NICOLÁS
FLORES
Voy
a hacer referencia a un personaje muy popular, por su forma de ser, llegándose
a ganar el cariño y respeto por todos los que le conocíamos, se trata de
Nicolás Flores, hombre humilde, sencillo, de trato agradable y a la vez muy
chusco, un gran mascador de tabaco, que era su vicio adorado.
Vivió
en Pilato, más o menos a unos 3 Km de Tucupido al Este. Con el nombre de
"Pilato" se conocía la laguna cuya agua dulce y cristalina siempre se
mantuvo fría, estaba cubierta por la sombra de tres samanes frondosos que se
encontraban en su tapón, ella era pequeña pero profunda, tenía mucho berro,
platanillo y gigantescas babas negras y amarillas muy bravas que parecían más
bien caimanes.
El
compadre Nicolás Flores, era el vigilante o celador de la laguna Pilato, no
permitía que nadie metiera los pies ni mucho menos bañarse, pues andaba
acompañado con un mandador para infundir respeto en la protección de su querida
Pilato.
Llegó
a construir una troja de madera para llenar los barriles y evitar que le
revolvieran el agua o se la ensuciaran. Muy cerca de su casa tenía bastantes
matas de ciruela; cuando llegaba la cosecha se venía para el pueblo con un par
de sacos en su burra negra o morada color caldo de frijol, montado en el centro
de la carga. Vendía la cuartilla en un Bolívar y la media cuartilla a Rial,
usaba como medida una totuma, lo hacía sin desmontarse sacándole a los sacos
por igual evitando que la carga se le sesgara.
Estaba muy bien familiarizado con su clientela que anualmente lo esperaban para comprarle y a la vez escucharle sus cuentos y chuscadas.
El
compadre Nicolás Flores, decía con mucho orgullo que él había sido nombrado
celador de Pilato por el Coronel Pedro Ignacio Rodríguez, jefe civil de
Tucupido en el gobierno del General Juan Vicente Gómez, por lo tanto el cuidaba
a Pilato y se daba a respetar, pero uno siempre le llevaba la corriente para
disfrutar de ratos agradables bajo la sombra de esos samanes.
Un
pasaje muy jocoso en la vida de Nicolás Flores, fue que un día temprano en la
mañana, llegó a un negocio que quedaba frente al Grupo Escolar Narciso López
Camacho, luego un señor de nombre Pedro Camero, entra en conversación con él y
le pregunta que si por casualidad no tenía algunos gatos que quisiera venderle,
a lo que de inmediato contestó que dependiendo del precio podía negociarle
algunos; quedaron de verse el sábado siguiente a horas tempranas en el mismo
lugar.
Ese
día se apareció con par de sacos llenos de gatos, y Pedro Camero procedió a
revisarlos, llegando a la conclusión que no podía comprárselos pues solo estaba
interesado en gatos que tuvieran los ojos negros y resulta que no había en
absoluto gatos de ese tipo. Al darse cuenta de la burla, de un salto se
apresuró a tomar el mandador para ponérselo encima a Pedro Camero, estaba que
echaba chispa de la rabia, que si le hubieran cortado una vena no hubiera botado
sangre. A Pedro Camero no le quedó más remedio que perderse en carrera.
Cuando
Pedro Camero estaba jugando una partida de dominó y querían correrlo, le decían
¡Ahí viene Nicolás Flores!, y aun estando ganando la partida dejaba todo y se
daba a la fuga. Ambos ya difuntos encuentran en los recuerdos y memoria como
parte del Folklore que dejar plasmado como nuestro baluarte.
“EI NEGRO" JUAN SEGURA
Este
personaje de origen humilde y popular, nació en el caserío El Guasdual, donde
transcurrió su niñez. Hombre de contextura atlética, piel negra, pelo blanco,
con aproximadamente 1.88 de estatura, fuerte como botalón de vera cortado en
menguante.
Llanero
de a pie, astuto y precavido, era un verdadero zorro en las montañas de
Tamanaco, las cuales conocía como la palma de su mano. Este "Negro Juan
Segura" es una de las tantas glorias que ha dado nuestro llano.
Se
dice en forma jocosa, que las espinas de Cují y Taguapire, sentían mucho miedo
cuando lo veían venir y hasta se ponían a llorar, ya que la planta de sus pies
estaba formada por una gruesa callosidad que hacía imposible que estas
penetraran. Desde pequeño nunca le gustó usar alpargatas.
Siempre
las cargaba a la cintura en una correa de soga la que utilizaba como cinturón,
él decía que cargándolas de esa forma le duraban más pues evitaba que las
espinas se las traspasaran.
Llanero
astuto, poniendo en práctica todo lo aprendido en el contacto diario con ese
monte que lo vio nacer. Todo trabajo lo realizaba diariamente a pie pelado, con
mucha confianza.
¿Cómo
se las averiguaba para amarrar una res mañosa? Se valía del
"Guaricongo" o "Ladrón", lazo que ponía en la trilla por
donde pasaba la res mañosa y en la forma más sorprendente quedaba enlazada.
En
invierno o en verano, cuando venía de compras, llegaba a La Trinidad a la casa
de Zoila Aular donde se hospedaba, inmediatamente la pedía agua para lavarse
los pies, luego procedía a ponerse las alpargatas que cargaba en la cintura y
entraba al pueblo estrenando, causando admiración por parte de las personas que
lo conocían.
Luego
de hacer todas las diligencias regresaba donde Zoila Aular, se quitaba las
alpargatas, las sacudía y de nuevo a la cintura, emprendiendo la partida para
su campo feliz y contento, todo el tiempo estrenaba alpargatas. Toda espina
tenía en los pies del "Negro Juan Segura" un gran enemigo, se los
veían con miedo, odio y rencor.
Con
esta reseña le rindo un sencillo y merecido homenaje, a un hombre que por su
forma de ser y con su trabajo honesto, para ganarse el pan de su familia, logro
un sitio dentro de nuestro Folklore.
Las
espinas decían: ¡Apártense!, que ahí viene "El Negro Juan Segura".
José Garibaldi Soto
Cronista Del Municipio José Félix Ribas.
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