Consta de los siguientes aspectos:
-
Antecedentes Históricos.
-
La Cruz de Las Araguatas.
-
Cerro Grande, Su Gente Ayer y Hoy.
En años anteriores a 1760, fecha que se tiene como la Fundación
del pueblo Santo Tomás de Tucupido, aún quedaban pequeños
grupos de indios palenques
y cumanagotos dispersos en los montes de Tamanaco, o sea al norte del pueblo hacia donde hoy es San Rafael
de Laya y Guaribe. Refieren
los cronistas de la época hechos de violencia contra estas tribus que se resistían
a los conquistadores. Por ejemplo,
Sedeño y Ortal son responsables de ese feroz ensañamiento; quemaban
y saqueaban los villorrios
y se entregaban al desenfreno carnal con las indias. Se sabe que Ortal murió violentamente, como dijo el poeta Juan de Castellanos:
Una siesta cubierta de sudores.”
Los grupos caribes estaban representados entre 1.680 y 1.760, en la zona del oriente del Guárico – para esa época provincia de Caracas- por los caciques Anapuya, Guaigotó, Orocopón o Arcupón, Guayacamo, Patigurato, Unarima, todos cercanos a Chaguaramal del Batey, hoy Zaraza. Hacia el sur, más allá del Ipire, estaba la gran cacica Orocomay. Entre la confluencia del Tamanaco y Quebrada Honda, se hallaba Guaramental, quien era dueño y señor de la tierra de Anoantal, sita entre Tamanaco, Guaribe y Unare. Guaramental tenía un ejército de 15.000 indios flecheros. Según el poeta Juan de Castellanos, Guaramental vivía con:
“Más de doscientas concubinas
De diferentes
pueblos y lugares”.
Para esa época el capitán Agustín Delgado hizo contacto con Guaramental, y éste lo recibió con gran deferencia, “le ofreció su pueblo, sus chozas donde le dio posada para todos sus soldados y demás gente de servicio” Delgado aceptó lo que el cacique le ofreció, quien los alojó en una ramada de 300 varas en cuadro. De comida le obsequió carne de monte seca: báquiro, chigüire, danto, venado, vino hecho de maíz fermentad y yuca, que era su principal sustento. Para demostrarle a Delgado su poderío mandó a proveer a toda la tropa del canario con abundante bastimento; porque Guaramental era hombre de buen gobierno, a quien temían y respetaban sus vasallos. Muchos días estuvo Agustín Delgado entre los indios del pueblo de Anoantal y su cacique Guaramental. Delgado le preguntó al cacique si entre sus vecinos tenia alguien de quien hubiese algún agravio, pues ellos estaban dispuestos a desagraviarle o vengarle de este enemigo. Guaramental recordó que él tenía un litigio con el cacique Orocopón, porque éste le había despojado de una poza de pesca en el rio Unare.
Orocopón vivía cerca de los Barrancos de Clarines. Luego
de ponerse de acuerdo Guaramental y Delgado, el ejercito de indios e hispanos marcharon en horas nocturnas en busca de
Orocopón. Amaneciendo lo asaltaron y derrotaron. Orocopón
cayó combatiendo, y Guaramental de inmediato
le cortó la cabeza en presencia de sus acompañantes, y así lo dejó escrito Juan de Castellanos:
“Mandola desollar y el casco raso
Limpio del humor que contenía .
Della hizo hacer dorado vaso
Con que después
el bárbaro bebía.”
El 18 de julio de 1680, indios palenques
y cumanagotos, cansados de los maltratos de los conquistadores, queman
y destruyen el pueblo de San José de Guaribe. Estos indios, luego de la acción,
se internan en los montes de Tamanaco siguiendo el curso del rio hacia lo que
es hoy el oriente del Guárico: San Rafael de Laya, Uveral, Cerro Grande,
Jabillalito, Los Arucos, El Zurrón, Carrillero, La Aguadita.
Todavía existe un pozo al norte de Tucupido
llamado Los Arucos,
posiblemente allí habitaron los indios
Arucos. También desde más allá
del Unare, huyeron hacia la selva
Tamanaco grupos indígenas desde los años 1.534, 1538,1632
y 1645. Siempre huyendo de las masacres
de los conquistadores.
A esto se unían algunos curas realistas que estaban al servicio de los terratenientes y le sembraban la idea al indio que ir contra estos era estar contra el rey, quien representaba a Dios. También el cura José Antonio Cabrera perseguía a los indios influenciados por las autoridades de Chaguaramal del Batey o Perales, el cual quemó todos los villorrios indígenas entre Jabillal y La Aguada de los mamones. Quizás en venganza por todos estos atropellos por lo que el indio Vicente Guaricapa o Guarirapa, ya oficial del ejército patriota en 1.815, persiguió sin tregua a Nicolás Figueroa, alias “ Barrajola” uno de los asesinos de Ribas, logrando alcanzarle en Las Lagunitas, cerca de Cerro Grande, y le dio muerte a lanzasos por los riñones. De tal manera, que el sitio de Cerro Grande, por su ubicación estratégica se convirtió en asiento de muchos grupos indígenas , que huyendo de tantos atropellos llegaron a estos parajes en lo que otrora fue la gran selva Tamanaco. Los abuelos de estos fundadores de Cerro Grande fueron los que pelearon contra los españoles en Guaribe y Piritu cuando Juan de Urpín destruyó las salinas del Neverí y los manglares del Bajo Unare. La selva era el único escondite que les quedaba; atrás dejaron el mar, buscando la seguridad en los intrincados montes Tamanaqueños. Todavía hoy en pleno siglo XXI existen en Cerro Grande los apellidos Guaita, Quereigua, Maita, Guaricapa, Aular, Carrillo, Charaima. Este último nos recuerda al gran cacique Charaima de los indios guaiqueries de Margarita, cuya hija, la princesa Isabel, dio a luz al mestizo Francisco Fajardo, fruto de la unión con un oficial español. Así empezó el poblamiento del caserío Cerro Grande, situado a 28 kmts al norte de Tucupido, asentado sobre una colina prominente entre medanales y piedra caliza. Antiguamente se surtían de agua del rio Tamanaco y las quebradas Tucupido, Angostura y Quebrada Seca, pero en la actualidad los habitantes tienen el servicio de agua bombeada desde una laguna que después de llenar el tanque situado en la zona más alta del caserío baja hasta las casas por gravedad. En lo referente al mestizo Francisco Fajardo, era éste hijo de un conquistador español del mismo nombre. Actuó desde muy joven en la conquista del centro, sobre todo en el valle de los indios Teques y Caracas, donde fundó el Hato de San Francisco, que históricamente constituye el primer asiento de la ciudad de Caracas. A pesar de ser mestizo, Fajardo fue cruel con la gente de su raza, por lo cual consideramos como una injusticia la exaltación de su nombre y los homenajes que se le rinden.
La Cruz de Las Araguatas
Parece que por las fechas encontradas en brazos de cruces en el antiguo cementerio indígena de la Danta, situado entre el fundo Palosano y el caserío La Fortuna, Cerro Grande se pobló con familias indígenas descendientes de los fundadores del pueblo Santo Tomás de Tucupido. Entre los medanales y la roca caliza donde está asentado el caserío, se han encontrado restos humanos enterrados en grandes vasijas de arcilla llamadas bongo por los indígenas. Como se sabe para el año 1830 después de la Guerra de Independencia, Santo Tomás de Tucupido era solo horcones humeantes. Ranchos abandonados por los indios que junto a Fray Anselmo Isidro de Ardales en 1760 habían conformado un cabildo dando la fisonomía a un pueblo de misión. Solo quedaba el recuerdo ingrato del asesinato del General José Félix Ribas. Sus dos capillas convertidas en cenizas.
