FERIAS EN HONOR A SAN RAFAEL ARCANGEL 2011
MUNICIPIO JOSÉ FÉLIX RIBAS-ESTADO GUÁRICO
III ENCUENTRO DE HISTORIADORES Y CRONISTAS DE
TUCUPIDO
Tucupido, 25 y 26 de octubre de 2011
Lugar: Complejo Cultural “Fray Anselmo de Árdales”
Ponencia
LA REVOLUCIÓN INTEGRADORA Y EL ALZAMIENTO DEL
CORONEL CAYETANO GABANTE EN TUCUPIDO EN 1833
DR. FELIPE HERNÁNDEZ
G.
Apenas
estaba instalado el gobierno de la naciente República después de la Separación
de Venezuela de la Gran Colombia en 1830 y electo como Presidente
Constitucional el general José Antonio Páez, cuando apareció en el país, el mal
endémico que azotaría a Venezuela durante todo el siglo XIX, caracterizado por
el irrespeto a las instituciones y el anárquico individualismo que signa
nuestra idiosincrasia. Esta continuada eclosión se manifiesta por medio de
montoneras, guerrillas, disturbios populares, alzamientos, motines,
revoluciones y golpes de estado.
En
ese concierto se inscribe la Revolución Integradora, nombre con el que se
conoce en la historia de Venezuela la rebelión y las acciones que se produjeron
en el Oriente del país desde donde se extendieron por buena parte de los
territorios del Guárico, y que tenía como bandera y objetivo la restitución de
la Gran Colombia. En ese orden de ideas, a un año escaso de haber nacido
Venezuela como República, el general José Tadeo Monagas alzó la bandera de la
rebelión en su hato Los Robles. El 8 de enero de 1831, en Aragua de Barcelona,
los cultivadores de tabaco de la región se insurreccionaron y asaltaron la sede
de la administración del producto. El día 15 de enero se reunieron en asamblea
y la protesta adquirió un carácter subversivo ante su poder de convocatoria.
Acordaron desconocer al Gobierno, sus leyes y su Constitución, proclamando la
integridad de la República de Colombia. Le propusieron a José Tadeo Monagas la
jefatura del movimiento y este aceptó, con lo cual la insurrección se tornó más
grave y peligrosa, tomando el nombre de Revolución Integradora.
El
22 de mayo de 1831 se realizó en Barcelona una asamblea popular que resolvió
invitar a las provincias de Cumaná, Margarita y Guayana, para que junto con la
de Barcelona formaran un nuevo estado independiente que se llamaría Estado de
Oriente, reconociendo el fuero militar que había sido abolido por el Congreso y
nombrando a Santiago Mariño como gobernador de dicho estado, y a José Tadeo
Monagas como segundo. El acta levantada al efecto decía que “la Constitución
atacaba a la religión en sus principios, desaforaba el clero y destruía la
milicia y su fuero, tan necesario para fundar y organizar los ejércitos”.
Recuérdese
que el clero, representado por el Arzobispo de Caracas, Ramón Ignacio Méndez se
había opuesto a que la Constitución centro-federal de 1830, fuese juramentada
en la Catedral de Caracas, ya que este era un acto político y no religioso,
esta oposición le costó la expulsión del país junto con los obispos de Mérida y
Guayana, quienes se habían solidarizado con él.
Mariño aceptó los postulados de esta acta
acompañado por Monagas, lo que obligó a Páez a ponerse personalmente en campaña
contra este movimiento separatista. Debidamente autorizado por el Congreso para
conceder amnistía a los sublevados, Páez envió como comisionados al cuartel
general de los insurrectos, a los comandantes Manuel Figuera y Miguel Rola, a
entrevistarse con Monagas. Aunque estos en un principio estuvieron dispuestos a
conciliar, las reuniones no llegaron a nada concreto.
Movilizando
un ejército sobre los alzados, y después de algunas escaramuzas, se avino el
general Monagas a someterse y aceptaron deponer las armas en Valle de la
Pascua, donde se reunieron con Páez el 23 de junio de 1831, pues no tenían como
enfrentar las fuerzas militares del gobierno movilizadas en su contra. El día
24 se proclamó el acuerdo por el cual se licenciaban todas las tropas
revolucionarias y se garantizaban las vidas y la posesión de los bienes de los
alzados.
El
7 de marzo de 1833 el coronel Cayetano Gabante quien había secundado a Monagas
en 1831, se declaró en armas en Tucupido, proclamando la reconstitución de la
Gran Colombia. Tomó la población de Chaguaramal en el Unare y rechazó la
amnistía que le fue ofrecida por el gobierno de Páez.
