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DOS PERSONAJES POPULARES TUCUPIDENSES - JOSÉ GARIBALDI SOTO

 

NICOLÁS FLORES

 

Voy a hacer referencia a un personaje muy popular, por su forma de ser, llegándose a ganar el cariño y respeto por todos los que le conocíamos, se trata de Nicolás Flores, hombre humilde, sencillo, de trato agradable y a la vez muy chusco, un gran mascador de tabaco, que era su vicio adorado.

Vivió en Pilato, más o menos a unos 3 Km de Tucupido al Este. Con el nombre de "Pilato" se conocía la laguna cuya agua dulce y cristalina siempre se mantuvo fría, estaba cubierta por la sombra de tres samanes frondosos que se encontraban en su tapón, ella era pequeña pero profunda, tenía mucho berro, platanillo y gigantescas babas negras y amarillas muy bravas que parecían más bien caimanes.

El compadre Nicolás Flores, era el vigilante o celador de la laguna Pilato, no permitía que nadie metiera los pies ni mucho menos bañarse, pues andaba acompañado con un mandador para infundir respeto en la protección de su querida Pilato.

Llegó a construir una troja de madera para llenar los barriles y evitar que le revolvieran el agua o se la ensuciaran. Muy cerca de su casa tenía bastantes matas de ciruela; cuando llegaba la cosecha se venía para el pueblo con un par de sacos en su burra negra o morada color caldo de frijol, montado en el centro de la carga. Vendía la cuartilla en un Bolívar y la media cuartilla a Rial, usaba como medida una totuma, lo hacía sin desmontarse sacándole a los sacos por igual evitando que la carga se le sesgara.

Estaba muy bien familiarizado con su clientela que anualmente lo esperaban para comprarle y a la vez escucharle sus cuentos y chuscadas.       

El compadre Nicolás Flores, decía con mucho orgullo que él había sido nombrado celador de Pilato por el Coronel Pedro Ignacio Rodríguez, jefe civil de Tucupido en el gobierno del General Juan Vicente Gómez, por lo tanto el cuidaba a Pilato y se daba a respetar, pero uno siempre le llevaba la corriente para disfrutar de ratos agradables bajo la sombra de esos samanes.

Un pasaje muy jocoso en la vida de Nicolás Flores, fue que un día temprano en la mañana, llegó a un negocio que quedaba frente al Grupo Escolar Narciso López Camacho, luego un señor de nombre Pedro Camero, entra en conversación con él y le pregunta que si por casualidad no tenía algunos gatos que quisiera venderle, a lo que de inmediato contestó que dependiendo del precio podía negociarle algunos; quedaron de verse el sábado siguiente a horas tempranas en el mismo lugar.

Ese día se apareció con par de sacos llenos de gatos, y Pedro Camero procedió a revisarlos, llegando a la conclusión que no podía comprárselos pues solo estaba interesado en gatos que tuvieran los ojos negros y resulta que no había en absoluto gatos de ese tipo. Al darse cuenta de la burla, de un salto se apresuró a tomar el mandador para ponérselo encima a Pedro Camero, estaba que echaba chispa de la rabia, que si le hubieran cortado una vena no hubiera botado sangre. A Pedro Camero no le quedó más remedio que perderse en carrera.

Cuando Pedro Camero estaba jugando una partida de dominó y querían correrlo, le decían ¡Ahí viene Nicolás Flores!, y aun estando ganando la partida dejaba todo y se daba a la fuga. Ambos ya difuntos encuentran en los recuerdos y memoria como parte del Folklore que dejar plasmado como nuestro baluarte.

EI NEGRO" JUAN SEGURA

Este personaje de origen humilde y popular, nació en el caserío El Guasdual, donde transcurrió su niñez. Hombre de contextura atlética, piel negra, pelo blanco, con aproximadamente 1.88 de estatura, fuerte como botalón de vera cortado en menguante.

Llanero de a pie, astuto y precavido, era un verdadero zorro en las montañas de Tamanaco, las cuales conocía como la palma de su mano. Este "Negro Juan Segura" es una de las tantas glorias que ha dado nuestro llano.

Se dice en forma jocosa, que las espinas de Cují y Taguapire, sentían mucho miedo cuando lo veían venir y hasta se ponían a llorar, ya que la planta de sus pies estaba formada por una gruesa callosidad que hacía imposible que estas penetraran. Desde pequeño nunca le gustó usar alpargatas.

Siempre las cargaba a la cintura en una correa de soga la que utilizaba como cinturón, él decía que cargándolas de esa forma le duraban más pues evitaba que las espinas se las traspasaran.

Llanero astuto, poniendo en práctica todo lo aprendido en el contacto diario con ese monte que lo vio nacer. Todo trabajo lo realizaba diariamente a pie pelado, con mucha confianza.

¿Cómo se las averiguaba para amarrar una res mañosa? Se valía del "Guaricongo" o "Ladrón", lazo que ponía en la trilla por donde pasaba la res mañosa y en la forma más sorprendente quedaba enlazada.

En invierno o en verano, cuando venía de compras, llegaba a La Trinidad a la casa de Zoila Aular donde se hospedaba, inmediatamente la pedía agua para lavarse los pies, luego procedía a ponerse las alpargatas que cargaba en la cintura y entraba al pueblo estrenando, causando admiración por parte de las personas que lo conocían.

Luego de hacer todas las diligencias regresaba donde Zoila Aular, se quitaba las alpargatas, las sacudía y de nuevo a la cintura, emprendiendo la partida para su campo feliz y contento, todo el tiempo estrenaba alpargatas. Toda espina tenía en los pies del "Negro Juan Segura" un gran enemigo, se los veían con miedo, odio y rencor.

Con esta reseña le rindo un sencillo y merecido homenaje, a un hombre que por su forma de ser y con su trabajo honesto, para ganarse el pan de su familia, logro un sitio dentro de nuestro Folklore.

Las espinas decían: ¡Apártense!, que ahí viene "El Negro Juan Segura".

 

José Garibaldi Soto

Cronista Del Municipio José Félix Ribas.


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