Los
terratenientes vivían en sus hatos la mayoría hacia el Sur más allá del Hato los Morrocoyes entre los ríos
Quebrada Honda, el Ataúd, el Macho y el Hato
el Socorro. Los pocos indios sobrevivientes de la matanza que fue la Guerra de Independencia, se refugiaron
montaña adentro hacia el Norte, cruzaron
el río Tamanaco, Quebrada Seca, hasta llegar a esa elevación pequeña y aislada llamada Cerro Grande,
como se conoce este sitio desde tiempos
inmemoriales, igual o parecido a otros pueblos de América tales como:
Cerro Colorado. Población
del Perú en la Provincia
de Arequipa. Cerro
Colorado en Cumaná,
Sucre, Venezuela
Cerro de Las mesas,
centro Arqueológico de México, estado de
Veracruz. Centro de paseo, Ciudad
del Perú, capital
del Departamento de Pasco
Cerro de Los Santos, Santuario
Ibérico situado en Albacete España, donde en 1860 se encontraron numerosas piezas escultóricas.
Cerro Largo, Departamento del Uruguay.
Su delito
haberse alzado en Calabozo el 1814 contra la dictadura del general Juan Vicente Gómez, quien lo
persiguió sin tregua y nunca pudo capturarlo. Cerca de Cerro Grande queda
el sitio Las Lagunitas donde fue ajusticiado
por el indio Vicente Guaricapa, Nicolás Figueroa alias Barrajola, uno
de los asesinos del General José Félix Ribas. Desde Caicara del Orinoco llegó a Cerro Grande Ángel
Custodio Bolívar. A orillas de la quebrada
San Rafael en el camino que conducía hacia Palosano logró hacer un fundo llamado también como la Quebrada
San Rafael. Construyó una casa en Cerro Grande que luego pasó a ser de Gutiérrez
Arvelaez y actualmente es casa de habitación de Ángel Gabriel
Mejías y familia.
A finales
del siglo XIX se estableció en el sitio Las Araguatas un hombre llamado
EL ISLEÑO, venía de los lados de Valle de La Pascua.
Las Araguatas estaba situado
entre el actual Caserío Cerro Grande y el fundo Guamachito y empezaron
a llamarlo así porque en sus
contornos abundaban unos monos de color rojizo llamados araguatos
(alouatta seniculus) mono aullador, zoónimo
de raigambre aborigen.
EL ISLEÑO llegó acompañado de una niña; su hija Benigna. En esa región solo se conoció con ese nombre EL ISLEÑO. A los pocos días demostró su gran capacidad de trabajo. Lo primero que construyó fue una casa en Las Araguatas. Al poco tiempo gracias al trabajo tesonero del ISLEÑO y su hija Benigna, el sitio Las Araguatas paso a ser un emporio agropecuario rodeado de grandes cañaverales, ganado, lagunas y potreros. Allí también hubo un trapiche conde se molía la caña, se elaboraba el papelón y un alambique para destilar aguardiente, era la industria más importante de esa parte del Oriente del Guárico. Refieren las crónicas de la época que los grandes productores de papelón eran Las Araguatas y las moliendas del pueblo El Socorro. Estos productos eran llevados en arreos de burros y mulas hasta Puerto Píritu, Barcelona, Boca de Uchire, de donde a su vez se traía sal, telas, pescado seco, casabe y otros artículos. También se producía en Las Araguatas maíz, frijoles, algodón, queso y demás derivados de la leche. En Las Araguatas trabajaban hasta 70 obreros o peones como se decía antes. En el camino que conducía de Guamachito al Tamarindo cerca de Las Araguatas existía un cotoperiz seco que se veía a lo lejos, al lado de un riachuelo donde bajaban a beber el ganado, burros, caballos, venados, cachicamos, conejos, araguatos, aves y demás especies de nuestra fauna. Desde el pié o la “pata” de ese palo seco empezó a circular el rumor entre los habitantes de los caseríos cercanos, que habían visto salir en las noches de luna clara como un cristal, espantos en forma de cochina que corría por el camino derramando lágrimas que caían al suelo como brasas de guatacaro. Otros murmuraban que en el mes de mayo los cazadores de venado veían desfilar un soldado vestido de rojo con una estrella dorada en el kepis. Algunos vieron salir una bola de fuego que se perdía a la distancia en la inmensidad de la noche, volando sobre los pajonales, cañaverales y montañas de Las Araguatas. Todos los espantos salían desde la pata del cotoperiz seco. Entonces EL ISLEÑO y su hija Benigna cristianos católicos como eran, seguramente recordando la tradición del hallazgo por parte de Santa Elena, madre del Emperador Constantino en el año 324 del madero donde crucificaron a Nuestro Señor Jesucristo, decidieron mandar a hacer una cruz de madera de acapro con una altura de 2 metros de alto con la siguiente inscripción tallada en sus brazos: mayo 3 de 1912. EL ISLEÑO y Benigna acompañados de los vecinos del caserío Cerro Grande limpiaron un terreno alrededor del cotoperiz seco donde decían que salía el espanto.
Este
peladero media 25 varas en cuadro (1 vara equivale a 80 cm) y en el centro colocaron la cruz a poca distancia
del Tamarindo posesión de Don Antonio
Ramos. Ese día 3 de mayo aparece en el santoral cristiano como Día de la Cruz y desde entonces
los Guaita, Charaima,
Quereigua, Guaricapa y otras familias
aledañas a Las Araguatas acompañaron al ISLEÑO y su hija a
celebrar anualmente el 3 de mayo el velorio de La Cruz de Las Araguatas.
Después de varias rogativas a la cruz, los espantos desaparecieron y según informaron los habitantes del caserío, una tarde de mayo vieron levantarse una nube desde Las Araguatas, está a su vez se convirtió en un autobús volador cuyos pasajeros eran los espantos que se despidieron para siempre. Años después Benigna la hija del ISLEÑO, joven buenamoza se casó con Felipe Díaz llegado del caserío Sabana Larga, vecindario situado entre Tucupido y Valle de La Pascua, a un lado del Camino Real de Barcelona. Felipe Díaz se traslada con Benigna a vivir a Sabana Larga donde tenía fundo, pero cuando muere el ISLEÑO se regresa con su esposa y se pone al frente de la administración de Las Araguatas. A Felipe lo conocieron como Felipe Araguato haciendo alusión al nombre de la próspera finca. Engrandeció la posesión llegando a tener gran renombre en el Oriente del Guárico por la calidad del papelón, el aguardiente y el queso que producía. Felipe Díaz cuando se va de Las Araguatas dejó encargado a Menejo García quien había quedado viudo, para que la administrara. Este se casó con María Bolívar hija de Ángel Custodio Bolívar quien vivía en Cerro Grande y era dueño del fundo San Rafael. Al poco tiempo Menejo García muere en Tucupido y María Bolívar se marcha de Las Araguatas. La finca pasa sucesivamente a propiedad de Antonio Ramos, Espíritu Santos González y Fortunato Lima. Este último quien tenía un conuco cerca de donde estaba la cruz, la rescata en la segunda mitad del siglo XX y la traslada al caserío Cerro Grande donde vivía en compañía de su esposa Doña Rosa Mélida. Fortunato además de agricultor y bodeguero era músico-violinista. Por eso mucha gente llegó a decirle a la Cruz de Las Araguatas, La Cruz de Fortunato, hasta el 3 de mayo de 2006, cuando se comprueba por testimonios orales tradicionales y por la inscripción Mayo 3 de 1912, que los verdaderos responsables de la autoría de esta reliquia son el ISLEÑO fundador de Las Araguatas a finales del siglo XIX y un talentoso artífice anónimo que la elaboró. En 1970 acompañado del canario Marcos Llanos Abreu dueño del fundo Guamachito llegué a ver las ruinas de lo que fue la Hacienda Las Araguatas y solo quedaban algunos araguatos rojizos que dieron origen al nombre del sitio. La cruz está actualmente bajo el resguardo en el local de la Escuela Básica Primaria de Cerro Grande, donde celebran el velorio de cruz de Mayo con la misma fe que profesaron los antiguos moradores de esa comunidad. Los habitantes de Cerro Grande han decidido, que no teniendo documentos probatorios de la fundación del caserío, tomar el 3 de mayo de 1912 como fecha de su nacimiento y así celebrar el 3 de Mayo de 2012 el centenario de este hecho Histórico – Religioso.
Los guardianes de la cruz dirigidos por el maestro
José de la Cruz Mejías
aspiran junto al pueblo Cerrograndeño que esta sea incorporada al Patrimonio
Cultural tangible del Municipio Autónomo José Félix Ribas, Tucupido
Guárico.
