Domingo
Solórzano,
un tucupidense en el
Orinoco
Fernando Aular Durant
El público se estremeció cuando cantó aquel niñito de Tucupido la noche
decisiva del primer Festival Infantil Cantaclaro, con aquella vocecita aguda,
bien timbrada y recia con aquella carita de indio cumanagoto y con aquel liquiqui
y sombrero de muchacho llanero, Juan Bautista Charaima Aular. El Indio Charaima,
quien se lanzó con un canto a José Félix Ribas en ritmo de carnaval, letra de
su maestro Domingo Solórzano.
Canto a José Félix Ribas,
el héroe de la Victoria,
hoy le dedico estos versos
que salen de memoria,
recordando con fervor
pedazos de nuestra historia,
como buen venezolano
deseo que se halle en le gloria.
De la escuela de Cerro Grande, caserío al noreste de Tucupido, se lo había
traído el maestro Domingo Solórzano, quien observando el talento para la música
de aquel niño lo había preparado minuciosamente en el canto, el gesto y la
dicción; le había escrito y enseñado la letra de la canción, adaptada para el
ritmo alegre y brillante de un carnaval; le había conseguido el traje y le había
animado para el triunfo. Y ese día 26 de junio de 1975, El Indio Charaima se
ganó al jurado, al público y el primer lugar de la voz recia del primer Festival
Cantaclaro.
Domingo Solórzano es un maestro tucupidense, hoy ya jubilado y que
actualmente vive en Ciudad Bolívar, allí cerca del río Padre, donde continúa
sus correrías culturales brindando sus aportes al periodismo, a la radio, a la poesía
y al cultivo de las amistades.
Había nacido en la población llanera del Granero del Guárico el 04 de
agosto de 1946. Hijo de José Satumino Sarramera y de Juana Solórzano.
Cursó estudios de primaria en el Grupo Escolar Narciso López Camacho de
su pueblo natal y realizó curso de técnica en pintura industrial, dedicándose a
la docencia en el medio rural.
En 1969 llegó como maestro al caserío Cerro Grande, donde le habían
precedido insignes maestros y maestras como Raúl "Chicho" Soto, el
maestro y poeta Mena Herrera. Ángel Uvieda, Cora Valiente y María Zamora. Allí
comienza su labor de maestro, educa a los niños, a los padres y a los
habitantes, de quienes cultiva la amistad; el comisario, el enfermero, el
constructor de silletas de cuero, el fabricante de escobas de millo, los
agricultores, el chofer que maneja la famosa "Calandria", camioneta
de pasajeros que se mete por todos esos caseríos. Visita sus hogares, donde lo
reciben con los típicos sancochos o con algún pisillo de venado. Organiza actos
culturales, juegos infantiles y canta sus canciones o recita sus poemas en las
reuniones sociales. En tiempos libres escribe y compone canciones. A este maestro
no lo detienen ni la plaga, las polvaredas de verano ni los barrizales de invierno.
Es un maestro folclorista, allá también emprende una labor para realzar
las costumbres populares y el folclor nacional, para lo cual compone corridos,
coplas y escribe interesantes crónicas del pueblo.
Es autor del opúsculo titulado: "Pioneros de Cantaclaro” 1975,
donde relata la historia de la creación del Festival Infantil Cantaclaro, sus
fundadores y organizadores, los participantes ganadores y la importancia trascendental
para el folclore venezolano de este festival.
Esta misma obra contiene las letras de las canciones Canto a José Félix
Ribas, ganadora del festival, Mi plaza es un paraíso, El burro mocho e Historia
de mi granero (letra para ritmo de pajarillo).
Tiene un libro de poemas titulado: "Aura de Recuerdos” (2004),
donde utiliza el soneto, la glosa, las décimas y el corrido y donde destacan
los poemas: Senderos de Tucupido, Glosa de la madre, Epitafio Llanero, Homenaje
a un caserío, ¡Viva Arévalo Cedeño!, Glosa de amor y tormento, Décima de la
llanura, Orinoco, Para la vieja Angostura y Aventura en la Calandria, que como
dijimos anteriormente, era una camioneta que hacia transporte en Tucupido, Cerro
Grande, Lagunitas, La Ceiba, La Fortuna y muchos otros caseríos, por aquellas
carreteritas de tierra o granzón, la cual manejaba Simón Guzmán.
Escribió otro libro titulado “De Tamanaco a Orinoco, Historia, Cuento y
Corrío”, 2004, muy ameno, donde relata pequeñas historias de personajes, como
Arévalo Cedeño, Secundino Talavera, Modesto Nieves y Mauriciote; costumbres
llaneras y sucesos de la guerra de independencia, de la federación, los
asesinos de Ribas, matanza en Rio Negro.
Es autor, letra y música de una canción titulada "El burro
mocho", de ritmo muy pegajoso, que ha sido interpretada por corales, por
el Trio Reminiscencia de Tucupido y recientemente lo grabó el reconocido
músico, compositor y cantante Pedro Luis Gómez, quien hizo una magnífica
versión acompañada con conjunto de arpa.
Candelaria tiene un burro,
ese lo llaman "El Mocho",
es un burrito muy bueno
que tiene el rabo topocho.
Palo Sano y las adjuntas,
cerro Grande y la Corneta,
que son las tierras del burro
cuando se va pá la fiesta.
Allá en ciudad Bolívar suele reunirse con poetas, cantores, escritores,
historiadores, cronistas y artistas de varias ramas de las bellas artes. Suele
colaborar en varios periódicos regionales, como "El Progreso”, de Ciudad
Bolívar, donde publica sus crónicas y sus poemas. Participa en recitales,
conferencias y foros.
Ha recibido múltiples homenajes, como el que le hiciera la Fundación
Amigos de Narciso López Camacho de Tucupido, acto realizado en la escuela de
Cerro Grande, el 15 de septiembre del 2006, donde el orador de orden fue el
maestro, también jubilado Leonardo Aular, quien expresó: "Los momentos
felices son escasos y por eso, hay que conservarlos lo más que se pueda.
Precisamente estamos viviendo un momento feliz, compartiendo con un maestro del
ayer, proyectado más allá del terruño nativo, Tucupido, enclavado en la llanura
guariqueña, para hacerse sentir en tierra guayanesa con su canto, su música y
su poesía”.
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