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REFLEXIONES SOBRE UN ANTES Y UN DESPUÉS DE LAS PRINCIPALES ACTIVIDADES DE TUCUPIDO - Alejandro Berroeta

 


La gente de Tucupido ha cosechado durante años maíz y sorgo, entre otros productos agrícolas. Ha visto también llegar a la gente en busca del petróleo; supo de lo agreste del duro trabajar la tierra y la avalancha a borbotones de gente auscultando las entrañas de la misma en busca del oro negro. Estas últimas manifestaciones de actividad, cambió la apacible hasta entonces, población bucólica del terruño tucupidense en  las década del 40 y 50. ¿Sabe el tucupidense qué cultivó? ¿Saben mis paisanos algo de la actividad petrolera en si?. Trataré aquí con la sapiencia de ese ilustre barquisimetano Pedro Elías Sequera Tamayo en su obra “El Canto de la Candela, transcribir que opinión se tiene sobre la agricultura y el petróleo y dar un poco de luz a los habitantes de mi villorio; y sepan un poco más de las dos actividades que marcaron un antes y un después en aquellas labores que de una u otra manera, hicieron por así decirlo, y para siempre la justificación de una vida, y dar así con esta experiencia acumulada durante muchos años, un ejemplo a seguir por las nuevas generaciones necesitadas de modelo, magisterio de costumbres.

Comenzaron a abrirse oficinas llamadas empleadoras o de reporte, que encontraron respuesta entre los obreros y trabajadores del campo que en ese entonces devengaban un bolívar y hasta uno cincuenta diario. La Venezuela Atlantic Company ofrecía en su reclutamiento entre ocho y diez bolívares diarios, lo que provocó literalmente hablando,  una desbandada de campesinos hacia el pueblo. Los campos quedaron desolados, los conucos y parcelas abandonados y una nueva actividad más lucrativa y productiva se levantaba como torbellino, desplazando todo vestigio de aquella vida pueblerina. Conuqueros y parceleros dejaron el maíz doblado, los frijoles y las yucas sin limpiar. Crecieron el monte y la desidia, y el abandono total se apoderó de todo. Deslumbrados por el esnobismo, muchos emigraron de sus lares, unos por un tiempo, otros para siempre, sin importar su mujer, sus hijos, sus compromisos y su vida familiar. Aumentó considerablemente la población. Llegaron gente de otras tierras, de oriente, occidente, centro y sur, que colmaron los espacios vacíos y las casas abandonadas adquirieron nuevas ambientaciones con flores, cortinas y adornos en puertas y ventanas. Se multiplicaron tiendas y comercios, los solares revivieron con nueva construcción, aumentaron las demandas del comercio de labios, sonrisas, vientres, caderas y favores. Con el devenir escasearon los espacios; y en muchas casas, sin perder la oportunidad, dividieron sus paredes con tabiques de cartón, para ofrecer albergue o amor fácil a los asiduos visitantes venidos de otra región. La Coquimba, La Colorada, Carmen la Flaca, fueron originales nombres que surgieron en este nuevo mercado que con alegría y beneplácito  celebraban los de sexo masculino, olvidando momentánea-mente, los nombres de: La Pelona o la Rancho Grande, en honor a su vasta experiencia, que habían deleitado al pueblo durante muchos años con generosos y gratos recuerdos.

Las torres de petróleo y los mechurrios ondeando en el horizonte sustituyeron a los grandes árboles y a la imponente vegetación que embellecían el paisaje, cambiando aquella espesura por grandes armaduras de hierro y llamaradas de fuego agitadas por el viento, invadiendo los espacios de aquella “alfombra verde” de inmenso cielo azul. En torno a los campamentos provisionales pululaban los trabajadores. Las chicas a su alrededor ofrecían sus encantos y favores ante el torrente de dinero llegado de improviso.

Así Don Pedro Elías, cuando me dedicaste ese magnífico libro, allá hace más de diez años, me dijiste que ojalá fuera de mi agrado, y te diré que no solo me agradó, sino que esos sabios conocimientos tuyos sobre la tierra y sus cultivos, sobre el petróleo y su significación para el desarrollo de los pueblos, lo transmití a mi pueblo que para bien o para mal, vivió, si así puede decirse, de la explotación de estos dos rubros. Así mi querido Don Pedro Elías, gracias, por hacer llegar a mi pueblo Tucupido, un rincón llanero del Guárico, estas valiosas apreciaciones, que entre otras, haces gala en el tratamiento de la agricultura y del petróleo, y como tú dices en tu magnífica obra, son verdaderas cosechas del sol. 

 LA AGRICULTURA Y EL PETRÓLEO SON LA COSECHA DEL SOL 

El proceso agroecológico de una cosecha cualquiera no es otra cosa que el resultado de un mecanismo bioquímico consistente en capturar o atrapar la luz solar mediante la clorofila contenida en las hojas de las plantas, esa irradiación es convertida en energía biológica, a través del proceso fotosintético que ocurre dentro del tejido interno del follaje; allí se añade a la fijación del anhídrido carbónico (CO2) contenido en el aire, la presencia del agua proveniente del suelo. Esta penetra a la planta por métodos físicos tejiculares de dirección y conducción. Con la suma de esos dos elementos se logra almacenar la energía solar (proceso bioquímico) en forma de hidratos de carbono primarios. De ahí en adelante son sintetizados los monosacáridos, los bisacáridos, los polisacáridos, la celulosa, los aminoácidos, los ácidos grasos, los almidones, las proteínas y otros. Estos productos son representados en el mercado consumidor, por cereales tales como maíz, trigo, avena, cebada, sorgo y arroz; también por madera (celulosa), fibra, aceites de algodón y soya.

Igualmente, se logran proteínas vegetales muy importantes como las provenientes de las leguminosas, como las caraotas, arvejas, garbanzos, habas y otras.

En realidad lo que sucede es que los fenómenos naturales logran transformar la fibra y proteína vegetal contenida en los pastos, en carne, leche y otros derivados tales como vísceras, huesos, cueros, trastes y otros. Dentro de la dieta normal están las frutas, hortalizas, tubérculos, en fin una multiplicidad de productos provenientes de la conjunción de vectores naturales condensados dentro de procesos bioquímicos, que se convierten en infinitos renglones de consumo de primera necesidad para el hombre.

El proceso dentro de la naturaleza, se cumple en mayor o menor grado desde el punto de vista agroecológico, pero el problema surge cuando interviene el hombre con actuaciones no claras que agigantan las dudas convirtiéndolas en un enorme rompecabezas difícil de armar. Por ello cualquier estrategia política debe ser a largo plazo, progresista y coherente, pues de otra forma, todo sería “pan para hoy y hambre para mañana”.

Existen algunos países donde pareciera ser un enorme “pecado” crecer exitosamente, de esto no se escapa la agricultura y peor aún, cuando en esta actividad gravitan enormes e incontrolables riesgos, como la competencia con los eventos naturales y la agresión de elementos climáticos, la constante envestida política a la propiedad de la tierra que desilusionan al productor, que necesita trabajar a largo plazo e introducir nuevos métodos, que aunque costosos, son necesarios para poder competir y acceder con éxito a los mercados internacionales, después de haber cumplido con las necesidades propias del país.

En Venezuela la agricultura tiene que competir con el petróleo, que procede de una industria extractiva de gran inversión que hace aflorar a la superficie una vena de aceite mineral natural que como una gran alcancía ha sido guardado en el vientre terráqueo. Todo ello esta constituido por una mezcla de hidrocarburos y otros compuestos orgánicos, que como es sabido, proceden de la descomposición de substancias orgánicas fotosintetizadas hace milenios, que han sido sometidas a una enorme presión en conjunción con una gran actividad microbiana anaeróbica que se realiza dentro de lo más profundo del subsuelo.

Como no todo es perfecto, sobre la industria petrolera converge un factor de rebote negativo, que surge cuando los usuarios utilizan su producto que al gastarse parcialmente producen una combustión incompleta y expelen en forma residual enormes cantidades de anhídrido carbónico (CO2) y monóxido de carbono (CO). A consecuencia de esa reacción incompleta se produce el perjudicial efecto “invernadero” que induce el recalentamiento de los océanos y sus consecuencias, hoy por hoy, muy alarmantes pues alteran el equilibrio terráqueo.

Tal como se digo antes, las enormes reservas de energía oleosa almacenadas en el vientre de la tierra, se deben entre otras cosas, a la fijación fotosintética diurna durante millones de años donde la luz solar fue atrapada por aquellos bosques que existieron y mediante un mecanismo especializado almacenado, bajo alta presión grandes vetas de carbón, gas y petróleo.

Al extraer esta energía guardada (no renovable), y comercializarla se convierte en dólares y este recurso pareciera ser mas económico para el ávido bolsillo cortoplacista, dispuesto a comprar con esa divisa internacional productos agropecuarios subsidiados en otros países. Esto pareciera una repetición de lo ocurrido con Cristóbal Colón cuando llegó a las Indias Occidentales y los conquistadores cambiaban espejitos y baratijas a los indígenas por oro puro que atesoraban los aborígenes sin darse cuenta de su enorme valor.

Los desajustes como el fenómeno llamado “El Niño”, lo que acaba de ocurrir en New Orleans con Katrina, constituyen ejemplos de cómo la ecuación del progreso económico va limitada por incógnitas naturales que la frenan, pues se ha creado una enorme deuda ecológica que gravita sobre el crecimiento humano.

Tengo la duda que a través de la política agropecuaria aplicada en nuestro país, pudiésemos cubrir en algunos rubros los requerimientos nutricionales de la población venezolana. La política estatal agropecuaria siempre ha sido preñada de improvisaciones, ignorancia y saltos que están ligados estrechamente al espíritu del gobernante de turno.

Existieron algunos planes que pudieran considerarse medianamente buenos, pero cuando casi se cree lograda la meta establecida, ¡zuás!, surge la guillotina del atraso para cortar del cuajo y desmembrar la estructura de la política anterior; es decir, no ha existido continuidad  en los programas nacionales, lo que es muy lamentable, pues para obtener resultados favorables en cualquier renglón agropecuario se requiere el esfuerzo continuo de por lo menos tres generaciones, con una vocación a toda prueba mantenida con liderazgo, paciencia, serenidad, determinación, esperanza, resolución, ánimo, decisión, coraje, denuedo y estar dotado de una conducta casi marcial.

La escasez de combustible a nivel mundial disparó los precios de energía fósil a niveles elevados y aún así, la demanda sigue aumentando, principalmente por la presencia de China y la India, países superpoblados que han dejado de ser emergentes para constituirse en verdaderos baluartes de la economía mundial.

La elevación de precios de los hidrocarburos permiten que las arenas  bituminosas del Norte de América y el bitumen del Orinoco sean más apreciados y, en fin, cualquier esfuerzo en dirección a la localización de energía por costoso que fuere cobra actualidad, de ahí el posible uso futuro de energía proveniente de la hidrólisis del agua; el etanol de la caña de azúcar, el maíz, el trigo, la uva y la remolacha azucarera. El uso de las oleaginosas para la producción de biodiesel, el marcado interés por la peligrosa energía atómica (recordar Chernobyl); la eólica, la hidráulica y la solar.

En fin, los políticos se encuentran ahora ante una enorme interrogante que consiste en la posible super escasez  de “Commodities”, tales como la de los productos agrícolas cuyos excedentes escasearían y por ello sobrevendría un forcejeo político de países agroproductores con aquellos que no obstante tienen altas divisas petroleras, no producen comida y por ello tendrían que negociar a base de trueque o con precios elevadísimos.

Serán las organizaciones políticas globales aquellas que tendrán que solucionar esta novedosa situación de estira y encoge económico que seguramente vendrá en la lucha por el crecimiento.

Los desajustes de la naturaleza se pagan con siniestros, y el continuo mal uso de los recursos naturales puede llevar a un país a ser sujeto de la caridad internacional.


BIBLIOGRAFIA 

1.  Berroeta, Alejandro (2011) “Tucupido Pasos de su Gente”. Talleres Litográficos  de Miguel Angel García e Hijo, S.R.L. Caracas, Venezuela.

2.  Idem. (2005) “Tucupido es el Nombre del Recuerdo”. Editora Tercer Milenium, C.A. Los Teques, Venezuela.

3.  Sequera Tamayo, Pedro E. (2007) “El Canto de la Candela. Educen C.A.

  

RESUMEN CURRICULAR

Alejandro Berroeta

Oriundo de Tucupido, Estado Guárico. Maestro graduado (1955). Profesor graduado del Instituto Pedagógico Nacional (1964). Cursos de Postgrado en la Universidad de Wissconsin, U.S.A. (1972) e Instituciones Coloniales, I.P.N. (1973). Articulista y corresponsal para diarios nacionales,  director y fundador del semanario “El Demócrata”, San Carlos, Estado Cojedes (1959-60).

Autor de las siguientes obras: “Geografía Económica de Venezuela”, “Historia de Venezuela”, “Geografía de Venezuela”, “Historia de Educación Adultos y Parasistemas”, “Breve Ensayo sobre José Antonio Páez”, “Tucupido es el nombre del Recuerdo” y “Tucupido, pasos de su gente”.

Ponente en los diferentes Encuentros de Historiadores y Cronistas, celebrados en Valle de la Pascua, Ortiz y Tucupido.

Ejerció el cargo de Director de Deportes del Ministerio de Obras Públicas a nivel nacional y director de personal del I.P.A.S.M.E. de la Junta Directiva Nacional.

Posee varias condecoraciones, diplomas y distinciones docentes, donde laboró por más de treinta años. Ocupó todos los cargos en la docencia a nivel regional y nacional.

Actualmente es Director de Educación y Cultura de la Fundación “Juntos por Tucupido”.

Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela.


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