Tres historias
José
Félix Ribas
I.- BOLIBAR
= PRADERA DE MOLINO (Jorge Mier Hoffman)
…AÑO DE 1814: El sanguinario Boves y sus hordas de bandoleros y asesinos, cautivan a los miserables caseríos, para aglutinar una especie de ejército devastador que todo lo arrasa, todo lo quema y todo lo destruye. José Félix Ribas se llena de gloria al vencerlo en La Victoria; sin embargo, sus aguerridos llaneros se sobreponen a la derrota y se dirigen a Caracas con más sed de venganza. Bolívar quiere evitar más derramamientos de sangre, y ordena la evacuación de la ciudad. Los más afortunados se embarcan por La Guaira, incluyendo a las hermanas del Libertador, que en su destierro irían a Curazao: Su hermana mayor, María Antonia viuda y con cuatro hijos, se casará nuevamente en esa isla y tendrá siete hijos más. Pero su tía Josefa en su terquedad decide quedarse en su casa… No le teme a Boves..! y por más que insistió el Libertador no la pudo convencer de acompañarlo… Los más indefensos no tienen a donde ir y en su desesperación se atropellan unos a otros por refugiarse en las iglesias, cuando aparece el Libertador que no los abandona, sino que organiza en pocas horas una movilización por tierra de más de veinte mil personas en la célebre Migración de Oriente que huyen del asesino Boves. Durante la extenuante y mortal travesía perecen más de diez mil personas en una selva aún más peligrosa y traicionera que el propio Boves y sus asesinos… Luego de la caída de la Segunda República, Bolívar se dirige a Cartagena de Indias, mientras que Boves muere en la sangrienta batalla Urica, que irónicamente ganaron los realistas. José Félix Ribas tiene que ocultarse luego de la destrucción de toda su tropa. Es en ese momento, cuando transita por los parajes orientales, es apresado, torturado y asesinado el 11 de diciembre… Su cabeza frita en aceite es llevada con júbilo realista a la Plaza Mayor de Caracas… Josefa Palacios con el rostro cubierto por un velo negro, se dirige a la multitud que en la plaza reza por el héroe que se exponía como un trofeo de guerra, sin importar los insultos y groserías que les lanzaban los enemigos de la Patria, que celebraban el nuevo gobierno español… Luego de rezar por el alma de su esposo, se encerró en su cuarto como una costumbre de la época de guardar luto; pero no por unos días, sino para siempre; ya que para ella, el luto no sólo era por su esposo, sino por Venezuela… Cortés escribió: “Cuando casi toda Venezuela fue subyugada en 1814, una caraqueña, la señora Doña Josefa Palacios, viuda del benemérito Don José Félix Ribas, prefirió enterrarse viva, antes que soportar la presencia de los devastadores de su país”… Siete años después, Bolívar sabía del encierro de su tía, y en la célebre entrevista que tuvo con el realista Pablo Morillo cuando se firmó el Armisticio que hizo un alto a la guerra, le habló de ella, para que la convenciera de salir de su encierro voluntario: Cuando Morillo volvió a Caracas en 1821 le envió una nota a la tía del Libertador, para invitarla a compartir las vivencia que tuvo con su sobrino; a lo que Josefa le respondió por escrito: “Diga Usted a su General, que Josefa Palacios no abandonará este lugar, mientras que su Patria sea esclava; no lo abandonará sino cuando se anuncie que Venezuela es libre y eso sucederá cuando el General se vaya del país”…
II.- EL SEGUNDO BESO DE JUDAS (Luís E. Nobriga)
Un negro, hediondo a estiércol de
vaca, llega a este noble pueblo, en donde se respira aires de libertad y de
justicia. Tucupido, un caserío soñador, en donde se han librado innumerables
batallas contra aquellos realistas, que han venido del otro lado del océano
para humillarlos y esclavizarlos, pero gracias a aquellas resistencias
patrióticas, no han podido lograr sus bajos apetitos. El negroide se apea del
viejo penco y lo amarra en el establo, para luego a pasos rápidos dirigirse a
un determinado lugar que conoce a perfección. Sus rasgados ojos los voltea para
varios ángulos, pareciere que algún miedo misterioso lo hace actuar así.
Un guardia lo conduce a lo que parece ser una oficina, cruzan el umbral y lo
invita a tomar asiento. - Espere aquí. Ya viene "barrajola" - le
ordeno el oficial con voz seca. El negro obedece, toma un taburete y se sienta
en un rincón. Los ojillos del zambo continúan alumbrando para todos los
rincones, mientras el gendarme con la bayoneta terciada, no le quita la vista
de encima. Minutos después, un hombre de aspecto regordete y tosco entra al
escenario. La mirada la clava en el hombre que está sentado, este al verlo se
pone de pies y estira la mano para saludarlo.