Expone
la historiadora Mireya Soto (1988), lo siguiente:
“Gavante
poseía, y así lo demostró, una extraña personalidad, pues pasó de ser
separatista y estar dispuesto a marchar si se intentaba restablecer la unión
colombiana, en 1830, a ser un integracionista que a principios del año 1834 y
ejerciendo la presidencia el general José Antonio Páez, se alza en las
cercanías de Tucupido (Unare) y proclama la unidad de Colombia. A ese ideal
integracionista parece que se agregaba un cierto resentimiento contra el
gobierno por una deuda que se la había reconocido, pero no pagado”.
Perseguido
y derrotado, el coronel José María Zamora lo apresó el 3 de abril de 1833 en el
sitio de La Iguana, estado Guárico, después de una breve escaramuza, el
historiador Domingo Irwin (2008:74), refiriéndose al fracaso del alzamiento de
Gabante, dice lo siguiente “No obstante las limitaciones de equipamiento del
gobierno, fue mantenida la paz pública. La pequeña insurrección del coronel Cayetano
Gabante fue dominada con relativa facilidad…”. Llevado a Caracas de donde logró
huir de la cárcel el 6 de junio, es decir, un mes después.
Huyendo
hacia su natal Tucupido, se escondió en el centro del país, acompañado de su
medio hermano el comandante Andrés Guillen, quien comandó el asaltó a la cárcel
de donde lo liberó. José Dionisio Cisneros, el mismo bandolero que Páez había
indultado en 1830, comisionado por el gobierno para perseguirlo y enfrentarlo,
logró alcanzarlo el 11 de noviembre en el sitio de El Acapro en jurisdicción de
Guayas, cerca de La Victoria, Aragua.
Su
medio hermano Andrés Guillen murió en el encuentro y Gabante logró huir con
tres de sus compañeros, quienes para congraciarse con el gobierno, lo
asesinaron después de haber asistido a una fiesta cerca del pueblo de El
Sombrero, donde estaban reunidos el comisario y personalidades de la localidad,
en la cual se discutió sobre la “gran revolución” que se preparaba contra el
gobierno de Páez, cuyo caudillo era Gabante.
El
miércoles 14 de mayo de 1834, Gabante fue emboscado en inmediaciones de los
pueblos de Ortiz y El Sombrero por sus secuaces. En el alevoso ataque resultó
muerto, siendo sepultado por sus atacantes en la Mesa de Paya. Así terminó las
correrías como caudillo militar el coronel Cayetano Gabante.
Fue
uno de los tantos soldados de extracción popular que en la Venezuela
decimonónica, una vez consolidada la República, cambiaron sus lauros militares
por usufructos. En su natal Tucupido es recordado, porque es epónimo de una de
las calles centrales de la población, su nombre atraviesa la ciudad de sur a
norte, pasa por el costado Este de la Plaza Bolívar frente a la iglesia San
Gabriel Arcángel, lo que permite inferir el reconocimiento de héroe que le han
prodigado sus paisanos.
La
historiadora guariqueña y profesora universitaria, Dra. Miriam Meza Báez de
Borges (2011), considera que para la historia regional del Guárico, esta
investigación constituye un importante aporte, por cuanto “es muy escasa la
información sobre este singular hecho histórico, siempre se habla del
movimiento de Oriente y de Monagas y no de la participación de gente del
Guárico y de la repercusión en los pueblos del
llano guariqueño del citado movimiento”.
REFERENCIAS
BRAVO, Manuel J. (1979): Algunas expresiones
ideológicas del período de las oligarquías, 1830-1858. Caracas: Tipografía de
Miguel Ángel García e hijo.
ESTÉVEZ GONZÁLEZ, Edgar. (2006): Las guerras de
los caudillos. Caracas: Libros El Nacional.
IRWIN G. Domingo. (2008): Caudillos, militares y
poder: Una historia del pretorianismo en Venezuela. Caracas: Universidad
Católica Andrés Bello.
SOTO ARBELÁEZ, Manuel. (2011): Ilustres héroes de
la Independencia Suramericana nacidos y/o relacionados a Tucupido. Tucupido:
III Encuentro de Historiadores, Cronistas e Investigadores en Tucupido.
Complejo Cultural Fray Anselmo de Árdales. Octubre 2011.
SOTO DE L. Mireya. (1988): “Cayetano Gavante”.
Diccionario de Historia de Venezuela. Tomo 2. Caracas: Fundación Polar.
Editorial Ex Libris. p. 263.
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