Don Rufo y los muchachos de la Orquesta
Monumental, en 1956.
Un maestro musical
de lujo
Rufo
Pérez Salomón
Manuel Soto Arbeláez, en función de
su acucioso trabajo investigativo acerca de la historia llanera, recibe información
catalogada como fuente primaria, extraída de añejos baúles.
Este es un caso parecido, que exalta
la figura de Rufo Pérez Salomón, un extraordinario músico vallepascuense de carrera
relevante dirigiendo orquestas de música popular bailable, bandas municipales
(de retretas) y, en particular, formando escuelas de música y músicos sinfónicos
de gran talla.
El baúl que nos atañe en esta
oportunidad pertenece al menor de los sobrinos de don Rufo, quien escribe desde
Pullman, Washington, USA. Se trata del amigo Luís Guillermo “El Gordo” Pérez
Jiménez, hermano de Witre, compañero del liceo “José Gil Fortoul”, a quien le
seguimos los pasos luego en su casa de Los Rosales (éramos habitué de la
cervecería “Adonai” en la avenida Roosevelt), en la escuela de idiomas del
Instituto Pedagógico de Caracas y en su vivienda de Maiquetía, población donde
enseñaba Inglés en el liceo Mariano Montilla.
A continuación el texto del email:
//Saimon,
Te anexo dos cosas:
{Primero: Una de las emisiones del micro radial que hace
mi hermanito (y colega tuyo) Daniel, todos los sábados en Unión Radio.
Esta es la descripción: "Los Valiosos de Venezuela, es un microprograma de radio que se
transmite dentro del programa De Educación y Algo más... con el
Prof. José Eduardo Orozco como conductor. Se transmite por el Circuito Unión
Radio, Actualidad, emisora FM 90.3 en Caracas con transmisión simultánea en
toda Venezuela a través de distintas emisoras. Se puede escuchar por Internet, www.unionradio.net. Horarios:
sábado entre 7:00 AM y 8:00 AM (mi parte es tempranito, como a las 7).
Ese mismo día a las 11:00 de la noche se retransmite, y, el domingo a las
5:00PM."
En la emisión que te envío, le tocó el puesto a Rufo
Pérez Salomón (hace como dos o tres semanas). En él se menciona a Rafael
Rengifo, uno de los músicos de la banda de Tucupido (1940-50?) y demás miembros
de la orquesta de Rufo Pérez, por un tiempo formalizada como la Monumental.
Rafael Rengifo alcanzó realce internacional como director de orquestas
sinfónicas casi antes de que el papá de Gustavo Dudamel hubiera nacido.}
{Segundo: Una fotografía de la banda de aquél entonces.
La letra que describe los nombres es de mi tío Rufo (ya tiene unos 86 años y ha
estado algo quebrantado de salud.)
Por un cierto tiempo, más que en la Pascua, estos
acontecimientos ocurrieron en Tucupido. Creo que tú debes saberlo bien.}
¡Un abrazo nojuegue!
--
Luis G. Pérez
PS. Aquí el semestre se acabó pero tengo unos proyectos
en los que trabajaré en el período de verano.
PS2. No te escribo más con groserías, porque me publicas
y me da pena la cosa ¡¡¡!!!!
El gordo Pérez Jiménez, junto a la reina Alborada Bolívar
Como complemento, encontramos en
Internet una publicación donde se describe la trascendental trayectoria musical
de don Rufo, que se copia textualmente:
Diario La Nación, San Cristóbal, Estado Táchira, 30 de Julio de 2006.
Hacedor de músicos
Maestro y compositor. Rufo Pérez es
tachirense por adopción, fundador de 4 escuelas de música en toda Venezuela y
profesor durante 50 años. No hay músico que no haya pasado por sus aulas de
clase, afirma, incluyendo a sus hijos. Llegó a Rubio hace más de 45 años y más
tarde se encargó de la escuela de música Miguel Angel Espinel. Hoy está
retirado, pero quedan sus enseñanzas y sus variadas composiciones que
testifican de su amor por la música, y su dominio del piano, la guitarra, la
bandolina y el cuatro. Sobre sus frutos profesionales y personales, durante los
82 años de existencia, conversó con Humberto Contreras en la Entrevista
Dominical.
Profesor Rufo Pérez Salomón
Una vida formando músicos
Nació en un diciembre. El 18, justo cuando suenan la pólvora y la parranda en las madrugadas de misas de aguinaldos. Rufo Pérez Salomón, nació en Valle de la Pascua, estado Guárico, en 1924. Y ante la insinuación de que justo muchos músicos han nacido en diciembre, dice: Es el mes de la alegría, es el mes cósmico, y la música es un elemento de la naturaleza, es cósmica.
Nosotros (los músicos) lo que hacemos, es acomodar, controlar y ordenar la melodía, las armonías, los ritmos, porque estos ya existen. El profesor Rufo Pérez es uno de los formadores de músicos más prolíficos y eficientes. Más de 50 años en la actividad de la docencia musical, hacen pensar, y él lo sostiene, que deben ser pocos los profesores reconocidos de música actuales en el país, que no hayan sido alumnos suyos.
De diez años se compró un "pitico", de
esos que vendían a real. Una flauta recta -que no es la travesera-, y tocaba
todo lo que entonces había. Se hizo famoso con su pito, y lo buscaban los
cuatristas del barrio para que tocara con ellos, para serenatear. Era el solista.
Entonces, allá fundaron una escuela de música en el pueblo, y seleccionaron a
los muchachos que tuvieran más oído musical. Lo seleccionaron. Era una
escuelita de música gratuita, pobre, recuerda. Al maestro le pagaban cien
bolívares mensuales. Era músico y ebanista, muy culto.
Los instrumentos los fuimos recabando por ahí, con
ayuda del jefe civil (prefecto) Rubín Zamora.
A los doce meses ya estábamos tocando, continúa. A mí me dieron un flautín, que fue el primer instrumento que toqué, cuando ya leía música. Porque el maestro enseñaba a solfear, a identificar las tonalidades, los ritmos, y después le ponía el instrumento a uno, y de ahí lo que uno hacía era ejercitarse en las destrezas digitales para dominar el instrumento.
En estas tareas, se entregaba. Era su pasión.
"Pero también yo trabajaba, aclara. Allá nadie dejaba de trabajar. Yo
cargaba agua en barriles, con un burro, cortaba leña en el monte y la cargaba
para venderla en el pueblo, y vendía chucherías, como conserva de coco (cocada),
majarete, alfeñique, cosas que hacían en la casa donde vivía con su madre, pues
a su padre lo perdió, muy niño.
En su ciudad natal se casó. Ella es Lucina Martí,
con quien todavía, comparte sus días. Es nacida en Tucupido, adonde fue el
joven maestro a fundar la primera escuela de música de las cuatro que ha
fundado en su vida. Luego se volvió a Valle de la Pascua, pues lo nombraron
director de la Banda, con sueldo de ochocientos bolívares, pero ahí realmente
no había banda. "Entonces hice un verdadera banda. También hice una en
Tucupido. Con alumnos míos, enfatiza, no con gente de afuera.
Después se fue a El Tigrito, en Anzoátegui, donde
fundó otra escuela, y allí también hizo otra "bandita" con doce
alumnos, que fue la primera banda mixta -varones y hembras-.que hubo en Oriente.
Allí, era muy raro ver a una mujer tocando. Pero en la banda las muchachas
tocaban saxofón, bombardino, trombón, etc. Volvió a Valle de la Pascua, y fundó
su escuela de música. Sus alumnos recibían clases debajo de una enorme mata de
mamón que había en el patio de la casa, donde acomodaron unos bancos "Ahí
mismo ensayaba con una banda de baile que formé, y que se hizo muy famosa en el
Guárico. La" Orquesta de Rufo Pérez", y tocábamos en la capital, en
Ciudad Bolívar, hasta Caracas fuimos una vez, contratados.
Su destino: Táchira.
Estando allá, recibí la invitación para unos cursos
en Caracas, dirigidos a músicos de la provincia. Conseguí con mi cuñado 400
bolívares para ir. Era por varios años, pero en temporadas de uno o dos meses.
Allí recibíamos, clases de didáctica, utilización de recursos, objetivos para
la docencia. Y como yo solfeaba y tocaba piano, bandolina, cuatro, guitarra,
los profesores se interesaron en mí.