- Siéntese.
No acostumbro a darle la mano a un negro. -rezongó con ira el hombracho. A pasos lentos
se dirige al escritorio y toma asiento detrás.
- ¿Así
que, tú sabes dónde está el escondrijo del susodicho? -
dijo el justicia mayor del pueblo de Tucupido.
- Sí,
señor. - respondió el negro en forma escurridiza.
- Muy
bien. Te daré el dinero ofrecido. Pero si no es cierto, tu cabeza rodará. ¿Cuál
es tu nombre?
- Concepción
González, para servirle, señor. - dice con voz temblorosa.
- Te escucho. - dice en forma impaciente.
- Está
escondido en los alrededores de Valle La Pascua, en una casa que está al final
de la calle principal.
- ¿Cuantas
personas están con él? ¿Hay soldados por allí?
- Sólo
he visto como a tres personas, señor. No he visto soldado por esos lados.
- ¿Desde
cuándo están allí?
- No
lo sé, señor. Los vi ayer en la tarde, y hoy he venido a comunicárselo. - un
rictus maquiavélico se dibuja en los gruesos labios del Justicia Mayor, cuyo
nombre es Lorenzo Figueroa, alias "barrajola". Lentamente introduce
una mano dentro de una gaveta que está a un lado y extrae una pequeña bolsa y
se la entrega al negro, éste sonríe al tener la pesada bolsa entre sus manos.
- Vete a tu casa, y no salga hasta
que hallemos capturado a ese hombre. - y sin decir más, el negro se pone de
pies y abandona el lugar con una amplia sonrisa en los labios. Llega a donde
dejó amarrado al caballo. Se toca el bolsillo donde lleva el dinero, y dando un
formidable salto, pone al noble bruto en carrera y desaparece del lugar.
¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!
- Los enormes dientes del negro parecen encandilar a la mujer que tiene al
lado. Una impresionante carcajada soltó el hombre al ver sobre la rústica mesa,
esa cantidad de dinero. Jamás había visto tanto peculio junto, es por eso que
ríe con mucha alegría y se abraza a su amante. - Mi amor, con este dinero
compraremos muchos caballos, cochinos, gallinas y haremos un buen conuco.
- Si,
mi vida. Pero desearía irme de este cochino pueblo.
- Como
tú ordene, mi amor. - y un escandaloso beso sella el compromiso de estos
dos seres que, pareciere que el dinero fuere el único motor que mueve su
existencia.
Las frías balas traspasan las
puertas y ventanas de aquella casa. Decenas de soldados disparan sin piedad
sobre la morada que, en forma apacible recibe las escalofriantes ráfagas.
-
¡¡¡Se escapan por la parte de atrás!!! - gritó en forma desesperada un soldado.
Tres caballos galopan a toda velocidad por las amplias sabanas de Valle La
Pascua en el Estado Guárico. Más de ochenta soldados van detrás de los
fugitivos. Los fusiles y bayonetas no dejan de tronar, confundiéndose con los
ecoicos cascos de los briosos animales. El alcance de los fugitivos parece que
será inminente, pues, los cuadrúpedos de los soldados parecieren que estuvieran
más alimentados. Dos caballos se precipitan a tierra con sus jinetes, estos se
ponen de pies e intentan correr, pero varias docenas de balas se lo impiden. Y
vuelven a caer para nunca más levantarse. El tercer jinete se detiene como accionado
por mil resortes, siendo su percepción socorrer a los caídos. Los ojos de ese
hombre brillan con inimaginable resplandor. Resplandor que le llega a su pecho
y le brota a través de la fría mirada. Los soldados lo rodean
y lo apuntan con sus infernales armas. Una orden se deja escuchar y varios
guardias lo bajan del caballo, y a empellones lo arrojan a la húmeda yerba.
-¡¡¡Cobardes!!! ¡¡¡Cobardes!!!
- grita en forma valiente ese hombre que tiene puesto un gorro frigio y un
Dormán militar. Muchos culatazos en forma salvajes le son dados al infeliz
en el rostro y cuerpo, que este resiste con impresionante tranquilidad. Luego
lo amarran de pies y mano, lo atraviesan en su caballo y todos parten de
regreso al cuartel. Los grandes ojos de aquel negro contemplan a través de una
rendija de la casa, a una escuadra militar que pasa al frente, trayendo un
inerte cuerpo de un hombre con rostro muy sangrante. Una sonrisa infernal
emboza los gruesos labios. Una mujer está a su lado y también sonríe.
