Tucupido, terruño
amado, mi tierra natal, Hoy felizmente arriba a sus doscientos cincuenta años de fundado, motivo de alegría y
orgullo para todos los que nos sentimos verdaderos tucupidenses, y que en el
corazón tenemos indeleblemente grabado
un grande amor por nuestro pueblo, lo que nos motiva y lleva a conocer a
través de la conversación y relatos, de hechos que ocurrieron en el Tucupido de ayer y
que hoy forman parte de su historia.
Doy inicio a mi ponencia ubicándome
en el Tucupido cuya existencia llegaba ya, según referencias, al bien recordado
año de 1920.
Creo en la conveniencia la cual
debería ser espontáneamente admitida por todos los hijos de nuestro amado
pueblo. Que después de alcanzar en la escuela los distintos conocimientos, sea
como obligatorio que los educandos ya egresados, conozcan muchos datos, tanto
los brillantes como los de poca significación. Los grandes acontecimientos del
Tucupido de ayer, son conocidos por todos, no así los pequeños de poca
significación e importancia, siendo estos los que de vedad debemos conocer,
pues nos dan muchos por su belleza y su gracia, los dichos, hechos y costumbres de aquel Tucupido y sus
siguientes décadas.
Para recabar dichos datos hablé con
mi padre, el que amablemente me dio tantos, hasta llenar la escarcela que
utilicé para recogerlos.
Con mucho agrado debo comenzar la
entrega, haciéndolo con sencillez, mediante los presentes relatos:
Por haber hablado algo acerca de la
edad feliz de la juventud, les daré a conocer algunos datos de los usos
imprescindibles que de obligación debían cumplir los jóvenes de entonces. El
muchacho ya adolescente debía vestir calzones, cortos, o sea hasta la rodilla.
Pero al cumplir los quince años, era como obligatorio, que vistiera pantalones
largos, o sea que el ruedo llagara a los tobillos.
Un día cierta madre amorosamente le
dijo a su hijo primogénito: Estamos en diciembre, llegan las navidades, y es
costumbre estrenar ropa nueva, tú ahora no tendrás ninguna, pues se perdería.
Mira que en enero cumples quince y entonces como la quieras la tendrás. Te
vestirás de tela cual te guste. Y para el dulce también te daré más, o sea que
si cumplían quince años en diciembre o cerca de este mes, no había estreno.
Y esta es la primera de las
sencillas referencias que daré a conocer del Tucupido de ayer. A continuación
otras, también de poca altura pero agradables
ya que constituyen la médula, de la vida de nuestro amado pueblo
Tucupido.
En los campos para comenzar las
labores referidas a la agricultura, los obreros, entonces llamados peones, se
preparaban para comenzar la faena. Lo primero que hacían, amolar sus hachas,
machetes y cuchillos, utilizando al efecto piedras o lajas llamadas mollejón.
Para estos años, imprescindible en
todas las casitas del campo, apenas llegaba el alba, era en cada cual, encender
la lumbre, la entonces llamada fogón. Para éste se utilizaban tres piedras
toscas, y en el centro de ellas, leña., palabra cuyo sinónimo es tizón sobre el
fogón tenían un guardacandela, para mantenerlo encendido permanentemente.
También utilizaban un eslabón, el
mismo consistía en una piedra que colocaban en las esquinas de las casas para
hacer candela. A esta piedra le colocaban algodón, y ponían encima de ella otra
piedra y la golpeaban, para hacer chispas, y esas chispas provocaban candela, la que utilizaban para prender
nuevamente el fogón, cuando el guarda candela amanecía sin fuego.
Para los años cincuenta, sesenta,
todavía en algunas casas utilizaban el fogón,
entre otras, el de
Para la década de los años veinte al
cuarenta, cuando alguien ponía una bodega, y cubría una armadura con potes, se
decía que tenía buen altar. Pero en realidad lo que más se vendía, eran las
ventas que ponían las mujeres, como las de empanada, arepitas, conservas,
arepas y otros renglones.
Los negocios grandes tenían ventas
de telas, que vendían por varas de
El pueblo se abastecía con la cosecha o
productos de los conucos, porque había grandes plantaciones de maíz como primer
renglón, topocho, yuca, batata, cambures, frijoles, patilla y cría de pollos.
Los huevos criollos los traían del
campo al pueblo, en cestas y envueltos en hojas de maíz, para que no se
quebraran, traían grandes cantidades para venderlos en los negocios, donde para
probar si estaban buenos, los introducían en una olla de agua. La prueba consistía en que si flotando se iban arriba estaban malos, los que se
quedaban en el fondo eran dados por
buenos. Para estos años las familias que habitaban en el pueblo, también tenían
sus crías de animales y sus huertos familiares, eran como pequeños conucos en
los patios de las casas y los llamados solares.
Todo esto se fue acabando con la
llegada de los créditos al campesino, quien le dio preferencia al maíz para
sembrarlo en grandes plantaciones denominadas conucos. Y así poco a poco el
campesino se fue olvidando de producir lo que antes fue toda una riqueza
alimentaría.
En la actualidad con la llegada de
la producción endógena, pareciera que se comienza nuevamente a rescatar y a
vivir aquellos tiempos, cuando el pueblo se abastecía de su propia producción.
Para el año 1939, en Tucupido no se
contaba con aparatos de radio para oír música, noticias, es decir no se podían
escuchar programas musicales, ni de información o de entretenimiento, como se
oye actualmente. Sólo había un radio que trajeron al pueblo el cual fue
instalado en la plaza Bolívar. Era un radio grande, es
decir de gran tamaño, pero de poco alcance, que así eran los de entonces.
Este radio lo instalaron hacia la
parte noroeste de la ahora plaza Bolívar, porque habría que aclarar que para
esta fecha, esta plaza la llamaban Plaza Ribas. Por lo que la gente acudía a ésta
todos los días en la noche para oír las noticias, ahí se reunía mucha gente,
por supuesto interesados en oír las noticias sobre la guerra, encendida para
entonces en Europa. Sólo se oía una emisora de Caracas llamada WESTHIN HAUSE.
Después, poco a poco se fueron
adquiriendo, en algunas casas radios que eran de gran tamaño y para oírlos
había que utilizar baterías. Años más tarde fueron apareciendo en el comercio
radios eléctricos y por supuesto en las casas también se pasó a contar con este medio para oír música, noticias, en
fin programas de entretenimiento.
En la actualidad, en nuestro
municipio ya contamos con muchas emisoras locales, y hasta con un canal de
televisión y podemos oír música, noticias y programas de entretenimientos a
través de diversos medios, como lo son no solamente la radio y la televisión,
sino también, a través de computadoras, celulares y otros muy variados medios
que día a día van en avance a través de la tecnología. Lamentablemente, todavía
hace falta un medio muy importante como lo es el periódico, Tucupido, a pesar de
muchos intentos, no ha podido producir
un periódico de forma permanente.
Otro hecho que sería bueno dar a
conocer, s que en la esquina de
Y en la calle Guaicaipuro la cual
desde su cruce con
El calvario allí figurado pasó al
olvido, erigiéndose en dicho lugar algo trascendental, importante para nuestro
pueblo símbolo de luz una escuela, de tal manera efectuándose un cambio
bellísimo como feliz. El nacimiento de la hoy Escuela Primaría “Félix Antonio
Saá”.
En el lugar donde se encuentra
También fueron muy bonitos los
paisajes que presentaron La trinidad,
La laguna de
Si nos paseamos por el medio rural a mediados
de los años veinte, nos encontramos con Cerro Grande, caserío rural de mayor
importancia en Tucupido, para éstos años, porque de allí venían productos
alimenticios, además de las vituallas, otros como el casabe, los pulposos
cocos, los dulces tamarindos y otras frutas de grato sabor. También venía la
alegría en barriles, el aguardiente para los beodos, y el tabaco en crinejas,
para los que sufrían este vicio. Pero lo
más importante era que para esa época en todo Tucupido, se utilizaba la cal de
Cerro Grande, no sólo para la mezcla, sino también para pintar las casas , de
tal manera que todas las casas de Tucupido estaban pintadas con esa cal, por
las que todas las del pueblo, en su mayoría eran blancas.
La fecha en que se empezó a utilizar
esta cal no se puede precisar, pero para 1920 ya todas las casas del pueblo
estaban pintadas de blanco. Para revestir las paredes de las casas se utilizaba cal y arena. La cal de Cerro
Grande no era refinada, pero en esa localidad rural habían minas de cal, que
para esa época tenían mucho auge, y eran de gran importancia para el pueblo. La
utilización de esta cal fue decayendo. La cal de Cerro Grande fue muriendo, fue
olvidada, debido a que después la que se utilizaba era la que traían de Villa de
Cura, esta era preferida por ser una cal muy blanca y refinada, de esta manera,
como lo dije anteriormente fue olvidada.
Cierro
éstos relatos del Tucupido de ayer, con un hecho que ocurrió a inicio de los años cuarenta, precisamente en
el cruce de las calles Bermúdez –
Centeno del Tucupido de Entonces. Calles en las cuales, como en otros
pueblitos, deambulaban animales, entre los cuales vacas que esperaban en la
mañana el ordeño. Y también había venta de leche. No se supo con qué magia el dueño de
aquella venta, podía ordeñar una vaca brava, salvaje, que era un peligro, para
todos los que transitaban por esas calles.
Un día una mujer de avanzada edad,
una abuelita que llevaba asida de la mano una niña. Caminaban hacia el referido cruce. De
las calles Bermúdez – Centeno, las vio la vaca brava, y como que fuese a embestir
alzó la encornadura. Los vecinos que con asombro vieron aquel grave momento, el
cual pudo ser trágico, gritaban desesperados. Las puertas de estos vecinos, por
temor permanecían cerradas.
La abuelita al no recibir auxilio ni refugio,
se entregó para aceptar la muerte. Como para protegerla y salvarla, colocó tras
su cuerpo a su amada niña. Y dando su pecho a la sangrienta embestida, al cielo
viendo, pensó: Primero a mi, y después a ella. Estas palabras exclamativas
dicen que el verdadero amor es llama que
destella.
Recordando este amoroso y singular
relato, me incliné pensativa. Entonces con la ansiedad de encontrar un manojito
de frases alusivas a la sublimidad del citado amor. Para mi agrado apareció el
siguiente: Cuando una madre se ausenta para siempre, junto a su alma el amor asciende al cielo, su merecido cielo.
ESTAS
HISTORIAS CONTINUARÁN….
FUENTE: FERNANDO (VATE ) AULAR
No hay comentarios:
Publicar un comentario