A los 3 años del curso, hicieron un concurso para
seleccionar profesores de música que faltaban en todo el país, para el
Ministerio de Educación. Presenté las pruebas, me fui a Valle de la Pascua, y
me olvidé. Cuando me llegó un telegrama que me decía que estaba seleccionado
para ir al Táchira, a Rubio, a la Escuela Rural Gervasio Rubio. Fue en 1960.
-- No, no. Yo no quería. Tenía la idea de que
Táchira era Colombia. Eso es muy lejos, decía. Realmente no quería. En eso
conversé con un amigo, muy culto, quien me dijo: "¡Como, se te ocurre, si
Rubio es un paraíso, comparado con estos pueblos de por aquí!". Estaba
mandando AD y Rómulo Betancourt.
Bueno, acepté. Tuve que ir dos o tres veces al
Ministerio para formalizar el viaje. Lo que tenía era miedo por el cambio.
Tenía ya mis hijos, o sea, que lo que hicimos fue residenciarnos acá.
-- ¿Se adaptó bien al cambio?
Nosotros nos nacionalizamos "gochos",
dice riendo. Y hemos amado tanto a esta tierra, que ni siquiera de vacaciones
nos vamos a otra parte.
Yo llegué jefe. Lo primero que hice fue fundar el
orfeón de la Escuela. Cuenta que había sido contratado Yo venía por medio
tiempo, con mil bolívares mensuales, pero cuando recibí mi primer pago, me
llegaron dos mil. Se lo dije al director, Antonio Rojas Araujo, un hombre muy honorable,
y él me dijo que cuando le pasaron la lista, me puso a tiempo completo,
"porque aquí no tenemos medios tiempos". Ya instalado en Rubio, fundó
allí otra escuela de música. La cuarta que fundó en su vida. Tenía poco tiempo
de llegado, y la llamó "Francisco J. Marciales". Explica que este era
un músico bastante conocedor, un maestro, muy conocido en Rubio, pero no
valorado.
Revisando y estudiando sus obras, se dio cuenta de
que realmente era un maestro. Nadie lo valoraba en su dimensión. A los diez
años, se fue a Mérida, pues sus hijos ya entraban a la Universidad. Conseguí un
traslado, pero no duró sino un año, porque su compromiso con el Ministerio lo
obligaba a dictar cursos para profesores de música en cualquier parte del país.
"Por eso puedo decir que es raro el músico que haya en cualquier ciudad,
que sea docente musical y que no le haya dado clases yo".
-- Posteriormente me encargué de la supervisión
musical en la ORE (hoy Zona Educativa). Tuve problemas por ese nombramiento,
por envidia, hasta que por fin creyeron en mí, porque casi todos vinieron para
que les diera clases sobre técnicas de enseñanza. Me hice amigo, y la cosa cambió.
Estando en la ORE, me mandaron para la Normal
Valecillos. Allí creé la especialidad en Música, pero cuando salía la primera
graduación de bachilleres musicales, no tenían los muchachos donde hacer las
pasantías, no había un profesor especializado para eso. Me tocó asesorar a los muchachos,
los ubiqué en las escuelas, y todo salió muy bien. Estoy muy orgulloso de eso.
Luego la directora de Educación, Emilce Zambrano,
me nombró director de la Escuela de Música "Miguel Angel Espinel",
donde se desempeñó por doce años.
En la escuela tenía el problema de que había que
regirse por un programa que ya estaba desfasado, pues el alumno tenía que hacer
teoría y solfeo, historia de la Música, para después ponerle el instrumento. A
los tres años de estarle dando, el muchacho se cansaba y se iba de la Escuela.
Cuando vino la Orquesta Juvenil, que vino con otra mentalidad, la del maestro
José Antonio Abreu, pues mire la orquesta que se logró. Muy buena. Cuando
llegué a la Escuela, no había cátedra de violín. Entonces, metí profesores de
violín, de viola, de violoncelo y de trombón. Hice la orquestica de cámara poco
a poco. Tocamos bastante por ahí, hasta que conseguí una pequeña subvención del
CONAC. Con eso la sostuve.
