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TOPONIMIA Y TERRITORIO DE TUCUPIDO

I ENCUENTRO DE HISTORIADORES Y CRONISTAS

TUCUPIDO A 249 AÑOS DE SU FUNDACIÓN

AUTORA: MSC. TEODORA RON

Toponimia y Territorio

             Al respecto de la denominada toponimia de un espacio localizado, debemos plantearnos, ¿Qué es la toponimia? La inmensa literatura al respecto señala, en el sentido amplio, que se trata de un inventario de topónimos, (es decir, nombres propios de lugares) de una zona determinada, así como el estudio y el análisis de su origen y su significado, en un sentido más estricto:

            “es una variante de la lingüística que estudia las propiedades formales, funcionales o léxico – semántica de los topónimos. Consiste, finalmente, en (…) descifrar los enigmas que se esconden en las interrogantes de quien, cuando, donde, como y por qué se dieron aquel nombre a un pueblo, rio, montaña.”1

            Terrado explica que “los topónimos son palabras que no tienen valor fuera del espacio físico en el que han surgido y en el que coexisten, agregando que la toponimia como ciencia es entrañablemente humana.”2 Son las personas quienes poseen los nombres. La lengua vive en nosotros y somos nosotros quienes podemos tener el gozo de recoger y transmitir los nombres de lugares a las generaciones venideras.

            Esencialmente, la relación entre los nombres y el territorio se materializa en dos niveles o sentidos diferenciados: en “sentido común” y en “sentido propio”. Por un lado, hablamos de relación entre nombres y territorio en “sentido común” cuando aludimos a nombres que refieren de un modo genérico al espacio; o, dicho de otro modo, a nombres que conceptualizan el espacio sin individualizarlo.

            Cuando  se  habla, por ejemplo, de un espacio geográfico como Tucupido el que se caracteriza por la existencia de una serie de relieves colinosos con montañas hacia el Norte, quebradas y ríos cercanos a sus inmediaciones es decir, de unos determinados accidentes o conceptos no individualizados.

            Por otro lado, se habla de relación entre nombres y territorio “en sentido propio” cuando nos referimos a nombres que, con independencia de que conceptualicen o no el espacio, lo individualizan o singularizan.

La relación entre nombres y territorio “en sentido común” nos permite introducir el concepto de nombre común geográfico. De acuerdo con el planteamiento descrito, nombres como cerros, valles o ríos constituyen ejemplos de

1 TERRADO, J. Metodologia de la Toponimia. P. 89.

2 Ibid. P.90.

nombre común geográfico”.3 A su vez, la relación entre nombres  y territorio “en sentido propio” nos lleva a hablar de un concepto correlativo: el nombre propio geográfico (habitualmente identificado como “nombre de lugar” o “topónimo”). En este sentido, el nombre citado Santo Tomas de Tucupido es un ejemplo explícito de nombre propio geográfico.

            Señala Ortega “entre los nombres comunes y los nombres propios geográficos se dan unas relaciones reciprocas y de gran transcendencia; sobre todo si consideramos que los primeros constituyen por lo general la base sobre la cual se forman los segundos”4 Tal relación es evidente en los casos de nombres propios de sentido “transparente” (es decir, cuando el nombre en cuestión refleja de modo directo un hecho real).

            Sin embargo, a menudo esta relación  o correspondencia es más difícil de establecer particularmente, cuando el nombre propio se ha formado a partir de palabras procedentes de sistemas lingüísticos diferentes o de etimologías complejas. Sin salir del ejemplo citado Tucupido en este supuesto, establecer una hipotética relación entre “nombre común” y “nombre propio” exige descender a las profundidades de la investigación etimológica de la palabra y muchas veces, sin que exista la certeza de unos resultados sólidos.

            De las consideraciones anteriores, podemos inferir una consecuencia relevante la palabra, el nombre Tucupido, con independencia de su dimensión significativa concreta, es un medio de expresión imprescindible para conocer la toponimia del lugar sobre todo, en la medida en que su estudio exige tomar el territorio como referente permanente.

            “La interacción del hombre y su medio ambiente hace que lo conciba a su imagen. Es la razón por la que la designación de un lugar esta sujeta a otros tantos miramientos.”5  Así que la toponimia podía concebirse como un vestigio arqueológico que transmite la visión religiosa, económica y política de un pueblo, durante una época determinada.

Esto explica también que los fenómenos toponímicos y etnográficos forma parte de la dinámica que mueve la historia humana y abre las perspectivas de comprensión para las aspiraciones de los hombres.”6 Como se refiere antes, nombrar es una característica esencialmente humana, una manifestación con que el hombre demuestra su capacidad creadora.

3 Ortega, N. El Pensamiento geográfico. P 310.

4 Ibid. P.315

5 Enciclopedia de los Toponímicos Españoles. P 15

6 Ortega. N.Ob. cit. P. 319

Estratigrafía Toponímica

            La pérdida de un topónimo se puede dar por desuso y por sustitución con otro, en el caso de Tucupio es sustituido solo el sufijo io por ido; cuando hay un cambio político, una conquista etc., la cultura existente se considera un peligro, elimina lo existente. Este proceso de sustitución se da en muchas circunstancias.

            En relación al vocablo Tucupido nombre proveniente de Tucu ¿un árbol o animal? Y el sufijo io que significa sobre las aguas o entre ellas, en cuanto a los otros sitios que conforman la población tienen relación con Hatos los datos sobre ellos, en la parte final del siglo XVIII, abonan a su vínculo actual con los caseríos y comunidades rurales de la sub-región.

            Uno de los rasgos más contundentes de este vínculo territorial existe entre el hato, el pueblo de indios y los pobladores que surgen de Santo Tomas de Tucupido, es la toponimia, mediante los nombres de estos lugares, que hemos podido documentar que al menos 40 por ciento de todos los nombres de hatos del Sur de Tucupido son atribuibles a antiguos nombres, usualmente anteriores al Siglo XIX.

            La toponimia nos ofrece mucho más datos: Un 35% de todos los hatos de Tucupido tienen nombres de origen antropónimos. Más aun, el 65 por ciento de todos los sitios tienen al menos un lugar referente de topónimo indígena. En curato de Santo  Tomas de Tucupido en el siglo XIX predominan: Hato Morrocoyes, El Macho, El Barbasco, entre otros. A pesar de extinguirse, los indígenas aseguraron una presencia toponímica permanente en nuestra vida cotidiana.

            Por otra parte, muchos hatos han denominado con nombres propios de Santos, por lo que sus topónimos se definen como antropónimos. Algunos de estos nombres corresponden a los colonizadores. Entre ellos cabe destacar los antropónimos de los hatos, Juan Hilario, entre muchos otros.

            Los topónimos de los hatos, caseríos rurales de Tucupido, también nos ayudan a reconstruir la flora y la fauna de la antigüedad, su representación  esta es para ambos con altos porcentajes, respectivamente de los topónimos. Algunos topónimos congelaron en el tiempo imágenes antiguas plantas, como en los hatos Guatacaral, La Ceibita, entre otros. Las especies de nuestra fauna también están presentes en topónimos como: El Toro, La Leona, La Ardita, entre otros.

            Del mismo modo, mediante los descriptores geográficos tanto topográfico como hidrográfico, podemos captar algunas de las nociones y mentalidades de los primeros colonizadores al denominar, describir lo que les rodeaba. En ocasiones, estos nombres tienen un gran poder de evocación, creando imágenes visuales que reproducen el contexto físico del lugar, como en el caso del Hato Aguada de Carángano.

            La toponimia es una marca histórica y, también, una indicación geográfica. No es curioso observar que los topónimos en Venezuela, en un gran porcentaje, son antropocéntricos y exógenos. Es decir, forman parte de una traslación del vasallaje hispánico, a través de la colonización y de la conquista de los espacios; y de la influencia del poder del cristianismo a través de la iglesia católica; mientras que la toponimia de origen africano y/o indígena es solo el reflejo de la esclavitud y la trata mercantilista de las potencias europeas.

            Los topónimos de los hatos, como herencia de los antiguos establecimientos y “sitios”, son un espejo del ánimo del colonizador ante de la gran empresa a la que se enfrentaba. Son su interpretación del carácter de la región, de los ríos, de los montes, de la flora y la fauna, que personalizaba y animaba la soledad de su aislamiento, reflejando su esperanza y su individualidad. Nos ayudan a reconstruir la soslayada histórica armónica presente en las extensas llanuras esa menos conocida, menos documentada pero más autóctona, por ser en estos llanos donde emergió la identidad local y regional.

 BIBLIOGRAFÍA

García Álvarez, J. (2009) Lugares, paisajes y políticas de memoria: una lectura geográfica

Josep M. Enciclopedia de los Topónimos españoles,

Ortega, N. (1998) El Pensamiento geográfico

 Terrado Pablo, J. (1999) Metodología de la investigación en toponimia. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles 

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