- Misión
cumplida. ¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja..!!! Ahora a disfrutar de
todo este dinero. - dijo el segundo judas que, como aquel primero, vendió a
Jesús por varias monedas de plata, que sin saber, vendió al hacedor de este
mundo, llevando así sobre su conciencia, la implacable ignominia de tan cruel
contravención. Luego toma a la amante por un brazo y la lleva a la cama, y con
salvaje apetito libidinoso empieza a poseerla.
Un reo es conducido a la plaza
mayor de Tucupido. Las manos están amarradas detrás de la espalda. Una cuerda
sujeta la cintura, cuyo otro extremo va anudada a la silla del caballo. A su
mente le llegan hermosos recuerdos que, el parece disfrutar aunque lo conduzcan
a la muerte. Camina lentamente al paso del caballo, su torso luce desnudo y el
rostro esta hinchado. Lleva puesto un gorro frigio, que pareciera que fuera el
estandarte de su majestad
-
"Allá vienen las tropas de Campo Elías en nuestra ayuda. Bienvenido
amigos".
-
"Eres el vencedor de los tiranos en La Victoria, lo felicito por esta gran
victoria"
-
"Gracias, mi general Bolívar"
-
"La municipalidad de Caracas le acuerda una estatua por el servicio a la
Patria"
-
"La sangre de los caraqueños estudiantes y la protección de la María
Santísima de la Concepción, fueron los que salvaron a la Patria, y por lo
tanto, no me lo merezco."
- "NO
PODEMOS OPTAR ENTRE VENCER O MORIR, IMPORTANTE ES VENCER"
31 de Enero de 1815, las
grotescas balas relinchan sobre el cuerpo de aquel valiente hombre que ha
parido Venezuela, y que hoy, cae a los pies de aquel frondoso árbol que está
muy cerca de la plaza mayor. Su cuerpo es desmembrado con salvajismo, la cabeza
es apartada del tronco y proceden a freírla en aceite. Muchas personas
contemplan esa grotesca criminalidad con lágrimas en los ojos. En las alturas
se escucha el rugir del viento, mientras que el Sol se oculta dentro de una
negra nube, para así, no observar a tan dantesca violación a los derechos
humanos. Rato después, los criminales toman la cabeza y le colocan el gorro,
para después introducir el miembro dentro de una jaula y se lo entrega al
justicia mayor: Lorenzo Figueroa (barrajola).
Los miembros superiores (brazos)
y los inferiores (piernas) también fueron apartadas del tronco y exhibidas en
los cuatro puntos cardinales del pueblo de Tucupido.
Días después, la cabeza fue
enviada a la Puerta de Caracas y colocada al escarnio público como un trofeo de
guerra.
Tiempo después, la guerra
federal da inicio.
Un negro avanza a caballo por la
asoleada sabana en busca de un futuro promisorio. Sus negros ojos divisan a lo
lejos a varias docenas de hombres que vienen hacia él, éste se detiene y los
espera. "Tal vez son amigos" - se dice en sus
adentros. La columna guerrillera se detiene frente al hombre.
El jefe de la armada baja del caballo, y mirando al negro, agrega: - Carajo,
mira quien está aquí. CONCEPCION GONZALEZ en carne y hueso. ¡¡¡JA, JA, JA, JA,
JA.!!! Vamos arreglar la cuestión de mi General Ribas...
-
No entiendo de qué usted me habla. - dice el judas, a la vez que intenta
escapar, pero varios hombres lo rodean y lo bajan del caballo.
-
Mírenlo pues, el negro no sabe de quién le estoy hablando, pen**jo. Te vamos a
refrescar la memoria cuando estés con esa lengua traidora colgando. Ahórquenlo.
- y la orden no se hace esperar.
Sin ningún miramiento lo
conducen a un árbol, le atan una soga al cuello, anudan la otra punta a la
silla del animal, y el noble alazán cumple la orden. Y allí queda, el cuerpo
colgado de ese segundo judas que vendió al prócer José Félix Ribas por un
puñado de monedas.
Y en el recuerdo quedará ese hombre que dio su vida por la libertad de la Patria, aquel grande hombre que, con voz de trueno dijo: Importante es Vencer.
III.- RIBAS... VENCEDOR DE LOS TIRANOS (Néstor Seijas)
Escena II. La Ejecución.
Barrajola: (A los soldados) ¡Vamos carajo!
Pongámosle fin a este asunto de una vez. Ajusticiemos a este dizque patriota
que nos ha matado más de un compañero en batalla. (A Ribas) Vamos a ver que tan
vencedor de los tiranos resultas cuando te llenemos de plomo y bayoneta el
pecho.
Ribas: Me matarás, pero el sueño de
libertad de esta república no fallecerá conmigo… ello se lleva en el alma, el
pecho y el corazón.
Barrajola: Allí mismo te vamos a meter la
espada y el plomo. Además ¿qué patria si entre ustedes mismos no pueden ponerse
de acuerdo a ver quién manda su república… bonito sueño de libertad cuando
pusiste preso a Bolívar y a Mariño.
Ribas: El ímpetu es una virtud que
algunas veces puede cegarte… pero el error se comete y el hombre sabio
rectifica… y de eso está llena esta campaña por la libertad: de hombres que
saben rectificar asumiendo sus errores para darle vigor. Ese altercado nos ha
hecho mucho más duros y precavidos… más unidos entre republicanos.
Barrajola: Tan unidos que aquí estás hoy
Ribas: Estoy seguro que mi delator
obtendrá la muerte como recompensa y mi vida será nada más que un pequeño
aporte para la patria. Lo que lamento es no morir en el campo de batalla sino a
manos de ustedes… sanguinarios.
Barrajola: ¡Soldado, patéele el hígado al
perro este! (titubea) ¡Vamos! ¿O quiere que lo degüelle a usted acá mismo? (el
soldado lo hace)
Ribas: (adolorido pero con temple) ¿Qué,
es que acaso saquear, asesinar y violar no es lo que ustedes y tu jefe Boves
saben hacer?
Barrajola: ¿y es que tu perdida causa no ha saqueado…?
Ribas: ¡No hemos matado y violado como
ustedes! horda de bárbaros… que con el pillaje y terror tratan de seguir con
esa insensata monarquía española.
Barrajola: No me vengas con pendejadas a las
del 19 de abril. Con discursos pendejos y con un gorro frigio te hiciste pasar
por representante de los pardos. Tu camaradería y tu gran jefe Bolívar han
llevado a la muerte a más de doscientas mil personas… nada tiene que decir un
caudillo venezolano… naciste bajo el mando de la corona y a ella te debes…
Ribas: Me debo a mi patria, a la
libertad y la igualdad de los hombres no al yugo que las oprime… moriré hoy
pero ustedes también perdieron a su sedicioso general Boves en la batalla de
Úrica; ese día la república tuvo un revés, a la corona se le cayó una de sus
pérfidas y crueles joyas… así, una a una lo harán hasta quedar sólo un harapo
de ella. Las miles de personas que han muerto debido a la tiranía española las
han asesinado ustedes con sus hierros, sus fusiles y la terquedad monárquica… más
temprano que tarde tendrán que pasarle cuentas a Dios que observa con vergüenza
su crueldad…
Barrajola: (Al soldado) ¡tóquele nuevamente
el hígado, soldado! (A Ribas) Esa va por mi general Boves… a tu sobrino y tu
criado, perros fugitivos como tú, ya se pasaron por las armas… nada más espera
a que decidamos que hacer contigo.
Ribas: Quiero ver a tu general antes de
tener algún juicio…
Capitán: ¿Qué pasó Barrajola… ha dicho
algo… con quién más andaba?
Barrajola: No mi Capitán, yo creo que es
cierto lo que nos dijo el Concepción González que andaban éstos cuatro nada
más.
Capitán: Ya que nos lo hemos traído a
Tucupido ¿Qué vamos a hacer con este (despectivo) vencedor?
Barrajola: Valle de la Pascua está en
peligro bajo la influencia de este hombre Capitán, fue lo mejor que pudimos
haber hecho… acá mismo estamos perdiendo tiempo… pasémoslo por las armas de una
vez.
Capitán: Yo opino lo mismo. ¡Soldados,
tráiganlo a fuera! (lo sacan de la celda y lo colocan contra una pared) Pagarás
caro tu insulto a España. Colóquense en frente y carguen… calen bayonetas…por
si acaso queda vivo. Tiene algo que decir antes de abandonar… (Con ironía) la
causa (Ríen)
Ribas: No temo morir por mi justa causa…
Dios es testigo de la infamia de los enemigos de la libertad… de la tiranía
española. Acá dejo mis últimos suspiros de guerra, mis últimos esfuerzos de batalla.
En manos de criminales pongo mi vida que está llena de triunfos y fracasos pero
colmada de gloria, y mi cuerpo ahora está enfermo pero mi alma, vívida de
libertad y de república, está más fuerte que nunca. Sé que la República está
cerca de consagrarse, de germinar en la semilla vencedora sedienta de justicia
ante la tiranía española y la opresión inhumana, y sé que mi muerte de alguna forma
contribuye a la causa… ¡Que viva la república! (Los soldados disparan, cae
mortalmente herido y es rematado con las bayonetas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario