La
pisada grande de un músico nacido con pie pequeño.
1.-
Un mundo extraño.
Armando
Reverón no estaba loco. Aún, cuando el diagnóstico de los médicos así lo
confirmase y su comportamiento externo nos aproximara a esa misma reflexión,
Armando Reverón no estaba loco, tan solo lo parecía. Lo de él era un extraño
mundo de ilusiones, de exaltadas fantasías y creaciones geniales de un artista.
Él
era capaz de transformar el sol, sobre el tranquilo cielo de Macuto, en el
blanco más bello y más intenso de la luz del trópico. Jugar con el color azul
profundo de un mar embravecido y el azul más claro, de las aguas tranquilas en
los remansos de las playas de Caraballeda, bordeadas de viejos uveros. El toque
leve de su pincelada, unido a la fuerza de un color apenas sugerido, hacía que
sus cuadros tuvieran que mirarse de lejos, en un esfuerzo por tratar de
penetrar en su universo misterioso. Entonces, no estaba tan loco. Solo lo
parecía.
En
la música, nunca hemos tenido a un artista ni siquiera semejante. Pero sí
existe uno, que a fuerza de tropezar con los escollos del día a día, la
incomprensión de sus colegas, la calumnia de sus detractores, el aislamiento y
la amenaza de algo que para un creador es aún peor que la muerte: el olvido;
terminó también en un extraño mundo, surcado de privaciones económicas y teñido
con los colores grises de una inmensa soledad. Estamos hablando de Rafael
Rengifo, un músico del llano guariqueño -nacido en Tucupido el 24 de octubre en
1937- en el seno de una familia muy humilde, sin ninguna posibilidad económica
para asegurarle cualquier tipo de educación. Por consiguiente, desde su
nacimiento supo, que tan solo podría llegar hasta el lugar a donde lo condujera
la fuerza de sus propios pasos, unos trancos muy pequeños, propios de la gente
humilde de la Venezuela olvidada.
2.-
Los pasos iniciales.
Comenzó
sus estudios musicales a la edad de 9 años con Rufo Pérez Salomón, en la recién
fundada escuela de música de Tucupido. El gobernador del estado Guarico,
Ricardo Montilla, dispuso a la sazón, abrir una escuela y establecer una banda
en ese apartado rincón del llano guariqueño (1946). Rengifo es uno de los
primeros alumnos de la escuela y posteriormente, niño integrante de la banda. A
los pocos meses de iniciar su preparación musical, compuso su primera pieza, un
dúo de violines. Su maestro solía decirle: “Sigue el ejemplo de Antonio
Estévez, un muchacho de esta tierra, de Calabozo. Con su esfuerzo, estudio y
mucho talento, como tienes tú, llegó a ser uno de los mejores músicos del país
y alcanzó también prestigio internacional.” Entonces, el joven Rengifo se anima
a ser un músico a tiempo completo. Tenía que ganarse el sustento y para ello,
anduvo deambulando a través de numerosas bandas como ejecutante de diversos
instrumentos -Tucupido, Valle de La Pascua, Los Teques, Maracay, Maracaibo-
Pero, sobre todo, nunca dejó de componer interesantes piezas para el repertorio
de las bandas.
Entonces
ocurre un hecho providencial, en Maracaibo encuentra a un músico maravilloso,
Cayetano Martucci -compositor, con un repertorio que está presente en todas las
bandas de Venezuela, director de la Banda Bolívar del estado Zulia y educador
de un centenar de músicos que dan lustre a esa región- Martucci se percata del
talento de un joven compositor de 20 años y en forma generosa, prepara un
concierto con la referida banda, bajo la dirección del mismo Rengifo, donde
interpreta una fantasía sinfónica intitulada Venezuela Heroica (Inspirada en la
obra homónima de Eduardo Blanco. Se dice también, que la composición nada tuvo
que ver con la obra literaria, sino más bien con la gesta heroica del pueblo
venezolano, que culminó el 23 de enero de 1958 con el derrocamiento de una de
las dictaduras más execrables de América latina). En todo caso, el talento de
Rengifo no pasó desapercibido. Su presencia se hizo notar y el público de
Maracaibo comenzó a reflexionar, acerca de la forma de prestar ayuda a la
formación de un joven músico con un futuro prometedor.
Rengifo
viaja a Caracas, visita en la Escuela Superior de Música de Santa Capilla a
Antonio Estévez, el ejemplo a seguir según su viejo maestro y le presenta un
Cuarteto de cuerdas. La escritura musical de Rengifo es garrapateada,
desordenada, más propia de un autodidacta de llano adentro, que de un estudioso
de la academia. Estévez reacciona en forma colérica. “Eso no es la manera
adecuada de presentar un trabajo. No es posible, ni siquiera, seguir la línea
vertical de un acorde”. Rengifo se retiró humillado. Nunca más volvió a buscar
a su coterráneo y menos aún, se acercó de nuevo a quien debía considerar su
paradigma.
3.-
Período de formación en Italia.
Rengifo
decide marcharse a Italia. Con este propósito reúne una bolsa de viaje
proveniente de lo recogido en un concierto y a esto agrega, a modo de precario
equipaje, la promesa del Concejo Municipal de Maracaibo de enviarle una
asignación mensual. El día 13 de octubre de 1958, embarcó en el vapor Sorrento
de la Flota Lauro, en un viaje que habría de cambiar el curso de su vida y lo
proyectaría desde su condición de anónimo músico de bandas, a un lugar que se
trazó como meta en el mejor de sus sueños de adolescente, ser un compositor de
música académica, de formación italiana, autor de una de las más grandes producciones
de música orquestal contemporánea que existe en Venezuela.
En
Roma se instaló en el Quartiere Nomentano, concretamente en Piazza Bologna, en
los predios de la Universitá degli studii y frecuentó durante 5 años las
lecciones de Olivio da Domenico, Vincenzo Davico y Virgilio Motari,
catedráticos del Conservatorio de Santa Cecilia de Roma. Su estilo de vida
siempre fue un riguroso ritual: asistir a clases, estudiar, caminar en las
tardes por una ciudad a la que amaba profundamente, componer música y asistir
en solitario a los conciertos. No hizo otra cosa, su única distracción y
compañía era la música, jamás tomó vacaciones ¿para qué? componer música era el
más placentero asueto. La asignación mensual procedente del Concejo Municipal
de Maracaibo, la empleaba para pagar una modesta pieza alquilada en una casa de
familia, en los gastos de una sola comida preparada en hogares italianos de
bajos recursos, como hacían en general los estudiantes de provincia. La mesada
daba también para pagar el alquiler de un piano, la adquisición de libros y
partituras, la cancelación de lecciones privadas, la caligrafía e impresión de
su obra musical y la compra de un traje de etiqueta para sus actuaciones
profesionales, que le sirvió a menudo, como prenda de empeño en momentos de
dificultades. Nunca quitó dinero prestado, ni aceptaba invitaciones a fiestas o
a tocar “música banal”, como él la llamaba. Los estudiantes latinoamericanos le
llamaban “el Maestro Rengifo”, sus amigos italianos -quienes lo tenían en gran
estima- solían usar un apodo cariñoso, que no era de su agrado y él nunca
aceptó: il musichieretto.
Al
mismo tiempo que estudia y desarrolla sus conocimientos, acumula ideas y da
inicio a su producción musical. Comienza por destruir todas las obras que
escribió antes de llegar a Italia (a excepción de una sola: Paisaje en el
horizonte. Suite sinfónica, 1957). Quiere que su música sea totalmente nueva,
acorde con su renacimiento personal y cultural. Se da a la tarea de componer
obras de gran formato y al cabo de cinco años de permanencia en Italia
(1958-1963) tiene 18 composiciones, a saber: 5 sinfonías, 3 poemas sinfónicos,
2 oberturas, 2 suite sinfónicas, 4 cuartetos para cuerdas y 1 quinteto para
instrumentos de viento y la suite que no descartó. Con el fruto de sus
esfuerzos y muchas esperanzas en su equipaje, comienza a desandar su camino.
Un
músico a quien trataron de cerrarle las puertas en su país, pero él supo
abrirlas desde el extranjero
4.-
El regreso a Venezuela
Para el momento del regreso de Rafael Rengifo a Venezuela (1963), quienes tenían el poder de promover o no a los músicos, con aspiraciones de tomar esta profesión como un medio de vida, estaban alineados en dos corrientes, con formas de pensar e intereses contrapuestos en su manera de concebir la música dentro de la sociedad venezolana. Por una parte, los mentores de la dupla “intelectual-izquierdista”, artistas de mucho prestigio e influencia, que otorgaban premios y distinciones a sus pares. Estos formaban el grupo más numeroso en las artes plásticas, literatura, teatro y en menor medida en la música. Por la otra, los músicos formados y en conexión con la llamada escuela de Santa Capilla regentada por el maestro Vicente Emilio Sojo. Ellos se comportaban de la manera más arrogante, soberbia e indiferente, con quienes no formaban parte de ese entorno muy exclusivo, de tan solo veintidós músicos: los graduados por Sojo en treinta años de su cátedra de composición, más sus adláteres y adulantes.
Desafortunadamente,
la nave de Rengifo calafateada con la música de su juventud y del período
italiano, no navegaba sobre las ondas de esas corrientes, en consecuencia, no
se le permitiría aproar y desde algún lugar echar el ancla. A él se le hizo muy
difícil encontrar trabajo y lograr que alguien se interesase en dar a conocer
su música. Solía contar, que cuando se entrevistó con el maestro Pedro Antonio
Ríos Reina y le presentó sus 5 sinfonías- esta vez cuidadosamente caligrafiadas
por copistas italianos, en lo cual había invertido la mayor parte de sus
ahorros- éste le manifestó con su inconfundible acento tachirense: “usted cree,
que nosotros en la Orquesta Sinfónica Venezuela estamos obligados a tocar su
música, solamente porque usted estudió en Italia. Pues, no señor, usted está
equivocado”. Rengifo nunca más se acercó a él y con Vicente Emilio Sojo jamás
tuvo aproximación alguna. No se sabe tampoco, si alguno de ellos, aunque fuese
tan solo por pura curiosidad, asistió a un concierto para escuchar la música de
Rafael Rengifo.
Ahora
bien, si en su propio país le cerraron las puertas en sus narices, Rengifo
disponía de varias herramientas para abrirlas: Capacidad. A la edad de 26 años
contaba con una obra musical de 18 composiciones, algo sólido, que no existía
en el arsenal de otros músicos de su misma camada y lo que resultaba más
inusitado, en músicos de generaciones anteriores. Dinamismo. En la década de
los 60 vivían en Caracas muchísimos guariqueños de actuación destacada en la
vida política, económica y cultural venezolanas. En una conferencia del Prof.
Pedro Díaz Seijas, sobre el aporte del Guarico a las fuerzas vivas del país,
nombra a más de 30 guariqueños, ubicados en todas las áreas del quehacer
humano. Pues bien, Rengifo se dedicó a visitarlos a todos, para darse a conocer
como un artista, que quería sumar su esfuerzo, a lo que estaba haciendo su
grupo regional. En esa ocasión, sí que fue acogido por sus coterráneos, en
forma solidaria. Tenacidad. En los 5 años que había vivido en Europa, conoció a
mucha gente que lo ayudó a realizar algunos conciertos, especialmente en
Italia. Entonces, recurrió nuevamente a sus amigos en el extranjero para tocar
su música fuera del país.
Grosso
modo, sin seguir un orden riguroso, comienza por viajar a Bogotá, donde dirige
la Orquesta Sinfónica de Bogotá, en el Teatro Colón de esa ciudad; luego a
Quito para dirigir la Orquesta Sinfónica de Ecuador. En México, en calidad de
invitado especial dirige en el Palacio de Bellas Artes, la Orquesta Sinfónica
del Estado de México. Es invitado por el gobierno de Egipto para conducir la
Orquesta Sinfónica de El Cairo. (Estamos hablando siempre de conciertos para la
ejecución de sus propias obras). Así mismo, su obra musical fue estudiada en 4
universidades de los Estados Unidos de América, con el objeto de seleccionar
una parte, que fue ejecutada en las Universidades de Indiana –a través de la
Orquesta Sinfónica de Indianápolis- e Illinois, con la Orquesta Sinfónica de la
Universidad de Chicago. Es oportuno también destacar que la Orquesta Sinfónica
de Pittsburg, en esta misma gira, estrenó su Concierto para instrumentos de
viento y percusión. Por otra parte, en la Biblioteca del Congreso en
Washington, se ejecuta su música de cámara. En 1969, viaja a Italia para
dirigir la Orchestra da Cámara di Roma, con la cual estrena su Concierto Nº 1
para violín, con la actuación de Claudio Bucarella, como solista. En 1982, la
televisión italiana (RAI) grabó su concierto realizado en el Foro Itálico en
Roma, como parte de un festival que contó con la participación de 22 países de
América, África, Asia y Oceanía, lo cual le dio una gran proyección
internacional. Es oportuno señalar, que en todas estas actividades no intervino
el gobierno venezolano, ni en complicados lobbys ni en la cobertura de gasto
alguno. Las invitaciones llegaron del extranjero. Pero, lo más importante de
todo esto, es que Rengifo comienza a caminar con pasos firmes y seguros en su propio
país y a ser mirado como un músico de importancia y de respeto dentro de la
cultura venezolana. Aunque tuvo que esperar 11 años, para que la Orquesta
Sinfónica Venezuela se decidiera a tocar una sola de sus obras: su Primera
Sinfonía. ¡Que mezquindad!
5.-
Características de su obra musical.
Lo
que distingue la música de Rafael Rengifo es una permanente búsqueda de la
grandeza, entendida en la acepción más amplia de esta palabra: a) Majestad,
poder y heroísmo como atributos que lo guían en la selección de los personajes
que aparecen en el trasfondo de sus obras; b) lo más ampuloso y colosal, en la
escogencia de las formas musicales que le servirán de medio de expresión, esto
es, las grandes formas de la música orquestal: sinfonías, cantatas, oratorios, oberturas,
poemas sinfónicos, etc. Lo de Rengifo es el formato grande, con él no
encuentran sitio los géneros chicos, como la canción, el vals y menos aún il
divertimento, para citar tan solo tres tipos de composiciones que le fueron
extrañas; c) la universalidad, como manifestación de grandeza frente a lo
regional o local; y, d) Elevación de espíritu y excelencia moral, para la
escogencia de los temas que inspiran sus obras. Examinemos por separado cada
uno de estos elementos
5,
I.- Majestad, poder y heroísmo en los personajes.
Rengifo
fue un niño soñador y después un adulto fiel a sus afectos de infancia, con una
permanente admiración por los personajes históricos que lo acompañaron en su
niñez y adolescencia. A la memoria de cinco de ellos, compuso cuatro oberturas
y un poema sinfónico: 1.- Alejandro Magno (1960), obertura dedicada al Rey de
Macedonia, quien llevó a cabo la más vasta empresa de conquistas, que condujo a
la difusión de la civilización griega y a la unidad cultural del mundo antiguo.
2.- David Rey y Profeta (1961). Obertura en honor al Rey David, segundo Rey de
Israel, unificador del pueblo judío y fundador de Jerusalén. Famoso por su
victoria sobre el gigante filisteo Goliat. 3.- Ricardo Corazón de León, Rey de
Inglaterra (1962), obertura dedicada a Ricardo I, hijo y sucesor de Enrique II,
llamado “Corazón de León”, quien dirigió la Tercera Cruzada. 4.- Un poema
sinfónico que tiene por nombre El caballero de la gloria en honor a Miguel de
Cervantes Saavedra, llamado también “El príncipe de los ingenios”, forjador a
través de su obra literaria El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de
una de las más altas expresiones del espíritu humano.
Sin
duda los personajes de las obras de Rengifo no van con el tiempo, más bien
escapan a él. Se trata de grandes figuras y héroes de la historia universal,
pero en la Venezuela de la segunda mitad del siglo XX, que se debatía entre
movimientos guerrilleros de extrema izquierda y una moderada tendencia liberal
por las libertades democráticas, nadie entendía porqué traer a colación a esta
gente, un tanto apartada de nuestras realidades cotidianas. 5.- Para concluir,
La Gloria de Simón Bolívar (1966), obertura dedicada a la memoria del
Libertador. Es la misma obra que compuso a los 19 años y destruyó a su llegada
a Roma. En esta oportunidad, hace una nueva versión sobre los mismos temas
musicales, que siempre guardó en su memoria.
5,
II.- Música orquestal.
Desde
sus inicios, Rengifo piensa en grandes efectos sonoros, en timbres orquestales
brillantes y suntuosos, que solamente una orquesta sinfónica puede producir,
con sus recursos de cuerdas, metales, maderas y toda la espléndida riqueza
sonora de los instrumentos de percusión. Por consiguiente, en la creación de su
música no pierde oportunidad, para propiciar y establecer un permanente dialogo
entre todos esos elementos. Con esto, él se sitúa para sus propósitos, en el
medio de las grandes formas de la música orquestal, y entre ellas escoge la de
mayor jerarquía: la sinfonía.
Como
se sabe la sinfonía es una forma musical consagrada por la tradición alemana,
esquematizada por Haydn y a través de Mozart y Beethoven introducida en la
música europea del siglo XIX. En Venezuela son muy pocos, por no decir casi
ninguno, los compositores que han abordado este género, prima facie nos
atreveríamos a señalar tan solo a dos: Carlos Figueredo y Rafael Rengifo, este
último, con sus nueve sinfonías.
5,
III.- Universalidad.
La
música de Rafael Rengifo no pertenece a un país en particular, sino como él
mismo lo expresa, a todos los pueblos. Por esa razón, él no usa motivos
folclóricos, ni de Venezuela ni de ninguna otra nación. Rengifo es un músico
que opta por lo formal, él maneja la idea que una obra musical vale por su
significado y después por su presentación. Su idea musical desarrolla todas las
posibilidades de exploración de la conciencia propia. Sus temas expresan un
modo muy personal de ver, sentir y dar la cara a la vida. El nunca se aproximó
a Vicente Emilio Sojo, fundador de la escuela nacionalista, ni los seguidores
de esta tendencia quisieron interesarse por su música. Él fue un outsaider
dentro del movimiento musical nacionalista que se gestaba en Venezuela, mientras
fue un estudiante y durante parte de su vida profesional.
5,
IV.- Temas de su música.
Ya
hemos dicho, que los temas de Rengifo no corren tomados de la mano con el
tiempo en que le tocó vivir. Ahora debemos agregar, que en consecuencia,
tampoco él hace concesiones a los hechos periodísticos, ni a los
acontecimientos circunstanciales. Un ejemplo esclarecedor es el motivo de
inspiración de su Novena Sinfonía (1982): la Batalla de Austerlitz. Una
sinfonía dedicada al mayor triunfo militar del Emperador Napoleón Bonaparte. De
nuevo nos encontramos con referencias remotas, extrañas a nuestra historia. Es
como si el compositor guariqueño, a través de sus sueños de niño, elevara su
vuelo para después posarse sobre la historia de Europa a modo de núcleo temático.
Otros
de sus temas están relacionados con la elevación del espíritu y la excelencia
moral, como son la glorificación de Cristo, el homenaje a los héroes, que
luchan por la liberación de sus pueblos de las condiciones de miseria,
insalubridad, carencia de posibilidades reales para la educación y procura de
un trabajo remunerativo. El mantenimiento de la paz y seguridad
internacionales. El amor a la naturaleza y la conservación del ambiente.
6.-
La obra musical de Rafael Rengifo.
Rengifo
escribió en total 48 composiciones, todas de gran formato: nueve sinfonías; dos
cantatas; un oratorio; cuatro poemas sinfónicos; cinco oberturas; cinco
conciertos; y, tres suites sinfónicas. A todo esto, se debe agregar tres suites
para cuerdas; una elegía; cuatro cuartetos para cuerdas; dos quintetos para
instrumentos de viento; un trío para piano, violín y violonchelo; una sonata
para piano; y, tres madrigales para coro mixto, escritos en un lenguaje
polifónico, tal vez lo más ligero que nunca más escribió en toda su vida.
Un
músico -poseedor de 58 piezas de gran factura- compositor de una sólida obra,
como han existido pocos en Venezuela.
6,
I.- Las nueve sinfonías.
6,
I, a.- Primera Sinfonía o “Sinfonía Solemne” (1959)
Es
una obra de la adolescencia, la primera que escribe en Italia, cuando era aún
un estudiante en el Conservatorio de Roma, en el segundo año de estudios
musicales. Es también su composición de mayor duración, una hora y veinte
minutos. La obra está dedicada, según sus propias palabras, “a los héroes que
luchan por la libertad de los pueblos”, al parecer, se refería en primera fila
a los patriotas venezolanos, en la guerra de independencia del imperio español.
Pero también asoma un mensaje de simpatía y solidaridad con los líderes de
África, Asia y otros países de América latina. La sinfonía consta de 4
movimientos: Andante cantábile, Allegro con brío, Allegretto gracioso, y
Allegro vivace. Esta obra permaneció inédita por espacio de 11 años, hasta su
estreno por la Orquesta Sinfónica Venezuela, bajo la dirección del autor, el 6
de junio de 1970. Posteriormente, ha sido interpretada por otras orquestas
fuera del país. Se le considera como su obra más conocida.
6,
I, b.- Segunda Sinfonía (1960). Es una obra de atmósfera paisajista y bucólica.
Con pasajes sombríos y trazos melancólicos. Consta de 4 movimientos: Andante
moderato, Allegro con fuoco, Andante expresivo, Allegro maestoso. Es más bien
breve, con una duración de media hora.
6,
I, c.- Tercera Sinfonía (1961)
Es
una sinfonía de cuatro movimientos: Allegro ma non troppo, Allegro spiritoso,
Andante expresivo, y Allegro maestoso. En ella se combinan temas de un exaltado
lirismo poético, en su primer movimiento, con aires de colorido y ritmo vivaz,
ejecutados a través del pizzicato de las cuerdas, y un permanente dialogo entre
maderas y vientos, en el segundo y tercer movimiento. El final es brillante,
impregnado de optimismo. Tiene una duración de una hora.
6,
I, d.- Cuarta Sinfonía (1962)
Es
una de sus sinfonías mejor logradas, la compuso a la edad de 25 años y con ella
comienza a dar señales de madurez intelectual. Los temas musicales evidencian
profundidad y la presentación de los mismos pone de manifiesto un excelente
dominio de la orquestación. La obra consta de cuatro movimientos: Allegro
maestoso, Andante malinconico, Allegretto gracioso y Allegro con furia.
6,
I, e.- Quinta Sinfonía. Sinfonía “Dramática” (1962)
El
drama a que se refiere esta obra es la guerra fría y la posibilidad de una
confrontación bélica entre las dos potencias nucleares de la época, con sus
consecuencias para la humanidad. El autor hace, en una forma muy sentida-
dramática como Rengifo prefiere decir- un llamamiento por la paz y la concordia
entre los hombres de buena voluntad. Es una de sus sinfonías de mayor duración,
una hora y quince minutos. Tiene 4 movimientos: Allegro ma non troppo, Andante
maestoso, Allegretto gracioso, y Allegro maestoso.
6,
I, f.- Sexta Sinfonía (1968)
Rengifo
escribe esta sinfonía durante una gira que realizó a los Estados Unidos de
América, concretamente a las ciudades de Nueva York, Filadelfia y Washington.
En particular, la última de las ciudades mencionadas despierta en él una gran
actividad creativa, no solo esboza los cuatro movimientos de la mencionada
sinfonía, sino que allí mismo escribe una suite sinfónica intitulada La
primavera de Washington. En esta sinfonía echa mano a una gran riqueza de
recursos orquestales, obtenidos de la percusión, para esto introduce
instrumentos que no había usado en otras de sus obras: xilófono, campanas y
muchos más. La sinfonía consta de 4 movimientos: Andante sostenuto, Allegro con
brío, Andante espressivo, y Allegro moderato y Allegro con fuoco.
6,
I, g.- Séptima Sinfonía (1974)
Es
una sinfonía bastante diferente a las anteriores. En la mayor parte de sus
composiciones orquestales, Rengifo cabalga sobre la idea que la obra musical
vale por su significado y en menor grado por su presentación. En esta
oportunidad, prevalece la idea que esta sinfonía vale por su forma: su trama y
su tejido sonoro. El autor se aleja de los timbres heroicos, usados para la
exaltación de los héroes y se dedica más bien a presentar un motivo, para proceder
después a su elaboración y desarrollo. Consta de 4 movimientos: Allegro ma non
troppo, Andante expresivo, Allegretto grazioso, y Allegro con brío. El tiempo
que media entre la sexta y la séptima es de seis años, lo que parece indicar un
mayor grado de madurez del autor y algunos cambios en la forma de concebir y
decir su música. Tiene una hora de duración.
6,
I, h.- Octava Sinfonía (1976)
Es
una obra de madurez, escrita cuando está a punto de cumplir 40 años. Los temas
que crea para estructurar los 4 movimientos de esta sinfonía son profundos y
meditativos, poseen además un gran sentido espiritual. La integran 4
movimientos Larghetto e Allegro con brío, Andante pastorale, Allegro spiritoso,
Allegro giocoso.
6,
I, h.- Novena Sinfonía (1982)
En
opinión de Rafael Rengifo esta es la pieza fundamental de su carrera como
compositor. Escrita a los 45 años de edad, en un período de madurez y en el que
disponía de tiempo suficiente para dedicarse por entero a esta obra, cuya
preparación le tomó 2 años. El tema central de la sinfonía es la Batalla de
Austerlitz, llamada también la “Batalla de los Tres Emperadores”, librada el 2
de diciembre de 1805, considerada por Rengifo como la más grandiosa de todas
las batallas. Por esa razón, él la escogió como tema de la más grandiosa de sus
sinfonías. En aquel escenario, a 5 kilómetros de la ciudad de Brno, en la
actual República Checa, se enfrentaron las fuerzas militares de los tres
imperios más poderosos de la época: el Primer Imperio Francés, personificado en
el Emperador Napoleón Bonaparte, el Imperio Ruso en el Zar Alejando I y el
Imperio Austriaco en el Emperador Habsburgo Francisco II.
Para
cantar la gloria de Bonaparte y a manera de apoteosis, Rengifo utiliza una
orquesta sinfónica ampliada, con un gran número de instrumentos de viento: ocho
cornos, cinco trompetas, cuatro trombones, una tuba; percusión numerosa y todas
las cuerdas redobladas. La sinfonía consta de cinco movimientos: Andante
maestoso, Allegro con brío, Andante fúnebre, Allegro triúnfale y Allegro con
fuoco.
6.
II.- Dos cantatas y un oratorio
6,
II, a.- Cantata para soprano y orquesta (1963)
Es
una obra de juventud que tiene como texto el poema de Rubén Darío Por el
influjo de la primavera. Aunque se trata de una conocida pieza literaria de
colores suaves e infinita dulzura, Rengifo en muchas ocasiones tiñe su música
con sombras intensas y tonalidades fuertes, propias de una creación vigorosa.
En estas circunstancias, se reclama la presencia de una soprano dramática, que
debe hacer frente a una orquesta densa, de entrabadas texturas armónicas. Por
supuesto, que existen escenas líricas, como reclama la poesía de Darío. Pero,
siempre en el fondo, cobra vida y se hace perceptible un sentimiento de
angustia, es el yo, los estados subjetivos y emocionales del compositor que se
materializan en su música y se sobreponen a esta fina poesía. Consta de tres
movimientos: Andante espresivo, Allegro moderato, y Adagio malinconico.
