I ENCUENTRO DE HISTORIADORES Y CRONISTAS DE TUCUPIDO, GUÁRICO, 11 Y 12 DE JUNIO DE 2.009.
Ponente: Franklin Santaella Isaac.
Como todos sabemos, los pueblos del llano
venezolano tienen su génesis en los hatos o unidades de producción que se
fueron derramando por las pampas sin límites obedeciendo a la dinámica
económica, es decir a las estrategias productivas agrarias. Cada aventura en
búsqueda de más y mejores tierras para pacer los rebaños o para plantar conucos
iba exigiendo asentamientos, los cuales fueron aprovechados por los misioneros
para darles estructura urbana, conforme a los dictados de la Corona Española.
Muchos
de estos pueblos obtuvieron sus nombres, derivados de accidentes geográficos, o
por señas identificativas o simple extensión del nombre del hato, otros
persistieron con sus nombres autóctonos, porque ya eran aldeas indígenas de los
pocos sedentarios existentes para la época de la venida de los españoles. De
allí que los topónimos autóctonos ocupan un lugar especial entre los aportes
nativos al castellano de América.
Tucupido
es uno de ellos, al cual se le agrega para cumplir las formalidades de ley, en
1.760 un epónimo extraído del santoral: Santo Tomas. No tengo temor de equivocarme al afirmar que su origen
es autóctono por cuanto el vocablo no existe en la lengua castellana, ni lo
encontramos en la toponimia de la geografía ibérica, mientras que en Venezuela
tenemos el rio Tucupido territorio habitado por los indios Cospes, los cuales se mantuvieron muchos años
alejados de los conquistadores en la región de los llanos occidentales; en la
región norte de nuestro estado, por los lados de Orituco, existe un Tucupido,
también encontramos, con el mismo nombre,
una diminuta isla o cayo, ubicada dentro del Parque Nacional de
Morrocoy, de donde podemos deducir el carácter generalizado del vocablo
indígena.
Otro
argumento valedero en pro al origen indiano del nombre, es lo anotado por el
historiador Manuel Soto Arbeláez en su libro El Guárico Oriental II (2004): “En
Tucupido los apellidos dominantes fueron Cuares, Tayupe, Marayare, Aguache,
Coropa, Paraco, Caguaripano, Guacarán etc”.
Esta
mayor concentración de indígenas en Tucupido se debió a la protección que les
brindara Anselmo Árdales y Félix De Granada, misioneros capuchinos que lograron
notables avances en el poblado contra la
hostilidad de los pueblo vecinos contrarios a la independencia y desarrollo social
de los nativos.
Armas
Chitty asegura que en la segunda mitad del siglo XVIII, el capuchino Anselmo
Isidro Árdales, fundador de Tucupido, enseña a los palenques y cumanagotos a usar mejor la tierra en la
siembra de maíz y a fabricar depósitos para almacenar agua, edificar con
materiales distintos a los ancestralmente utilizados, hacer pan y ladrillos.
Este
autor apunta: “El hecho material de la fundación de Tucupido es corriente
porque los misioneros sembraron decenas de pueblos en el llano y en toda
Venezuela, pero el merito mayor estuvo en la defensa que los frailes Árdales y Granada hacen del indio ante la
geografía de los propietarios vecinos y también en la obra de capacitar a los
naturales ante la vida”, …..”Por ella el indio actúa en su Cabildo y gobierna”
(P.66).
En
otro orden de ideas, algunos estudiosos dicen que el significado del vocablo tucupido
deriva del nombre de un ave diminuta, tucuso, tucusito, cuestión muy probable
porque La familia de los colibríes comprende más de 100 géneros que se dividen
en un total de 330 a 340 especies muy difundidas en toda la geografía nacional
y también por el sentido figurado que se le da frecuentemente a las cosas
diminutas, pequeñas.
En
cuanto al Municipio, esta acogedora y generosa tierra tiene el honor de poseer
como epónimo a uno de los hijos más ilustres y heroicos de nuestra patria, el
prócer, General José Félix Ribas (19 de septiembre de 1.775 - 31 de Enero de
1.815). Por cierto que el próximo 18 de Septiembre se cumplen cuatro años del traslado
de los restos simbólicos del General José Félix Ribas al Panteón Nacional,
simbolismo representado por tierra de Tucupido, de la Victoria, depositadas en
un cofre fúnebre, la tierra proveniente de esta ciudad fue trasladada por un
grupo de jóvenes guariqueños a caballo, entre ellos: Manuel Vásquez, Donis
Ojeda, Luis Jiménez, (todos de tucupido), Daniel Castro (Valle de la Pascua),
Héctor Ojeda (Calabozo).
En
la sesión solemne efectuada en La Victoria de la fecha indicada 18 de
septiembre, el orador de orden, Germán Freitas Núñez, cronista de la ciudad,
pronunció un magnifico discurso donde dice:
“Tierra de Tucupido, desde donde se elevo a la
a la inmortalidad, tierra de la Victoria, donde conquistó la gloria, a
confundirse con tierra de Caracas, su ciudad Natal. Bien podría haber contenido
ese cofre también, tierra de Vigirima, del primer Carabobo, de Niquitao, de los
Horcones, de Taguanes, de Charallave, de Ocumare del Tuy, de Úrica y de todos
los otros lugares que él fue marcando con su espada para que fueran altares de
la patria. Pero en ese pequeño cajón va toda la tierra venezolana, porque esa
tierra es la patria y sea cual sea el
tamaño del que se la mire, la patria será siempre grande y será siempre una
sola”(PP 5y6).
José
Félix Ribas así lo entendía en plena efervescencia de esa lucha terrible,
siendo de origen mantuano, descendiente de una de las principales familias
caraqueñas de su época, formó parte del congreso que dio a luz la declaratoria
de independencia representando a los pardos. Abogó con denuedo por la libertad
de los esclavos, se confundía en la batalla con sus soldados, en definitiva era
un verdadero revolucionario, porque ejemplos hay muchos de libertadores que
continuaron poseyendo esclavos después de consolidada la independencia e
inclusive “revolucionarios” que cobraron
varias veces el precio de sus esclavos a la República en virtud del decreto de
abolición de José Tadeo Monagas en 1.854.
Juan
Vicente González describe la actitud de Ribas frente al cadalso de José María
España el 8 de Mayo de 1.799 de la siguiente manera:
“Sólo
un joven de ademán resuelto, después de haber oído con profunda atención al
doctor Vicente Echeverría (éste era el orador), asistió en la plaza con
aparente estoicismo á la bárbara carnicería del verdugo, en cumplimiento de la
sentencia. Estaba el mozo en la flor de sus años; era de gallarda estatura, de
figura marcial y seductora”. “A veces se amontonaba una tempestad sobre su
frente encapotada y sus ojos lanzaban relámpagos. Al fin pareció turbarse, fijó
la vista sobre el desnudo suplicio, y, como agitado de funesto presentimiento,
soltó las riendas á su caballo y corrió sombrío por las solitarias calles de la
ciudad”.
“Ese hombre había sido la
energía sublime, la vida de la revolución, el alma de la República” (Disponible
pagina Web).
Apunta
Germán Freitas en el citado discurso: “Si no hubiera muerto tan temprano, otro
habría sido el destino de Venezuela, porque su espada no hubiera permitido que
se desviara el destino de la revolución de independencia” ( 2.005 P 13).
Aquí,
al pie de un árbol cercano a la plaza mayor se vertió su preciosa sangre,
después de un juicio bufo y denigrante, el 31 de Enero de 1815, aquí fue
traído, amarrado como una bestia a pesar de su debilitado cuerpo delirante y
febril, aquí vino a dar por la delación de un liberto, Concepción González y una mantuana, Juana González Del Hoyo y
Arzola, paradoja cruel, lo denunció una de su propia estirpe, lo delató un
beneficiario de sus luchas y desvelos.
Esa
era nuestra realidad, la lucha por la independencia no era una lucha de clases,
no era entre venezolanos y españoles, ni entre esclavos en contra de sus amos,
Bien pudo Boves servir a la causa como tantos de los nuestros ostentaron en
algún momento los colores de la corona, pocos hombres comprendían la dimensión
exacta de esa guerra fratricida, el
General José Félix Ribas era uno de ellos.
La
ignorancia, las pasiones desbordadas, la falta de identidad, los resentimientos
incrustados en lo más profundo de las almas, han dado origen a esa y muchas
otras matanzas inútiles en nuestro país.
Quizás
por eso tenemos cien años de paz y nos hemos resistido, todos los venezolanos,
a enfrentarnos los unos a los otros detrás de una quimera y ¡Oh Ala! nunca más
ofrendemos en luchas civiles nuestra sangre y valor, como bien lo dice el himno
de nuestro estado Guárico, letra de Pedro Pablo Montenegro, música: Salvador
Llamozas.
Por
eso es necesario que nuestros jóvenes conozcan el pensamiento de los hombres
que como Ribas han forjado nuestra identidad, es necesario que nuestros jóvenes
conozcan el verdadero significado de los valores democráticos, el costo enorme
que hemos tenido que pagar para conseguir la libertad, libertad de credo,
libertad de expresión, libertad de tránsito, libertad para dedicarnos al arte,
profesión u oficio de nuestra preferencia, y la mejor manera es estudiando, comprendiendo y emulando a
este mártir prócer. No hay ejemplo mejor en nuestra historia, fue él quien
condujo a los estudiantes en la gloriosa batalla de la Victoria, allí se selló
para el porvenir la conmemoración del día de la juventud.
De
mis experiencias en tantos años vividos en esta tierra de gracia llamada
Venezuela me atrevo a decir que nuestra población actual, le ha dado poca
importancia a sus raíces a su historia a su pasado y esto sucede porque han
sido pocas las instituciones públicas y privadas preocupadas por resaltar los
acontecimientos que de una forma u otra dan identidad a nuestro pueblo, ni por
fomentar el sentido de pertenencia en la ciudadanía.
Hace
algunos años tuve la oportunidad de visitar el Alcázar de Toledo, España, allí
le muestran al turista, paso a paso la defensa de ese bastión militar a cargo
del coronel Moscardó, de seguro nada recordaría de ese episodio histórico de no
ser por aquellas reliquias expuestas al público y la narrativa de nuestro guía.
En
la catedral de Westminster, Londres, se encuentra una placa en honor al viejo
Parr, la perra Laika, tiene un hermoso monumento en Moscú, mientras, (sin
quitarle meritos a estos dos grandes benefactores de la humanidad) aquí, donde
ofrendó su vida al servicio de los ideales, donde fue asesinado por amar la
libertad y la igualdad entre los hombres, no existe ni un rasgo, ni un esbozo
ni una huella, como dijera el Gran Andrés Eloy, del paso y martirio de uno de
los hijos más ilustres de la patria.
Por
eso quiero aprovechar esta oportunidad para proponer se coloque un monumento
que sirva de santuario a la memoria de ese gran venezolano en la certeza de que
el conocimiento de su vida y obra seguirá dando frutos en los corazones de los
hijos de esta tierra y de quienes la visitamos.
Aun
cuando el General Ribas despreciaba esos honores como se desprende de su
comunicación al cabildo Caraqueño cuando resolvieron erigir una estatua en su
honor por la proeza de la Victoria: “Los mármoles y bronces no pueden jamás
satisfacer el alma de un republicano; y sí la gratitud y recuerdo con que hoy
me veo distinguido por los hijos de la ciudad más digna de ser libre. La patria
exige de mí aún mayores sacrificios; ella es atacada de sus enemigos, y yo,
añadiendo á mi deber, la gratitud para con este pueblo, ofrezco a este ilustre
Cuerpo no envainar la espada hasta que no vea cerrado el templo de Jano”.
Sería
la forma de hacer justicia a su memoria, aunque tardía porque el acto que
refiere la historia sobre el encuentro casual de Concepción González con el
general Natividad Solórzano, quien en juicio sumarísimo dicto cargos: “Negro es hora de que arreglemos de
una vez lo del General Ribas” y pronunció sentencia: “maten ese carajo” la cual
se ejecutó in situ colgándolo de una ceiba, no fue un acto de justicia, fue una
venganza.
Probablemente
tenía que ser así porque el momento que le toco vivir a nuestros antepasados en
los albores de la república estuvo
signado por esa heterogeneidad, por esa mezcla de razas, credos costumbres y pasiones, que en su acomodo
resulto telúrica, pero ya es tiempo de entenderlas en un sentido moderno y
enrumbarnos hacia una sociedad armónica, creativa, trabajadora, honesta, justa
y amante de la paz.
Quiero
terminar Rogando a Dios porque esta terrible sentencia que aparece en la
biografía de José Félix Ribas escrita por Juan Vicente González no alcance
nuestros días
“Al pensar en vosotras, sombras
queridas, fantasmas trágicos, un dolor profundo lacera mi corazón... ¡Si
vuestro cruel sacrificio nos hubiera asegurado la libertad! ¡Si los obstáculos
que destruisteis, pereciendo, nos hubiesen legado días tranquilos. ¡Vuestros
hijos degenerados han hecho estéril vuestra gloria!”
Carapa44@hotmail.com
Obras
consultadas:
Manuel
Soto Arbeláez.
El
Guárico Oriental (2)
José
Antonio De Armas Chitty.
Historia
del Estado Guárico.
Germán
Freitas Núñez.
Ante
los Restos Simbólicos del General José Félix Ribas.
Juan
Vicente González.
Biografía
del General José Félix Ribas.
Adolfo
Rodríguez.
El
Estado Guárico, Orígenes Mundo y Gente.
Páginas
Web.
Wikipedia.
Venezuela Tuya. Tucupido. Parques Nacionales
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