Cruz de Las Araguatas Escuela
Cerro Grande
Cruz de Las Araguatas (Detalle)
Cruz de Las Araguatas José la Cruz Mejías (Maestro) y Ángel Gabriel Mejías (Habitante Cerro Grande)
Situación Geográfica
Este pequeño pueblo limita al norte con el caserío Michotal; por el sur con los caseríos La Fortuna y quebrada Seca; por el este, con el caserío La Angostura y la quebrada del mismo nombre, y por el oeste, con el fundo Palosano, caserío San Andrés. Debemos hacer la aclaratoria de que todos estos sitios dependían de la circunscripción civil de la comisaría general de Cerro Grande, la cual tenía comisarias subalternas en los caseríos más cercanos. Así mismo fue en la Escuela Estadal E- 25 Cerro Grande donde funcionó el primer centro piloto del Registro Electoral Permanente, que dependía de la oficina del Consejo Supremo Electoral de Maracay, Estado Aragua.
La Fauna
Las especies
terrestres más abundantes son: venado, cachicamo, conejo, araguato, báquiro,
chigüire, mapurite, etc.
Las acuáticas más comunes
son: guabinas, babas, panaques,
buscos etc.
El Clima
La vegetación
La Economía
Los recursos
económicos de Cerro Grande están basados principalmente en la agricultura; los productos más comunes son el maíz, los
frijoles, el sorgo y las caraotas. La
actividad pecuaria ha sido también bastión de
progreso.
Se tiene
conocimiento de que los fundos más importantes que existieron en la zona eran propiedad de Juan Antonio
Hernández, dueño de Palosano; del general Ramón Antonio Cabeza,
dueño de Las Bovedas; del isleño propietario de Las Araguatas; de Adolfo Armas, quien poseía el Guamachito; y de Francisco
Ortega (hijo), quien era dueño de La providencia.
Tradicionalmente
Cerro Grande es conocido por sus rebaños de ganado caprino, o sea, que es una zona chivera.
Sus habitantes en su mayor parte son expertos en la elaboración de escobas
de millo, sillas, silletas, canastos y mesas. Recordamos algunos de los pioneros de estos menesteres tales
como José Manuel Mejías, Juan de Jesús Jiménez,
Juan Bautista Arvelaiz,
Marcelino Martínez, Juan Charaima y los hermanos
Landaeta.
La Cal
Quienes se ocupaban en el procesamiento y explotación artesanal de la cal en hornos especiales situados en la parte occidental del caserío, eran Pío Amariscua, Vicente Martínez, Catano Mejías (don vito), Juan Campos y Alejandro Balza. De esta producción se seleccionaban varios sacos que eran enviados al cura de Tucupido para el blanqueado de la iglesia. Era el aporte de un pueblo creyente y comprometido con su fe en el Divino Redentor.
La Educación.
Antes
predominaba el maestro particular que ejercía su oficio por una modesta paga. No era necesariamente
graduado más bien lo hacían por vocación. A lo largo
de la historia de Cerro Grande llegaron
a este pueblo ilustres maestros
que aportaron esfuerzo, voluntad y sabiduría en la formación y educación de la juventud de
esa comunidad. Mencionamos algunos de
esos venezolanos que dejaron su huella en el quehacer educativo de Cerro Grande: Guillermo Herrera, Ángel Ubieda, Pedro Fernández, Raúl
Rafael Soto (chicho) , Alida de Romero, Rafael Teodoro González, Cora
Valiente de Martínez, María Zamora, José Manuel Figueroa, Ramón Oca, Cristóbal Torrealba, Yolanda
de Laya, José de la Cruz Mejías, Iris Calcurian, Mariangela, Yennimar García, Yohana
Henríquez, Yadis Martínez y Domingo
Solórzano quien suscribe
estas notas.
Hoy día
existe una escuela concentrada con 6 educadores, 2 locales en regulares condiciones y llegó también
el gran adelanto
del siglo como es la computación.
De todos
estos educadores, Mena Herrera es un verdadero símbolo de maestro
rural, que trabajó
y vivió en Cerro Grande.
Las Bodegas
La salud
En un tiempo la población fue diezmada por enfermedades producidas por la picada del
chipo que es el vector del tripanosoma cruci y el cual fue eliminado en la segunda mitad del siglo XX
por las constantes campañas de fumigación de DDT, que aplicaban anualmente casa por casa. Esporádicamente el caserío era visitado por médicos, pero quienes enfrentaban verdaderamente los problemas
de salud eran las enfermeras y comadronas
verdaderas y abnegadas servidoras públicas único auxilio con que se contaba
a la hora de un problema de salud en esos montes.
Claro, ya había pasado la época de brujos y curanderos. Es digno de mencionar a los enfermeros Narciso Pérez Castillo,
Elvia Magallanes, Josefina
González, Gloria, Ángel Ramón
Pedrique, Crucita Pedrique
de Carpio; y las comadronas
Pascuala Mejías, Eulalia Carrillo, María Antonia, Dolores Balza, Candelaria Charaima Quereigua, Cecilia
Aular y los curanderos Eduardo
Guaita, Martin Guaita
y Alejandro Balza.
Música y Tradiciones
Al comienzo
del siglo XXI se proyectan varios jóvenes que mantienen la tradición musical de su tierra, entre
ellos los Landaeta, los Martinez, los Mejías, los Trias los Herrera, los Guaita, Maritza
y Alvis Charaima.
Los Choferes
Los Cementerios
Hasta muy
avanzado el siglo XX, los entierros se acostumbraba hacerlos en chinchorros
en el cementerio “La Danta” situado entre el caserío La Fortuna y Cerro Grande.
Desde que se implementó en Venezuela el sistema de cedulación de
personas, esta forma de entierro quedó obsoleta y empezaron a utilizarse las urnas de madera, hechas por don
Custodio Requena y los cadáveres son
trasladados al cementerio Municipal de Tucupido.
Frente a la escuela se han localizado restos de un cementerio indígena. También al oeste, en un sector pedregoso, cerca de una mata de mamón, antigua casa de Gabino Mejías, había
un cementerio de niños.
Santa Rosalía de Piedra
Hijos Ilustres
Daniel Ortega,
abnegado médico.
Sitios de Interés.
La Cruz de Las Araguatas, reliquia histórica que data del 3 de mayo 1.912. El cementerio La Danta.
El
cementerio de los Angelitos,
al oeste del caserío.
Para ti Cerro Grande, he escrito con el corazón
este pequeño “corrió”
en que expreso todo el amor que te tengo:
Feliz soy de mi destino,
De mi ancestro campesino
Que me palpita en el pecho
Y me señala el camino
Para decírtelo en verso.
Verso que sabe a corrío
Con frescura de rocío
Y aroma de araguaney,
Verso presuntuoso el mío
Y orgulloso
en el caney.
Es que la brisa temprana
Viaja desde la sabana
A
refrescar tu colina,
En la hora vespertina.
Muchos poblados he visto,
Algunos son muy bonitos
Y muchos que son mejores
Pero ninguno exquisito
Como este de mis amores.
Él se yergue majestuoso
Con ribete de coloso
Y alegoría prominente,
Con su pasado glorioso
Es orgullo
de su gente.
Eres llanura oriental,
Eres nota musical
Que me alegra la existencia.
Me trae recuerdo especial
De sueño y adolescencia.
Concierto de los “rojizos”
Más allá de los encantos,
Bullicio de un pueblo grato
Raza de color cobrizo
Del ancestro claro y nato.
Recia estirpe del indiano
Que en tus montes habitó
Cuando eras todo verdor
Entonces con gran valor
Con su sangre defendió.
Hoy contemplo con angustia
Que algo desapareció,
El nombre del gran cacique
(No hay nadie que me lo explique)
El progreso lo ignoró.
A tus predios de nobleza
Con amor le rindo honores.
Gracias mil, naturaleza,
Que te dio tanta belleza,
Pueblito de mis amores.
Bibliografía.
Juan de Castellanos. Elegías
De Ilustres Varones
De Indias.
Tradición
Oral. Alejandro Balza, Angel Ramón
Pedrique, José Esteban Martínez
Landaeta, Manuel Ortega, Juan Isidro Aular y
José
La Cruz Mejías.
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