Resorte o a Rafael Ávila (El Oso Ávila), operadores de las máquinas de proyección, quienes a toda prisa reestablecían la función. Por su parte, los enamorados siempre estaban esperando ese momento para darse una agarradita de manos antes de que restablecieran el alumbrado de la sala. También fue operador de las máquinas de proyección con anterioridad el fotógrafo Eduardo Little, quien manifiesta inquietud por la radiodifusión e inaugura la primera emisora: Radio Tamanaco, instalando unos cajones sonoros en la plaza, conectados con varios centenares de metros de cable y transmite, micrófono en mano, desde su estudio fotográfico-radial ubicado en los altos del cine Ribas. Para entonces el liceo Víctor Manuel Ovalles funcionaba frente a la Plaza Bolívar en el extremo Oeste, donde posteriormente funcionó el club Don Alberto, por cierto que los estudiantes aprovechaban los recesos para irse a la plaza a oír la música de radio Tamanaco

Expresa Romero D. (2010), que: era usual ir a la función de vermouth y matinée los fines de semana en el Teatro Ribas. Luego de ver un capítulo de la serie El Hombre Cohete, era obligatorio saborear un exquisito sánduche de salchichón o una tostada al lado, en la fuente de soda La Cita propiedad en ese entonces de Doña Alicia Lapioli. Si la melena estaba muy larga había que caerle con dos bolos en mano a Salvador Capezzuti en la misma acera o a Don Chicho Samele. Al salir, se pasa frente al billar.

Dice la tradición oral que en una oportunidad un niño con sus travesuras llamó la atención de los transeúntes que se dirigían a la Plaza Bolívar, pues tras meter su cabeza en las rejas de la barbería de Salvador, no encontraba como sacarla, se aglomeró mucha gente tratando de ayudar al niño quien después de un buen susto por fin lograron liberarlo, ese niño era Miguel Lorenzo Guzmán, quien de allí en adelante pasaba lejos de las rejas.

Las salas de cine poseían un timbre, el cual se tocaba tres veces, anunciando que la función pronto se iniciaría, ante esta alerta era larga la lista de chucherías que compraban antes de entrar al cine: chogüi, caramelos, chocomenta, sacamuela, ping-pong, gomitas, y en los intermedios o al salir disfrutaban de refrescos bidú, pepsicola, cola dumbo, grapette, green spot, orange crush, fanta, etc., toddy, chicha polly, chiclets miniatura, papaúpa, raspaos o una barquilla en la fuente de soda donde Don José Martínez.

Por muchos años trabajaron en el Teatro Ribas la señora Teotiste Requena, algunas veces como taquillera del Teatro, otras como portera, también le acompañaban en ese trabajo sus hermanas la señora Josefina y Mercedes Requena. En las mañanas, muy temprano se observaba en la entrada del teatro un saco amarrado, era la encomienda que ya había llegado, la película estaba allí, lista para la función de la noche. Por su parte, Asdrúbal Leal cumplía su trabajo de pintar y colocar las carteleras anunciando el estreno o la película que se proyectaría en ese día. Igual labor hacía el Señor Domingo en el cine América. También es recordada con mucha simpatía una joven taquillera del cine antes mencionado, admirada por todos, Micaela Castillo, hoy día maestra jubilada. Igualmente se recuerdan como taquilleros a Nicolasa Trejo y el Catire Martí, quien frecuentemente se enojaba cuando a la ventana de la taquilla llegaba Leonardo Orelio Aular Durant, el popular Curita, con una mochila de monedas de cinco céntimos (la famosa puya) y lochas un tanto oxidadas que lograba reunir para cancelar la entrada, pero al final el Catire pasaba la rabia contando las monedas, y el curita disfrutaba de la función.

Realmente fueron muchos los espectáculos y artistas Nacionales que se presentaron en el Teatro Ribas, Henry Stephen, Alfredo Sadel, alternando con Don Germán Milano, La Tongolele, Perucho Conde, con su familia en una obra de teatro, grupos locales como los Astronautas y los Locos del Ritmo. Allí también se presentaba todos los años un gran evento, organizado por Publicaciones Saetal y animado por el poeta Roque Peñalver.

Es importante señalar que la primera promoción, de Bachilleres egresada del Liceo Dr. Víctor Manuel Ovalles, se realizó en el Teatro Ribas.

El cine América cesa en sus funciones en 1983, dejando una estela de recuerdos inolvidables, sitio ideal para ir con la novia de paseo, siempre permanecerá en el recuerdo. Por su parte el Teatro Ribas cierra sus puertas en los inicios de los noventa, la tecnología acabó con las salas de cine en los pueblos, ahora cualquiera tiene en su casa una pantalla gigante para disfrutar las películas, pero no es igual, tristemente tengo que parafrasear lo que dijo un cantautor guariqueño: “tiempo que se va no vuelve”.

 

GRACIAS

 

Referencias Bibliográficas

Berroeta, Alejandro. (2005). Tucupido es el Nombre del Recuerdo. Editorial tercer Milenium. Los Teques, Venezuela.

Sierra Santamaría, Tito. (1962). Fundación de San Juan de los Morros, Publicaciones del Ejecutivo del estado Guárico.

De Armas Chitty, J.A. (1954), Tucupido, Formación de un Pueblo del Llano. UCV.

Romero, Degnis (2008). Tucupido Cincuentero.

Ruiz Camero M. (2001). Cuando Pedro Infante estuvo en Valle de la Pascua. Diario La Jornada.

Fuentes Testimoniales

Arruebarrena G. Ana Teresa. . “Cines de Tucupido”. Fuente Testimonial. Entrevista por WZQ. Tucupido, 13 – 05 -2010.

Aular, Fernando. “Cines de Tucupido”. Fuente Testimonial. Entrevista por WZQ. Tucupido, 13 – 05 -2010.

Aular, Leonardo. “Cines de Tucupido”. Fuente Testimonial. Entrevista por WZQ. Tucupido, 15 – 05 -2010.

Gómez, Andrés. “Cines de Tucupido”. Fuente Testimonial. Entrevista por WZQ. Tucupido, 15 – 05 -2010.

Milano, Germán. “Presentación de Pedro Infante en Tucupido”. Fuente Testimonial. Entrevista por WZQ. Tucupido, 10 – 05 -2010.

Peñalver, Roque. “Cines de Tucupido.” Fuente Testimonial. Entrevista por WZQ. Tucupido, 11 – 05 -2010.

Zacarias, Sandra. “Cines de Tucupido”. Fuente Testimonial. Entrevista por ATAG. Tucupido, 14 – 05 -2010.


No hay comentarios: