
El brío intelectual
Domingo
Solórzano
Degnis
Romero
Domingo Solórzano, es, como muchos, un tucupidense
de extracción humilde y orgulloso de sus orígenes orilleros en el barrio
Sanjonote, ubicado en el lado sur de Tucupido.
A sus recién cumplidos 68 años se puede considerar
un muchacho, si se toma como referencia que en los años 50 del siglo XX un
hombre de 50 años lucía como un viejo decrépito.
Lo llamamos a su casa ubicada en la calle Colón del
barrio La Sabanita, de Ciudad Bolívar, donde reside desde hace 21 años, para
que nos cuente acerca de su vida y de su abundante obra literaria, poética y
musical.
La tarea se facilita porque nos envía una semblanza
correspondiente a la “Antología de la Antigua y la Actual Poesía Guayanesa”, cuyo
contenido está al final, escrita por Oscar Pirrongelli Seijas, y que recuerda
los densos trabajos de Humberto Contreras, acerca de la obra musical de Rufo
Pérez Salomón y de Adolfo Rodríguez, referido a la poesía de Máximo Salazar
Carchidio.
Cabe destacar, entre paréntesis y con orgullo
llanero, que el libro de Adolfo: “Los Llanos: enigma y explicación de
Venezuela”, se puede leer en la biblioteca del Centro Cultural “Enrique Eraso”,
frente a la Plaza Bolívar de El Hatillo.
Domingo nos cuenta: “Mi abuelo vendió una vaca en 40 bolos, compró una casa en el barrio Sanjonote
y se la regaló a mi mamá. Tenía paredes de bahareque y techo de escándula
(tablas de jabillo). No se mojaba y era fresquecita”. Y sigue: “Mi tía Luisa Amariscua, era del mismo barrio
de tu abuela y de tu mamá. Estoy escribiendo mi autobiografía y digo que mi
origen data de un baile de joropo en ese barrio San Pablo, una noche en que
tocaba Rafael Vidal “El negro con la voz de plata”, con mi mamá bailando y mi
papá tocando maracas. Yo aún no había
nacido, pero uno cuando nace ya tiene nueve meses”.
Propone, con buena dosis de angustia, una
investigación acerca de las esquinas y los barrios del pueblo, para rescatar
esa parte de la historia local que se encuentra en el olvido.
Cuenta que Armas Chitty, recogió en la Plaza
Bolívar la mayor parte de la información que le sirvió para, en menos de dos
años, escribir su laureado libro. Agrega que este autor nunca conoció acerca de
los indios de Cerro Grande y mucho menos de su Cruz, que para 1960 ya tenía
unos 50 años.
Recuerda que: “en
una oportunidad, me traje cinco libros de Tucupido, uno de los cuales era del
Vate Aular, el cual entregué a una biblioteca de aquí en un acto especial. Por
esa época fue que vi tu primer reportaje “Tucupido cincuentero”, acerca del pueblo, publicado en El Reportero”.
Luego trae a colación una referencia, que ya
habíamos ubicado en Internet, acerca del nunca bien ponderado poeta Modesto
Nieves y su poema “El corrido de los animales”, que aparece en la página 24 del
trabajo “Poesía Popular Andina”, Tomo 1, publicado por el Instituto Andino de
Artes Populares, cuyo capítulo venezolano refleja: Colección, selección y notas
de Luís Felipe Ramón y Rivera e Isabel Aretz. Antes del texto del poema se lee
este comentario: “Con el nombre de
"corrido de los animales" recogimos en 1947 en Tucupido la siguiente
pieza de boca del cantor Modesto Nieves. Se nota en el texto el comienzo en
versos pareados, pero esta característica no se mantiene, porque sigue después
una rima libre. Es interesante la mención de los animales, puesto que en todo
el texto aparecen nombrados más de treinta, todos conocidos en Venezuela con la
excepción de el coyote”.
Esta publicación representa un enorme desagravio
para el insigne poeta tucupidense, ya que se rescata la autoría del poema librándolo
del injusto e indeseable anonimato.
Domingo también fue maestro en la escuela de Cerro
Grande durante ‘nosécuántos’ años y dejó plasmado su amor y raigambre en el
excelente escrito “CERRO GRANDE CASERIO DEL ORIENTE DEL GUÁRICO”.
Concluyendo la conversa, refiere: “Juan Sabroso, era la piscina de nosotros,
así como la laguna de La Guasimita, que era por donde ahora están las torres de
CANTV".
Se finaliza con la hermosa letra del himno con el
que Domingo participó en el concurso Himno del Municipio Ribas:
HIMNO A TUCUPIDO
LETRA: DOMINGO
SOLÓRZANO
CORO
Tucupido
eres pueblo sagrado
Cuyo
genio y aliento creador
Sus
principios jamás ha olvidado
Del
trabajo, la paz y el honor
I
En
tu historia de mítico origen Tamanaco
de limpia corriente
Luce
el nombre de Guaramental Le
dio vida a tu india y tu flor
Un
valiente guerrero aborigen Y
a tu tierra le dio la simiente
Que
luchó por su tierra natal En
promesas y espiga de amor
CORO
II
Tu
cultura, grandeza y talento Tucupido,
la luz de una estrella
Pueblo
amado de eximia virtud, En
tu cielo la puso el creador
Son
emblemas que exhibes al viento Como
lámpara mística y bella
Cual
blasón de inmortal juventud Que
te da su divino fulgor
CORO
III
Hoy
tu gente es un cálido ejemplo Dios
bendiga el terrón floreciente
De
alegría, de fe y hermandad Donde
mora la paz del hogar
Y
en su fiel corazón lleva un templo Y
en que nadie doblega la frente
De
esperanza, valor y lealtad Si
el destino nos quiere humillar
CORO
Antología de la Antigua y la Actual Poesía Guayanesa
Domingo Solórzano
(Tucupido, Estado Guárico, 1946)
Reside
en Ciudad Bolívar desde hace más de 25 años, y aunque desde su juventud ingresó
a la docencia de núcleos escolares rurales en Cerro Grande, un vecindario
cercano a Tucupido, puede decirse que su formación literaria la adquirió en
Guayana, donde se integró a la Red Nacional de Escritores, a la Asociación de
escritores de Venezuela y al Movimiento Pedagógico “El Porche Literario”.
Además ha sido columnista de los periódicos locales “El Expreso” y El
Progreso”, y ha participado entusiastamente en el grupo “La Barca de Oro”.
También su vocación docente y poética la ha alternado con actividades políticas
y sociales: fue dirigente del partido Socialcristiano en su pueblo natal, en donde
llegó a ser concejal por este partido, también se ha abierto a la investigación
folclórica e histórica, tópicos sobre los que ha escrito muchos ensayos, casi
todos ellos inéditos hasta la fecha. Ha publicado los libros “La Vaca Conuquera”
(Impresos Copy Flash, Ciudad Bolívar 2012), y De Tamanaco a Orinoco” (El Perro
y La Rana, 2013), el primero de ellos prologado por Oscar Pirrongelli Seijas.
Podemos
afirmar que no hay actividad cultural en Tucupido, Valle de La Pascua y Ciudad
Bolívar donde no esté presente Domingo Solórzano, un llanero sencillote, amigo
sincero e íntegro. La mayoría de sus poemas no han sido ordenados en un volumen
orgánico, sino que andan sueltos en periódicos o suplementos literarios de las poblaciones
arriba citadas. De ellas hemos seleccionado para muestrario las que a
continuación se presentan, todas de tinte ameno y alegre, donde no se deja
notar el más leve resquemor de amargura, todos ellos entresacados de los
cuentos y crónicas que el autor suele intercalar en sus narraciones.
Actualmente
está entregado a la enseñanza de la doctrina cristiana.
AVENTURAS EN LA CAMIONETA FORD LLAMADA “LA
CALANDRIA”
I
Un día domingo de marzo
en Tucupido yo estaba
y me embarqué en “La Calandria”
que a Cerro Grande
viajaba.
Recuerdo que al bar “La Viuda”
Juan Domingo me invitaba,
con Negro Leal y Simón Laucho
una cerveza tomaba.
El amigo Pedro Porras
muy risueño acompañaba,
Regino Aular, el cuatrista
el ratón se le pasaba.
Dijo Gregorio Martínez
mientras La Viuda miraba:
No se vayan que hay más caña
Y cerveza nos brindaba.
Con reales de la cochina
que en los bolsillos cargaba
recuerdo que gente fina
en ese carro no andaba.
El amigo Ángel Pedrique
Pa´ la tensión que sufría
sus pastillas se tomaba,
como a las dos de la tarde
al puerto de El Dos llegaba
a tomar cerveza fría
y a gozar del panorama.
Después de pasar un rato
“La Calandria” ya arrancaba
Con rumbo hacia Cerro Grande
que era la meta esperada.
II
Aquella Guayaba Verde
con alegría yo cantaba,
mi compay José Gregorio
veinte estornudos echaba
por efecto de la caña
y el tierrero que
tragaba.
A las cuatro de la tarde
a Cerro Grande llegaba.
Dijo Alejandro Charaima:
tengo muchacha en la casa;
si quieren yo los invito
a comer gallina en salsa.
Que no vaya Joseíto
porque no les deja
papas.
Por cierto que la gallina
que en esa tarde expiraba
nos la regaló Alejandro,
Graterol nos explicaba.
Como a las seis de la tarde
nos comimos la jabada.
El compañero Cruz Guaita
a la mesa se arrimaba;
Juan Machuca llega tarde,
por la herida resollaba
porque no comió gallina,
mucho menos carne
asada.
Estas fueron correrías
de amigos entre parrandas
que entre chistes y palitos
pasaron fin de semana.
Y este corrió se llama
Aventura en La Calandria.
NOTA:
Tardíamente nos hemos enterado de que Domingo Solórzano ha lanzado al aire un
pequeño folleto titulado “Aura de Recuerdos”, en el cual recoge un resumen
antológico de sus creaciones poéticas entre los años 1970 y 2004.
De
esta pequeña antología elaborada por el propio autor seleccionamos el que está
más entrañablemente ligado a la región guayanesa:
Orinoco
Noche clara, fría, decembrina
a contemplar la belleza nos llama;
cual susurro musical de palma
la inquietud del oleaje se avecina.
Se
divisa en lontananza
nervioso, bello,
el juguetear de las aguas,
al vaivén se mecen las piraguas
semejando pinceles de esperanza.
Admito
que me siento poeta
admirando del agua su belleza,
que siempre está exenta de tristeza
y parece del cielo generosa puerta.
Las
nubes y tu Orinoco son hermanos
cuando los creó la madre natura,
les cedió toda su hermosura
y que fueran en riquezas soberanos.
Entre
el llano y la montaña
van tus aguas cantarinas,
el rumor suave de la brisa le baña
cuando en pos del auge de tus minas.
Sobre
ti se proyectó incólume
la gloria tan señera de Bolívar,
en ti paladeó el almíbar
su grandeza, cuando al cielo sube.
Te
canto, sí, Orinoco, te canto,
lo hago junto al lucero
y se me nublan los ojos en llanto
en mi sentir tan llanero.
Quizás
sea de tristeza o tal vez de melancolía
pues la luz de las estrellas
viendo tus noches tan bellas
me han hecho jurar que volvía.
¡Orinoco! Frente a ti está un hermano
comparando tu fuerte oleaje
con fuerza y tropel de caballo y llano
Con el ritmo del arpa en su cordaje
con vaivén de pajonal en sabana
que se mece con la brisa soberana,
con el recio de la copla y el pasaje
que viajan contigo, Orinoco
desde Angostura y Parmana.
Un
manantial de ternura
te dejo con mi sentimiento,
y la inspiración que siento
la dedico a tu hermosura.
El río
Orinoco ha sido motivo de inspiración por grandes poetas desde el mismo año de
su descubrimiento. Aun hoy existen evidencias de cantos ancestrales entre las
etnias guaraos, cariñas, piaroas, panares y kerales que habitaron en sus
cercanías. Muchos cantores modernos le han tributado elogios, como Neruda,
Andrés Eloy Blanco, Concepción Acevedo de Taylhardat, Jean Aristeguieta, Luz
Machado, Guillermina Mimina Lezama, Eucario García Rivas, Domingo Solórzano, Girelda Centeno, Francisco Arévalo, Gilberto Marfissi,
Oscar Pirrongelli Seijas, Abraham Salloum Bitar, etc. mientras que novelistas venezolanos
y extranjeros lo han ensalzado en sus obras, como Julio Verne, Rómulo Gallegos,
Diógenes Troncone, Oscar Pirrongelli Seijas y Lusete Alves, entre otros. (N. del
R.)
Algunas publicaciones:
Domingo Solórzano:
Aura de Recuerdos.-
Impresos Copy Flas C.A., Ciudad Bolívar, Estado Bolívar, Venezuela, 2012.
Domingo Solórzano:
De Tamanaco a Orinoco.-
Ministerio de la Cultura,
Fundación Editorial El
Perro y la Rana, Colección
Crónicas Históricas,
Ciudad Bolívar, Venezuela,
2013.
Domingo Solórzano:
La Vaca Conuquera y
Otros Relatos.- Impresos Copy
Flash C.A., Ciudad Bolívar, Estado Bolívar, Venezuela, 2012.
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