6,
II, b.- Cantata para solistas, coro y orquesta (1975)
La
Silva criolla de Francisco Lazo Martí (1869-1909), es una de las primeras obras
poéticas de alta significación que aparece en Venezuela a los inicios del siglo
XX. Se le suele considerar como un texto literario de carácter nativista, más
que modernista, donde el poeta canta a su tierra y se interna en la llanura
alzando un sentido vuelo lírico. Este mismo camino sería recorrido años más
tarde por Alberto Arvelo Torrealba con sus Glosas al cancionero y en modo
especial, en su amplio poema Florentino y el diablo, llevado a la música por
Antonio Estévez como tema de su conocida Cantata Criolla. Aunque Rengifo no se
aproxima a estas corrientes, él escogió el texto poético de Lazo Martí para
rendir un tributo a su región de origen, el llano venezolano, el mismo ámbito
geográfico de la quema, la copla y las lluvias, en que se movieron en épocas
distintas estos 4 músicos y poetas, que a su modo cantaron al Guárico.
6,
II, c.- Cristo en el Monte de los Olivos. Oratorio (1982)
El
Monte de los Olivos o Monte Oliveti, como también se le llama, es el lugar
donde Jesús profetizó la destrucción de Jerusalén y desde allí mismo, 40 días
después de su resurrección, subió a los cielos como el Mesiah, el Cristo
redentor, El Salvador. Los pasajes bíblicos relacionados con este episodio, son
el texto para esta obra de grandes proporciones, y al mismo tiempo, constituyen
el escenario escogido por Rafael Rengifo para su creación más importante, mejor
lograda, más madura y la cual, sin dudas, tendrá duración y vigencia en el
tiempo, como música religiosa universal lograda por un venezolano.
Se
trata de una obra de gran factura, concebida dentro de los moldes del oratorio
inglés creado por Georg Friedrich Haendel, para soprano, contralto, tenor,
barítono y bajo, coro mixto y orquesta sinfónica. Por supuesto, que Rengifo no
sigue a pie juntillas el estilo haendeliano y mucho menos lo trata de imitar.
El tratamiento que da a los coros es diferente, más bien se inclina por una
polifonía al estilo de Palestrina. El uso de los recursos de la orquesta es
completamente distinto, propio de un autor moderno; y la línea musical de los
cantantes es la seguida por un compositor contemporáneo, de corte original.
Cuando hablamos de oratorio inglés, a propósito de esta composición, lo hacemos
para referirnos a los atributos de los grandes oratorios, que están
consustanciados en esta obra. Esto es: il Sublime e il Maestoso.
6,
III.- Cinco conciertos.
Primer
concierto para violín y orquesta, (1965); Concierto para piano y orquesta
(1967); Concierto para corno y orquesta, (1974); Segundo concierto para violín
y orquesta, (1975); Concierto para viola y orquesta (1987); Concierto para
violonchelo y orquesta (1991); y, Concierto para clarinete y orquesta, (1992).
6,
IV.- Cuatro poemas sinfónicos.
El
caballero de la gloria, (1960); La primavera de Roma, (1961); La creación,
(1968); El canto de los pájaros, (1972).
6,
V.- Seis suites sinfónicas.
Paisaje
en el horizonte, (1957); La princesa del bosque (1960); La primavera de
Washington, (1968); Suite Nº 1 para cuerdas, (1963); Suite Nº 2 para cuerdas,
(1972); Suite Nº 3 para cuerdas, (1973).
6,
VI.- Diez obras de música de cámara.
Quinteto
Nº 1 para instrumentos de viento, (1959); Cuarteto Nº 1 para instrumentos de
cuerdas, (1961); Cuarteto Nº 2 para instrumentos de cuerdas (1961); Adagio para
cuerdas, (1962); Cuarteto Nº 3 para instrumentos de cuerdas, (1962); Cuarteto
Nº 4 para instrumentos de cuerdas, (1962); Elegía para cuerdas, (1964);
Quinteto Nº 2 para instrumentos de viento, (1978); Sonata para piano, (1980);
Trío para violín, piano y violonchelo, (1986).
6,
VII.- Tres madrigales polifónicos para coro mixto
La
canción de mi dulce amada, Las flores de mi jardín, El árbol de la alegría.