También tuvo la Orquesta Sinfónica de los Andes.
Era una orquesta de Cámara. Estimuló a los muchachos, sobre todo a los
violinistas. Con esa orquesta fue invitado por el Congreso Nacional, a una
celebración del 23 de Enero, y le dieron un reconocimiento. Fundó la coral
municipal de San Cristóbal, con la que viajaron a Barinas, Guasdualito, casi
todos los pueblos del Táchira. Incluso tuvieron una invitación de Colombia, pero
por los costos, no pudieron ir.
Su cosecha
El profesor Rufo Pérez Salomón, tiene decenas de
composiciones propias. Dos misas corales, una misa criolla, vocal, con
acompañamiento de cuatro. Dice que ésta ha gustado mucho, y la cantan todos las
coralitas y las coralotas que hay aquí. También la han montado para actos especiales.
Compuse otra misa en honor a Santa Cecilia, dice,
que es música sinfónica coral.
Y en música popular tiene varios valses, bambucos,
tonadas y baladas. Ha ganado muchos festivales.
Cuando en los liceos había los festivales de la
Juventud, me llamaban, yo llevaba una canción, y ganaba. "Como cinco veces
gané el festival de Acarigua".
De entre sus composiciones populares, la que más se
ha cantado porque ha ganado varios festivales, se llama "Llanero Canta tu
Copla", cuya letra es de Oscar, su hijo. Él es poeta, dice. Otra conocida,
"Toma mi Voz", es de tipo balada.
Es la historia de un músico que dio al Táchira lo
mejor de su vida productiva. Que aún tiene cosas por hacer. Y por decir. El
espacio, realmente es corto.
"La música es Dios"
Dios le dio el don de componer música. Y le dio la
satisfacción de que sus hijos fueran sus intérpretes. Ha compuesto muchísimos boleros,
"que he cantado yo, o mis hijos", pues todos son músicos. Son nueve
hijos en total, seis con su esposa Lucina, explica Inmaculada, su hija mayor.
Uno es profesor jubilado; Oscar es profesor de la UNET,
y músico, además de que canta, desde pequeño. Ganó premios con mi papá en la
Voz Liceísta, nacional y regional, y el otro es Juan Félix, médico que vive en Caracas,
y "toca bellísimo".
Inmaculada, la mayor del matrimonio, es profesora
de música jubilada. Rufo toca clarinete; Leonardo es profesor de música; Felipe,
que es economista, toca cuatro y canta. Creó y dirigió la coral de la facultad de
Economía, cuando estudiaba en la UCV. (También fue ministro de Planificación,
durante este gobierno). Lucinita es abogada, vive en Usa, y toca mandolina, y
finalmente, Gregorio que se graduó en Berkeley en Música de Cine, y es
pianista.
Yo he tenido momentos muy felices, dice nuestro
entrevistado, porque no hay cosa que lo haga más feliz a uno, que una mujer, y
lo dice mientras mira a su esposa, que escucha la entrevista. - Y ser admirado,
agrega, aplaudido, eso le causa a uno mucha satisfacción. Y si lo admiran y lo
aplauden, es porque uno lo merece. Yo he sido muy aplaudido, he amado la
música, Pero desde joven, "Lo mío ha sido la docencia, siempre. Me ha
gustado, y con la docencia es que yo he logrado algo. Aprendí a componer, a
dirigir, aprendí todos los instrumentos porque tenía que enseñar.
Su hijo Leonardo explica que su padre es
instrumentista, compositor, arreglista con oído absoluto que todo lo que
percibe de oído, lo escribe, es decir, que las notas musicales ya las tiene en
su cerebro. Es una habilidad del cognoscimento musical que no le es dada a
todos los músicos.
Son contados, dice. Un caso emblemático, es Mozart,
un niño genio. Aquí en el Táchira, músicos extraordinarios como el maestro Eufrasio
Medina. Bueno, mi padre tiene ese don.
Don Rufo ha recibido muchos reconocimientos. Pero "el que amo más, es la Orden 27 de Junio, dada por el Ministerio de Educación. Es parte de lo hecho en la educación musical, de por vida, que está constatada en el hecho de que "Yo he compuesto casi todos los himnos de los liceos de acá, el del grupo "Miguel Antonio Vásquez", donde también me dieron un reconocimiento. Explica que la música como yo la enseñé, empezó a enseñarla José Antonio Abreu. Cuando uno agarra a los muchachitos y empieza a enseñarlos, "eso es lo más bello que puede haber, porque la música es como una cosa de Dios. Yo digo que la música es Dios".
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Los muchachos que aparecen en la foto con
Don Rufo son: Santoyito, Rafael Rengifo, Jesús M. Bolívar, Ricardo Hurtado, J.
Miranda (Castro), Críspulo Monserrat, Alex López, Manuel Martínez (Chivo),
Carlos Montilla y Zamuro.
Se
agradece a los lectores que tengan algún familiar en esa lista, favor indicar
las referencias de estos personajes, en especial del primero y del último.
Simón Romero, no sale porque estaba jugando una partida de dominó.
Le enviamos, desde esta humilde tribuna,
saludo efusivo a Don Rufo, y le resaltamos que todo existe, todo es Dios y su
creación; sólo hay que tenerlo cerca para recibir inspiración y descubrir casos
como su música o la Teoría de la Relatividad.
La última vez que lo vimos fue en 1972,
en una esquina de la plaza Bolívar de Tucupido, frente a la otrora sede del
liceo “Víctor Manuel Ovalles”, compartiendo en grata tertulia con varios tucupidenses.
En esa ocasión comentaba que tenía
varias piezas para concursar en festivales nacionales e internacionales.
En
2015, en un viaje a París, coincidimos con el maestro José Antonio Abreu.
Estaba justo delante de nosotros en la cola de los mostradores de Air France.
Después de un largo trajín en labores investigativas en general y en particular
en el renglón musical no podíamos dejar pasar ese encuentro casual y lo
abordamos preguntándole si conocía la música de tres personajes: Rufo Pérez
Salomón, Napoleón Baltodano y Rafael Rengifo. Los dos primeros no los
recordaba, pero al mencionar al tercero su cara se iluminó de inmediato
diciendo: ¡A ese sí lo conocí de vida y obra!
El duro trajinar también ha desarrollado
la capacidad de leer entre líneas y de identificar los mensajes subliminales, o
sea, lo que no se dice con palabras.
Se entiende que el maestro Abreu debía
conocer bien a Rengifo, ambos eran contemporáneos (uno de 1939 y el otro de1937),
además su especialidad era la música sinfónica con orientación a lo clásico. Por
el otro lado don Rufo era de 1924 y Baltodano de 1895, ambos compartían interés
en la música popular y ambos compartieron el oficio de formar músicos y bandas,
enseñando a los niños teoría y solfeo a la par del manejo de los instrumentos, 30
años antes de que apareciera El Sistema, el cual usa esa misma metodología.
Por otra parte, El Sistema no escapa del
ambiente de la industria musical mundial que funciona como ‘La Cosa Nostra’,
donde abundan personajes endiosados, pseudo-divos que se creen iluminados
porque han compuesto música que se cataloga como intrascendente y, en muchos
casos, como adefesios (como la estatua de Allende en Plaza Venezuela). Por si
fuera poco, El Sistema tiene el hándicap de que sigue bajo la tutela del estado
venezolano, en el caso actual de la dictadura, que cuenta con esbirros
musicales que funcionan como embajadores no oficiales.
Se recuerda que hace varios años para
inscribirse en SACVEN (Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela) uno de
los requisitos era que el aspirante debía ser tutelado por uno de sus miembros,
es decir un ‘Capo’. Tiempo después eliminaron ese requisito, pero siguió siendo
cuesta arriba el trámite de registrarse.
Cosas
veredes, Sancho, que farán fablar las piedras.
Al final queda la duda acerca de cuáles han sido los parámetros utilizados por las comisiones del ‘Cooperstown’ (Hijos Ilustres) tucupidense, para que un hijo adoptivo de la calidad musical y humana de Don Rufo, no esté en ese Hall Of Fame???
También se recuerda lo dicho por un chamo irreverente, cansado de esperar que arrancara un concierto de Silvio Rodríguez, en la Concha Acústica de Bello Monte: ¡Noj tamoj arrej chandoj!
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