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Arturo Álvarez Alayón: Una vida consagrada a la educación y al activismo político - Elpidio Barrades

 



















  Arturo Álvarez Alayón: 

Una vida consagrada a la educación y al activismo político.


Elpidio Barrades

En esta oportunidad nos sentimos honrados al rendir un merecido y justiciero homenaje a un educador que cumplió una fecunda, ardua y fructífera labor docente, al servicio del Magisterio Vallepascuense; con espíritu emprendedor, con vocación, voluntad y dedicación constante. Nos referimos al buen amigo y colega Arturo Celestino Álvarez Alayón; nacido en esta pujante y progresista ciudad llamada Valle de la Pascua, el 21 de marzo de 1939, en el hogar de una digna, honesta y honorable familia integrada por Don Francisco Álvarez Bastardo y Doña Carmen Lucila Alayón de Álvarez quienes le prodigaron amor y cariño paternal y una verdadera crianza basada en los mejores y sanos principios éticos de la moral y las buenas costumbres. Amable y cordial con un amplio sentido de la amistad, de carácter apacible, de actuar con firmeza en el momento preciso de tomar grandes decisiones. Además, con un amplio concepto de la amistad y del cabal cumplimiento de sus deberes habituales. 

Un buen día, de feliz recordatorio, tuvo la dicha de contraer matrimonio con la colega, maestra y mujer de extraordinarias cualidades personales Romelia González, contando en todo momento con la protección y amparo celestial y la santa bendición de lo alto. Fue así como a través de esa unión matrimonial procrearon cuatro (4) hijos: Arturo Celestino, María Eugenia, Francisco José y Carlos Andrés. Junto a su esposa y rodeado de sus hijos y nietos, formaron un hermoso hogar feliz, lleno de vida, de sueños y esperanzas. A todos sus hijos, a todos ellos, les dieron Arturo y Romelia, lo básico, lo esencial, lo fundamental en la formación de un ser humano, como lo son el amor, la ternura y el cariño hogareño.

Su vocación por el Magisterio, por la docencia, lo llevaron una vez culminado los estudios correspondientes a esta rama y con la constancia de opción al certificado de Educación Primaria (sexto grado), ingresar a la Escuela Normal “Monseñor Álvarez” de esta localidad, de donde egresa, una vez cumplidos con los requisitos de ley, con el honroso título de Maestro de Educación Primaria (1960-61); mediante equivalencia de estudios llega a las aulas del liceo “José Gil Fortoul”, donde recibe el título de Bachiller en Humanidades. 

Inicia sus labores magisteriales en el instituto “Simón Bolívar” (extinguido), de Valle de la Pascua (1958-63). Por ascenso meritorio es designado Maestro Auxiliar adscrito a la Dirección de Educación y Cultura del Estado Guárico (1963); durante el año lectivo 1963-64 ingresa como miembro del Personal Docente, a la Escuela Nacional “Francisco Lazo Martí” de esta ciudad. Durante este lapso también se desempeña como Director del Centro de Cultura Popular “Rafael González Udis”, que funcionaba en el Grupo Escolar Nacional “Carlos J. Bello” en el horario nocturno. 

En una nueva organización del proceso educativo, es designado supervisor docente de la Dirección de Educación y Cultura de esta Entidad Federal (1965-67). Su preparación académica, su amplia y eficiente capacidad de trabajo y su experiencia lo avalan y es nombrado Director de Educación de nuestro Estado, cargo que desempeña con abnegación y profesionalismo. 

En el año 1969 inicia estudios de Castellano y Literatura en el Instituto Pedagógico de Caracas, donde se destacó por su interés y dedicación al estudio. Sus deseos y ansias de superación lo impulsan a inscribirse en la ilustre Universidad Central de Venezuela para iniciar estudios de Derecho, los cuales, por razones muy ajenas a su voluntad, no pudo culminar felizmente y a plenitud. 

Por sus relevantes méritos alcanzados y por su larga vida curricular, es nombrado Contralor General del Estado, cargo que desempeña con verdadera probidad y honradez a toda prueba. En el año 1971 forma parte del Consejo Técnico, en su carácter de Analista de Organización y Métodos II de la Contraloría General de la República de Venezuela.

Arturo Celestino Álvarez Alayón, incursionó y participó activamente dentro de la vida política Distrital, Regional y Nacional respectivamente. Fue un activista que consagró su vida a los principios y doctrina de la social-democracia; convencido como estaba de que la Democracia es el mejor sistema de vida que tenemos en el mundo actual. De aquí le viene su militancia en el partido Acción Democrática, donde le tocó desempeñar importantes cargos de dirección y administración, con lo cual era designado dentro de su tolda política; así como ser nominado Diputado Suplente a la Asamblea Legislativa guariqueña de aquel entonces. 

Por otra parte, y siguiendo su vida personal y de hombre público, podemos señalar que Arturo realizó innumerables Cursos de Mejoramiento Profesional y Académico; curso de Relaciones Humanas; Seminarios de Contraloría y Sociedades Comunitarias, de Radiodifusión, entre otros. Honor a quien honor merece y, en tal sentido cabe destacar en esta semblanza, que el colega Arturo fue objeto de muchos reconocimientos a su loable labor docente, política y administrativa, al recibir placas, diplomas, pergaminos y menciones, que dicen demasiado de la personalidad de este maestro en toda la extensión de la palabra. 

Todos estos atributos, dones y cualidades que adornan la personalidad de Arturo, deben constituir para siempre, un orgullo y huellas imborrables en los corazones de sus hermanos: José Ramón (Chelo), José Francisco (Pancho) y Eleazar, que al igual que su hermano, ejerció el Magisterio y hoy disfruta de su merecida jubilación. 

La vida a veces nos lleva a cometer errores, de lo cual no podemos sustraernos ninguno de los seres humanos y, en el correr de los tiempos, nuestro organismo se resiente, flaqueamos ante el cansancio producido por el trabajo creador; padecemos un deterioro físico agotador, y sufrimos calamidades, achaques y enfermedades, somos mortales y por consiguiente, algún día debemos entregar nuestras vidas al Creador, y ese día, esa hora triste y aciaga, le llegó a Arturo el 12 de febrero de 1976, aun en plenitud de su juventud. 

Como un recuerdo para toda la vida, queda su nombre dentro de la comunidad de Valle de la Pascua y Tucupido, quienes tuvieron el honor de designar calles, avenidas y planteles educacionales a su memoria. La obra realizada quedó imperecedera, como testigo mudo, en el tiempo y el espacio; la satisfacción del deber cumplido y la grandeza personal y espiritual de haber sido bueno y útil a la patria. 

Así llegamos al final de esta semblanza que hemos escrito como homenaje póstumo, a quien consagró su vida a la educación y activismo político.


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