7.-
Evaluación de su obra musical
La
música de Rengifo siempre ha tenido la virtud o el desacierto de generar
controversias. A manera de confidencial encuesta entre los músicos de su
generación, puede observarse que no es un compositor que goza de simpatías. Por
el contrario, lo tienen en mucho aprecio los intelectuales y amplios sectores
del público, especialmente de la provincia. Algunos escritores han publicado
trabajos positivos sobre su obra: José Balza. Música de Rafael Rengifo, Papel
Literario de El Nacional, Junio 1967; Pedro Díaz Seijas. Rafael Rengifo un
compositor venezolano, 1987; Agustín Pérez Piñango. La obra musical de Rafael
Rengifo. Fundarte, 1998. Igualmente, con la desaparición física de algunos de
sus detractores y consiguientemente, con la ejecución de su obra por las orquestas
sinfónicas del país, se abrieron amplias perspectivas para el reconocimiento de
su producción como música de importancia.
En
efecto, en 1982, a los 45 años de edad, Rengifo disfruta el mejor periodo de su
vida. Su música se toca en Venezuela y en el exterior. Dispone de espacios en
los programas de la Radio Nacional, y lo que es más importante, en ese mismo
año y en los sucesivos, tienen lugar una serie de actos y reconocimientos que
lo hacen sentirse como un artista realizado: el Consejo Municipal de Maracaibo
le otorga la condecoración “Ciudad de Maracaibo” en su Primera Clase; la
Gobernación del estado Guárico, crea por decreto la “Casa de la Cultura Rafael
Rengifo”, en Tucupido, su pueblo natal; el Ministerio de Educación lo condecora
con la “Orden Andrés Bello”; el 23 de junio de 1987, la Asamblea legislativa
del estado Guárico le rinde un homenaje, en el cual intervino como orador de
orden Pedro Díaz Seijas, quien en un hermoso discurso, bosquejó una interesante
semblanza del compositor y su obra; ese mismo año, el Ministerio de Educación
le concede la “Condecoración 27 de junio”, en su Primera Clase, que premia los
servicios de los venezolanos con actuaciones destacadas en la educación y la
cultura.
En
el extremo opuesto, quienes no aprecian su trabajo, suelen argumentar que la
música de Rengifo carece de interés, porque es un compositor que no llega a
demostrar su maestría en los fundamentos de la creación musical, como son por
ejemplo, un dominio completo del arte de la fuga, el desarrollo de las grandes
construcciones del contrapunto, manejo de las innovaciones de índole armónica,
como las nuevas construcciones de acordes, y en fin, a la acusada ausencia en
los requerimientos de una definición de músico moderno, contemporáneo y menos
aún vanguardista..
No
creo que todo esto sea rigurosamente cierto, a menos que esta crítica se
refiera a sus obras de juventud. Debe recordarse que Rengifo comenzó a componer
a los 10 años de edad y a los 20 ya tenía una considerable producción musical.
En todo caso, como contrapartida, Rafael Rengifo ofrece la magia profunda de
sus ideas musicales, vertidas en un alarde de plasticidad, como expresión
palpable que se aprecia en su libertad imaginativa, en su simple construcción
de sonidos, en la agudización de un lenguaje armónico e instrumental y, sobre
todo, en el brillo y el dialogo permanente de los instrumentos de las grandes
orquestas, que él concibió y que utiliza, para introducirse en los temas
universales de la cultura y en el mundo de sus propias creencias: Dios, los
héroes y la naturaleza. Y si debemos añadir algún demonio, como los llama
Vicente Gerbasi, este fue un cántico casi sagrado a la primavera romana, a la
ciudad de Roma a la cual amó y disfrutó a plenitud durante su juventud.
Para
finalizar, ocurre que un día cualquiera, sin que nadie se diera cuenta se
marchó en silencio -modesto, sencillo y honrado, como vivió toda su vida. No se
le vio más, ni se supo nada de él- como diciendo, después de sesenta años de
intensa actividad musical, algo así como toda una vida, ahí les dejo eso: más
de 58 composiciones de gran factura. Ellas conforman la huella grande de un
músico, que lamentablemente nació con un pie muy pequeño, en nuestro difícil y
árido medio musical.
Información
bibliográfica adicional:
Título “La obra musical de Rafael Rengifo”
Número
25 de Colección Rescate
Volumen
25 de Rescate (FUNDARTE)
Autor Agustín Pérez Piñango
Edición ilustrada
Editor FUNDARTE, 1998
Procedencia
del original Universidad de Texas
Digitalizado 6 Mar 2008
ISBN 978-980-253-366-4
Nº de páginas 67 páginas
Índice
Música
de Rafael Rengifo 13
Obras de las Adolescencias 20
Música
Sinfónica 30
Otras
1 secciones no se muestran.
Título Rafael Rengifo: un compositor del siglo
XX
Autor Agustín Pérez Piñango
ISBN 978-980-07-5656-0
Editorial:
Editores Individuales 3
Materia:
Tratamiento histórico-geográfico de personas en la música
Publicado:
01-06-1999
Alcaldía
de Caracas. p. 198pp
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